Capítulo 8: La historia del Sol y la Luna.

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Al volver a la casa de Amy, ella me recibió con un cálido abrazo y luego se acercó a Gabriel y lo abofeteo fuertemente.

-Dijiste que la traerías a anoche ¿Tienes idea de cómo he pasado la noche? Sin saber nada de ninguno de los dos.- dijo en gritos

Gabriel la tranquilizo y le conto lo que había sucedido anoche. Que hacía demasiado frio para traerme dormida a mí, y que  me hacía bien estar con mis hermanos que yo estaba muy alterada y toda la cosa.

Ella después de su enojo nos dio dos grandes tazas humeantes con chocolate en ellas, y unas exquisitas galletas de vainilla y avellanas.

-Bueno, vino el viejo Meriborn  anoche haciendo hoy a la hora del ocaso, dará una de sus charlas ya que mañana es la ceremonia y nada tienes que ir…

-¿Te pidió que vallas?- pregunto Gabriel con voz áspera.

-Como cada año- dijo fríamente Amy.

-Gabriel ¿Vendrás a dormir aquí esta noche?- pregunto Amy en tono pícaro observándonos con los ojos brillosos.

-Eh sí, yo le cedí mi habitación a Tany para que su estadía sea más cómoda- dijo distraído.

-Que lastima, hubiese preferido la compañía de una joven… -dijo con melancolía.

-Si quieres puedo venir mañana si quieres… dije tímidamente.

-Por supuesto que quiero, me encantaría- dijo con felicidad y su mirada se ilumino con la misma. Yo sonreí por lo bajo, y vi que Gabriel tenía una amplia sonrisa hacia mí.

  Conversamos por solo un momento, cuando nos estábamos retirando, Amy tomo por la camisa a Gabriel y lo alejo un poco de mí y él dijo algo al oído, algo que hiso que el rostro de Gabriel se enfermara. El solo negó con la cabeza y se dirigió hacia mí, y nos fuimos en el medio del bosque en busca de Meriborn.

 Tuvimos que caminar mucho hasta que comencé a trastabillar y tropezar con mis propios pies, Gabriel parece tan tranquilo como una gacela y tan liviano al caminar de da gusto verlo. Él se detuvo en mi quinto décimo tropiezo, y me miro con ojos cansados.

-¿Qué?- pregunte furiosa. Mientras que tomaba varias bocanadas de aires para recomponerme de la caminata.

-Que caminas más lento que una tortuga- dijo molesto.

-Yo no camino lento- dije ofendida- Solo que mis piernas son mucho más cortas que las tuyas.

Gabriel me miro burlonamente y enarco una ceja. Yo me enderece y alce mi barbilla bien alto y el largo una carcajada contenida.

-Lo siento, es que me gustas cuando te enojas- dijo como si se le escapara el aire entre las manos. Y luego se sonrojo.

-Pues te aseguro que a mí no me gusta estar enojada- dije molesta.- Además, no se supone que tú tienes un hermoso y gigante unicornio ¿Dónde está?

-En la villa, y no es gigante, tu eres enana- dijo soberbio- Además, déjame recordarte, que tú me arrastraste al bosque contigo, para tratar de abusar de mí.

Yo me quede helada con lo último que dijo, me acerque a él, y él me miro y se rio con suspicacia  hasta que yo hice girar mi mano hacia su hermoso rostro, haciéndolo sentir el impacto de mi mano con su piel suave, volviendo a esta, de color rojo y las marcas de mis dedos en ella. El me miro con sorpresa y enojo posando su mano derecha en su pómulo izquierdo.

-¿Por qué la agresión Tany?- dijo con voz ronca.

-¿Por qué siempre tienes la necesidad de ser tan arrogante y mentiroso Gabriel?- pregunte con furia. El me miro y fue como despertar de un sueño en su mirada, y ninguno contesto las preguntas esta vez.

Sinaparadise y la maldición del ultimo Lucero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora