"¡¿Andrea?! ¡¿Sigues aquí?! ¡Despierta! ¡Te has quedado dormida!" la voz de la madre de Andrea resonó en toda la casa, eran las siete y media, y normalmente ella salía a las seis y cuarenta y cinco para llegar a las ocho al colegio. Lo que primero hizo fue quedarse paralizada, era la primera vez que se quedaba dormida en dos años, no sabía qué hacer, probablemente no llegaría a tiempo a clases "Si quieres no vayas hoy, pero ponte al día rápido ¿Tienes algo importante que hacer?" "No, no tengo nada hoy, clases nomás" "Está bien, no vayas entonces, eso sí, límpiate la casa por favor, ya debo salir a trabajar, nos vemos más tarde, un beso"
La mañana transcurrió en silencio, cualquiera hubiera pensado que la casa estaba vacía ese día, pues Andrea no prenunció palabra alguna hasta que llegó la hora del almuerzo. Para variar, estaba sola, se había pasado el día haciendo tareas domésticas para sí no tener que hacerlas en la tarde, luego se dispuso a leer "Ya es la hora de salida, debería ir preparando el almuerzo"
Su mamá le había dejado en el refrigerador y en las despensas una gran variedad de ingredientes para que se cocinase lo que ella quisiese, pero eso le dejaba una carga de decisión a Andrea "¿Y ahora? ¿Qué hago?" la cual solucionó teniendo en cuenta el uso del tiempo "Creo que fideos verdes será hoy, con lo fáciles y rápidos que son de hacer terminaré al toque y así tengo más tiempo para..." entonces se dio cuenta que lo que le sobraba era el tiempo. O mejor dicho, le faltaban cosas para hacer "Quizás un nuevo pasatiempo me ayude, algo ingenioso, no quiero seguir coleccionando pétalos, que a muy pocas personas les importan..."
Lo que no se le ocurrió fue que la solución a su problema, pero la llave a muchos otros caminos aparecería en tan solo una hora. Andrea estaba terminando de almorzar cuando tocaron su timbre "¡¿Visitas?! ¿A esta hora? A mi nadie me visita nunca, ¡¿qué hacen las visitas aquí?!" se apresuró a abrir la puerta solo para toparse con Leonardo esperando del otro lado "Buen día, Andrea" lucía un tanto diferente, tenía una sonrisa inocua, la columna recta con las manos visibles y la mirada fija y precisa "...Hola" Al notar la sorpresa de su compañera, Leonardo preguntó si alguien podía escucharlos, y al recibir una respuesta negativa regresó a su antiguo ser "Tss, bueno pes, 'qui t'ejo las fichas de hoy..."
"¿Pero qué rayos? ¿Qué clase de cambio fue ese?" "A nada pes, que no quería dar mala impresión" Andrea revisó las fichas del día a la volada "¿Eso es todo?" "Sí pes, no ha sido'n día muy 'nteresante" "Deja de hablar así, no entiendo por qué lo haces" Hubo silencio mientras Leonardo procesaba la información implícita del mensaje de Andrea "Ah... verdad, tengo cosas que explicarte..." Ella le hizo el ademán de invitarlo a pasar y se sentaron en la sala, él se sentó con las piernas juntas sin desparramarse en el sofá, una actitud no dominante ni invasiva que Andrea apreciaba
"Bueno, cómo empezar..." "Quizás diciéndome por qué tienes dos personalidades" "Me gustaría pensar que tengo solo una, pero estoy seguro que tengo varias, no sé cuándo empecé a crearlas, pero sé que lo hago para encajar entre mis amigos" Ella lo inspeccionó de pies a cabeza y solo pudo encontrar a un chico tímido y arrepentido de algunas cosas (no de todo, pues no era culpable de nada) "¿Y por qué me dices esto ahora? ¿Qué ganas con esto?" "No es lo que gano... sino lo que dejo de perder"
Leonardo de acomodó en el sillón y tiró la cabeza hacia atrás mientras seguía su historia "Eduardo es un viejo amigo de antes del bachillerato, ya sabes, de antes de tercero de secundaria" El local en donde el colegio estaba era exclusivo para todos los alumnos de tercero de secundaria en adelante, puesto que eran la mayoría, y se regían por procesos administrativos distintos a los de años anteriores, como si del inicio a un camino a la vida profesional se tratase; por lo que pasar de segundo a tercero era como cambiar de colegio, tu historial académico pasado no se revelaba y casi nadie se conocía.
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Mi tiempo y el nuestro
Teen FictionLa vida es corta o, a veces, larga, depende de quién la viva o con quién lo hagas. Normalmente nos solemos quejar de algo mientras lo tengamos, no tenemos la culpa, somos ambiciosos; pero a penas nos lo quitan o simplemente se acaba, lo queremos de...