De regreso a casa

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Ninguno de los dos decidió qué hacer, solo caminaban sin rumbo cerca al mercado admirando eventualmente a los niños jugar o un show de baile callejero "Verdad que te gustan este tipo de cosas, Leo" Leonardo estaba en su propio mundo cuando Andrea le mencionó eso "¿El qué?" "¿Baile moderno? ¿No estabas en el club de eso?" "Sí, sí... me gustan ese tipo de movimientos, son armónicos aunque aleatorios para el espectador". 

Finalmente ambos llegaron a una banca del parque y se sentaron, ninguno dijo nada por un rato hasta que Leonardo tragó saliva y aclaró su garganta "Entonces... ¿De qué querías hablar?" Andrea miró al cielo tratando de encontrar palabras y luego miró a su compañero a los ojos "¿Por qué es que decidiste un día volverte un rebelde sin causa, un bohemio?" "Creo que ya te lo dije... pensaba que mi yo de antes de bachillerato no era el indicado, que la única forma de encajar era hacer un cambio en mí..." "¿Y qué crees que llevó a Javier a volverse como lo vimos?" "Este... eh, no lo conocemos mucho, lo hemos visto en la fiesta de Bea y ahora en el patio ¿Tú ya tienes una idea?" Andrea miró al frente y luego al piso "La soledad... estar solo por mucho tiempo te vuelve frío, parco, indiferente... Javier posiblemente nunca haya tenido un amigo duradero, nunca ha podido tener una charla como la que estamos teniendo nosotros ahora, él siempre ha estado solo..." 

Leonardo reflexionó por un momento y luego reanudó la charla "¿Entonces? ¿Qué es lo que habías pensado? ¿Qué se te vino a la cabeza?" "Que tuve mucha suerte de encontrarlos a ustedes, no, que el colegio nos haya agrupado; hubiera sido genial que alguien como Javier pudiese incorporarse a un grupo y tener amigos" "Andrea..." Leonardo le frotó ligeramente la cabeza a su compañera y luego prosiguió "Cuando nos conocimos por primera vez hace algo menos de un año los dos éramos personas muy diferentes, tú alguien muy fría y yo alguien inmaduro" "No sé si inmaduro sea la palabra..." "...como sea, la cosa es que en poco tiempo hemos cambiado, ahora puedes empatizar con alguien que inclusive nos causó problemas en el pasado y ahora yo no tengo miedo de ser quien soy" 

Andrea asintió con la cabeza y luego le llegó otra idea a la mente "Oye... ¿Qué pasó con tus anteriores amigos? Ya sabes, cuando aún tenías una máscara" "La mayoría se marchó de mi vida, tampoco eran buenas influencias, solo unos muy pocos se quedaron a mi lado, quizás les conmovió que haya cambiado mi vida o algo" Andrea rio ligeramente "Quién sabe..." A pesar de la sonrisa que Leonardo le había sacado, él aún veía en sus ojos una pena profunda, casi melancólica, como un recuerdo olvidado. 

Ninguno de los dos se daba cuenta, pero estaban asimilado las personalidades del otro y poco a poco se parecían más "¿Pensaste en algo más?" La pregunta tomó por sorpresa a Andrea y la puso a la defensiva "Eh... no, no, nada más..." "¿Y qué piensas ahora?" "Que... me sorprende que pueda hablar con tanta facilidad ahora, especialmente contigo... gracias" "No tienes que agradecerme, oye, tú fuiste la que me cambió a mi ¿Recuerdas?" Ambos se miraron unos segundos "Andrea..." "¿Sí?" Leonardo tragó saliva "Lo que pasa es que me..." tosió hacia un lado y luego regresó la mirada "...me alegra que puedas hablar así conmigo" "Para eso somos amigos, ¿no?" "Eso es verdad" Una fuerte y aguda punzada atravesó el pecho de Leonardo, pero lo único que pudo hacer él era sonreír.

Ambos se levantaron de su asiento y se dirigieron al paradero, sus rutas no coincidían, pero ambos fueron juntos hasta el paradero de Andrea "Gracias por acompañarme" "No te preocupes" Estuvieron un rato hablando sobre banalidades hasta que a lo lejos se atisbó el bus indicado "Ha sido divertido, Andrea" "Sí, creo que sí, la próxima hay que hacer que el resto del grupo venga, si es que pueden claro"

 Ambos se despidieron y Leonardo vio alejarse el transporte antes de caminar hacia su paradero que, por suerte, no estaba demasiado lejos. Sin embargo, en el camino se encontró con Javier, el nuevo alumno, fue fácil de reconocer, pues llevaban el mismo uniforme "Hola, ¿Eres Javier? Yo soy Leonardo, un gusto" Lo de ser extrovertido no le quedaba tan bien a Leonardo como lo hacía a Alejandro, por lo que el abarcado lo miró con extrañeza "Hola..." "¿Cómo estás? Debe ser difícil ser nuevo" Javier frunció el ceño y apretó los dientes "No, no es difícil ser nuevo, lo difícil es tener que soportar a la nueva gente" Sin despedirse, el nuevo alumno dio media vuelta y se alejó de Leonardo, quien quedó confundido y algo enervado.

***

"Ey, Celeste, amor" Alejandro estaba caminando con Celeste hacia su casa, pues ella vivía relativamente cerca al colegio "¿Qué sucede, Ale?" "¿Qué piensas del nuevo chico? ¿Del Javier este?" "Mmh..." Celeste tomó la mano de Alejandro antes de responder "No creo que sea un mal chico" A pesar del tiempo que llevaban saliendo, los gestos amorosos seguían aturdiendo los sentidos del futbolista, haciéndoles decir monosílabos como respuesta "¿Ah no?" "Nopi, es más, creo que podrían hacerse amigos" "¿Amigos?" "Sí, es intuición femenina" Celeste soltó unas risitas antes de acercar su hombro al de su pareja y apoyar su cabeza sobre este. 

Gianfranco, el día en que los enamorados empezaron a regresar juntos, dejó de ir con su hermana a su casa para dejarlos tener su tiempo a solas, él se desviaba unos veinte minutos antes de emprender el retorno a casa, entendía bien lo que era querer pasar tiempo con la persona que quieres y deseaba que Celeste pudiese disfrutar eso a pesar de que era poco probable que Alejandro terminara siendo su pareja definitiva.

Ambos llegaron a la puerta de la vivienda de Celeste, por lo que se detuvieron y charlaron por algo de cinco minutos antes de que saliera en la conversación que ya debían irse "Está bien, Celeste, nos veremos mañana" ella saltó a abrazar a Alejandro "¡Ay, Ale! Lo mejor de regresar al colegio es que nos podemos ver todos los días" "¡Sí!... aunque" Celeste le leyó la mente "Es el último año..." Los dos se miraron unos segundos y luego Alejandro se acercó a besarla. Ambos se mantuvieron enlazados por algunos segundos y luego alejaron los rostros, tenían los corazones latiendo con fuerza. 

Se despidieron con un beso en la mejilla y luego Alejandro esperó a que su novia entrara a su casa antes de retirarse él mismo. Apenas volteó en la esquina para dirigirse a su paradero se cruzó con Gianfranco "¡Ah! Buen día, Ale" "Buen día, Gianfranco" "¿Recién regresas? ¡¿No te has estado chapando a mi hermana, verdad?!" Alejandro retrocedió un paso y empezó a llenar su habla de muletillas hasta que su amigo se empezó a reír "¡Eres la muerte, Ale! Ya oye, nos vemos mañana" "¡Ja! Nos vemos". 

La personalidad de Gianfranco hacía que Alejandro se sintiera seguro, como si las bromas que continuamente hacía le alegrasen el día y lo mantuvieran conectado al mundo real, no temía que lo juzgara por estar con Celeste, sentía su apoyo y eso le agradaba. El futbolista regresó silbando a su paradero sin mayores problemas, aunque en el camino le pareció ver a Javier por el rabillo del ojo pateando una botella con odio.

Mi tiempo y el nuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora