Capítulo 20

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POV Alba
Nunca se me había hecho tan larga una mañana en el instituto, parece que los minutos duren horas.

Solo llevo una clase, pero estoy en un estado en el que no sabría decir qué clase era, si la de matemáticas, la de lengua o la de historia.

Siento que mi cuerpo está en el aula, con mis compañeros de clase, pero mi mente divaga lejos de aquí, junto a Natalia.

Me preocupa enormemente cómo pueda quedar tras la operación, pero si tengo clara una cosa, es que pienso estar a su lado, pase lo que pase.

Otro tema al que no puedo dejar de darle vueltas son las palabras de Elena.
Seguramente soy tonta por dudar de ella, pero es que me cuesta mucho creer que mi amor sea correspondido. No quiero subirme a una nube para luego darme de bruces contra el suelo.

Sé que la caída sería demasiado dolorosa.

De repente, algo hace que mi mente regrese junto a mi cuerpo; el director acaba de entrar a nuestra clase.

- A ver... ¡Prestad un poco de atención porfavor!- nos reclama.

Una vez que todos guardan silencio y lo miran expectante, prosigue.

- Hoy va a venir una nueva alumna, que se incorporará a vuestra clase y, por lo que he entendido, algunos ya la conocéis-se oyen algunos murmullos curiosos- No hace falta decir que espero que la recibáis como dios manda, la conozcáis o no. Cuando la secretaria le dé el horario y el material, vendrá y la podréis conocer.-dicho esto, sale del aula.

Lo que en un inicio había sido un murmullo, ahora es un griterío. Todos comentan la nueva noticia con el compañero de al lado ante el pobre profe de inglés, que no sabe imponerse.

Me giro hacia María.

-¿Crees que la conocemos?- pregunto.

Ella se encoge de hombros, en señal de ignorancia.

Cuando por fin el profesor parece conseguir un poco de orden, la puerta vuelve a abrirse dejando paso a una chica morena que dirige una sonrisa a la clase y dice:

- Hola a todos, me llamo Marta Sango. Me he cambiado de instituto porque los profesores del centro de donde vengo me tenían manía, jurao.

Toda la clase ríe. Está claro que el director no tenía por qué preocuparse por su recibida, les ha caído bien.

A mí ya me caía bien, quiero decir, es la amiga de María. Estaba en la fiesta y el día que fuimos a tomar algo, por lo que ya la conocía. Aún recuerdo algunos de sus sueños extraños que nos contó. Vuelvo a girarme hacia María, con una sonrisa, pero se me borra al instante cuando veo la expresión de terror en su rostro.

- Mierda, no... ¿Porqué a mí?- oigo que dice.

Acto seguido, se levanta y se va corriendo, antes de que Marta haya podido sentarse siquiera y de que al profesor le dé tiempo a reaccionar.

Yo, preocupada, la sigo.

La encuentro en los lavabos, limpiándose la cara con agua. No me ve entrar, por eso se sobresalta cuando la llamo.

- María... ¿Qué te pasa?

Ella suelta un bufido, exasperada.

- ¿Qué me va a pasar? Tía, que me gusta Marta.

Su confesión me pilla desprevenida y algo confusa.

- Pero eso no es ma- María no me deja terminar.

- No, no es malo, es peor.

- A ver, María, explícate porque no me estoy enterando de nada.

Hasta ahora no me había dirigido la mirada, pero cuando lo hace, noto una tristeza infinita en ella.

- Tengo miedo, Alba, mucho. ¿Te acuerdas que te dije que me recordabas a una persona a la que no había podido ayudar?

- Sí. Claro que lo recuerdo.

- Esa persona era mi novia. Se llamaba Marilia y era un ser de luz, créeme. Te habría caído bien- dice con una sonrisa triste.- El caso es que llevábamos nuestra relación en secreto, porque sus padres eran muy homófobos. Pero un día, no sé cómo, se enteraron de nuestra relación y decidieron mandarla a un centro de esos de mierda para "reformarla". Fue todo tan repentino que no pude ni despedirme. Por eso tengo miedo de tener algo con Marta, porque me aterra perderla- confiesa.-Hasta ahora había conseguido mantener ese miedo a raya, pero ahora tendré que verla cada día.-concluye.

Hace rato que las lágrimas han iniciado una carrera desenfrenada por sus mejillas, y eso me encoge el corazón.
María siempre me ha parecido una chica muy fuerte, pero es obvio que todos tenemos un punto débil, como mínimo.

La estrecho entre mis brazos sin decir nada, hasta que se relaja.

Me separo de ella despacio. Ahora entiendo la impotencia que debe sentir ella cuando ve que no me lanzo a confesarle mis sentimientos a Natalia.

Cuando ves a dos personas que se quieren y podrían estar juntas pero no lo están por ese miedo a no ser correspondidas, solo quieres que dejen ese miedo aparte y se arriesguen para que puedan ser más felices.

- María... Sé que no soy la más indicada para decirte esto, pero yo creo que vale la pena el riesgo.

- Tienes razón, Alba. Pero tú mejor que nadie deberías saber que hay cosas que cuesta superar. Necesito tiempo, nada más. Solo espero que Marta me espere.

-  Te esperará.

En ese momento, algo dentro de mí hace click y, de repente, siento la necesidad de decirle a Natalia lo que siento.

Ya me ha esperado lo suficiente.

Volvemos a la clase sin que el profesor haga preguntas. La verdad es que lo agradezco.

El resto de la mañana transcurre insoportablemente lenta y yo me dedico a retomar mis pensamientos anteriores, sumando esta vez el dilema de qué le diré a Nat para declararme. Quiero que sea antes de la operación, por si acaso.

Cuando el timbre señala el final de la última clase, salgo como una exhalación del instituto con María corriendo detrás mío.
Cogemos el metro y en un momento llegamos al hospital donde está ingresada Natalia.

Seguimos corriendo por los pasillos del hospital, ganándonos algunos comentarios poco agradables de algunos abuelos y médicos con los que nos cruzamos.

Finalmente, llegamos a la habitación de Natalia.

Al principio no noto nada raro, pero cuando veo las lágrimas en el rostro de la madre y la hermana de Natalia, se me cae el mundo encima.

- ¿Qué pasa?- se atreve a preguntar María.
Agradezco que lo haya hecho ella, porque las palabras parecen haberse quedado atascadas en mi garganta.

- Han... Le han avanzado la operación. La han operado esta mañana.- Nos comunica su madre.

- Pero no se despierta.- añade Elena, ahogando un sollozo.

No, no puede ser. Por favor, no.

Niego con la cabeza, incapaz de aceptar la información.

Me acerco a Natalia. Tiene los ojos cerrados y está entubada. Me duele verla así.

La médica entra a la habitación y, por su cara, no creo que traiga buenas noticias.

- Debería haber despertado de la anestesia hace rato. En principio la operación ha ido bien, pero parece ser que la paciente está en coma. Lo único que podemos hacer es esperar a que despierte.- informa antes de volver a salir. No parece tener especial ilusión en quedarse más rato del debido en esta habitación.

Siento una gran presión en el pecho que hace que me cueste hasta respirar. Los sollozos escapan sin control de mi garganta, al igual que las lágrimas de mis ojos.

Natalia está en coma y ni siquiera he podido decirle que la quería.

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Sé que dije que ya teníamos bastante drama en la realidad, pero no me he podido contener...

No me puedo creer que esta historia tenga ya 10K. 😲

Bueno, como siempre, ¡gracias por leer y hasta el próximo capítulo!

Your Voice~AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora