Capítulo 12

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POV Natalia
No estoy nerviosa. Vale, eso es mentira, sí que lo estoy. Hoy es el día en el que tengo que tocar con Alba y quiero que salga a la perfección.

Además, después de tocar, iremos a cenar. Creo que más bien estoy nerviosa por esto último. Fue Alba quien lo propuso, con un brillo de determinación en los ojos que removió algo en mi interior.

Presiento que hoy va a ser un día importante.

Miro la ropa de mi armario y me decido por un pantalón rojo ancho con una línea lateral negra que hace días que quería estrenar, unos botines negros y un top rojo. Para terminar, me pongo un poco de maquillaje.

Salgo de casa con tiempo para no llegar tarde, y, cuando llego a la escuela de música me encuentro a Alba en la puerta.

Nos miramos la una a la otra de abajo a arriba y de arriba a abajo. Acto seguido, comenzamos a reírnos por la situación: vamos casi igual vestidas, parece que lo hayamos hecho intencionadamente.
Alba lleva unos pantalones rojos, también anchos y con una franja negra en medio, unas botas rojas y un top negro.

La risa nos dura un buen rato, y luego volvemos a mirarnos, pero a los ojos. Está preciosa, tanto que me cuesta hasta respirar. Lleva el pelo ligeramente rizado y de un tono más grisáceo del habitual.
Aparto la mirada cuando noto que mis mejillas empiezan a sonrojarse y abro la puerta para dejarla pasar dentro.

Vamos a la clase, donde ya nos está esperando Laura, y nos sentamos en dos pufs adyacentes.

Poco a poco, los demás compañeros van llegando. Van todos con un aspecto más cuidado de lo habitual, ya que la situación lo requiere; es casi como un concierto.

Una vez ya estamos todos, Laura nos dice el orden en el cual actuaremos. Alba y yo somos las últimas.

Los primeros en empezar son Dave y Alfonso. Cometen algunos errores, pero lo hacen bastante bien.

Cuando está tocando la segunda pareja, miro a Alba, que observa con ojos brillantes a los intérpretes. Su mano descansa sobre el borde del puf y, siguiendo un impulso, decido entrelazar sus dedos con los míos, logrando que, además, sonría.

Las actuaciones van pasando y nosotras seguimos con las manos unidas. El corazón me late desbocado en el pecho: tal vez porque cada vez queda menos para que nos toque, tal vez por el contacto de la mano de Alba con la mía, o tal vez por las dos cosas.

Finalmente, llega nuestro turno.
Ocupamos nuestro sitio en la banqueta y dejamos que surja la magia. Durante los instantes que dura la canción, solo soy consciente de la presencia de Alba a mi lado.
Nuestras manos tocan como si de una sola persona se tratase, hasta que terminamos.

Entonces vuelvo a la realidad y veo a toda la clase de pie aplaudiéndonos efusivamente, Laura incluida.

Me vuelvo hacia Alba, le cojo la mano y saludamos juntas.

- Chicas, ha sido... Ha sido genial, mágico, realmente estábais viviendo la música. Habéis dejado vuestra alma en cada una de las notas. Mi más sincera enhorabuena.- Nos dice Laura.- Chicos, la semana que viene no puedo venir, así que no habrá dúos. Pero quiero que vayáis repasando las otras lecciones, ya podéis iros.- Concluye.

Cojo a Alba a caballito sin que ella se lo espere y salgo corriendo de clase, girando sobre mí misma y lanzando gritos de júbilo.

Voy calle arriba, por donde me va señalando Alba, hasta que llegamos a una pizzería.

La deposito suavemente en el suelo y me doy la vuelta, quedándome a escasos centímetros de ella, que
se pone de puntillas y me coloca un mechón por detrás de la oreja.

Luego entra en la pizzería, pero yo tardo unos segundos en seguirla, los suficientes para disimular un poco la sonrisa de boba que se ha instaurado en mi cara y para recordar cómo se respira.

El local es muy acogedor, las paredes son de ladrillo y están decoradas con elementos de madera que le dan un aire rústico. La luz es anaranjada, me recuerda a los inviernos de vacaciones en el campo, con la luz del fuego iluminando las caras de mi familia.

La mesa a la que nos conduce el camarero está un poco apartada de las demás, lo que nos proporciona un poco de intimidad.

- Alba, este sitio es increíble. A ver cómo está la comida, pero de momento estoy sorprendida. Por cierto, ¿cómo has hecho la reserva?

Me ha ayudado mi hermana. ¡Me alegra que te guste!

Tardo un buen rato en escoger qué pizza prefiero, ya que hay mucha variedad donde escoger. Finalmente, me decanto por una barbacoa y Alba, por una vegetal.

Lo que pasa a continuación sí que no me lo esperaba para nada.

Quiero contarte por qué no hablo.

- Alba, si no te sientes preparada no hace falta, de verdad.

No, si hay alguien a quien quiero contárselo, es a ti.

La determinación que asoma en sus ojos me confirma sus palabras, así que le hago un gesto, instándole a que empiece su relato.

En mi antiguo instituto tenía un grupito de amigos: Famous, Carlos, Noelia y Sabela.
Nos llevábamos muy bien y nos encantaba hacer planes juntos.
Pero un día, Noelia me contó que le gustaba Carlos.  Por alguna extraña razón, la que le gustaba a Carlos era yo.
Yo no quería nada con Carlos, obviamente, pero empezó a buscarme y, un día, me dijo que ya no podía más y me besó.

Lo aparté de golpe y él se fue corriendo, avergonzado por el rechazo, pero Noelia nos había visto.

Quise irme a casa, pero me retuvo y empezó a insultarme.

Aquel día nos dijimos cosas que ninguna de las dos sentíamos de verdad.

Le dije... L-le dije que...

Hasta ahora me he limitado a seguir sus gestos con atención, pero al ver lágrimas corriendo por sus mejillas no puedo evitar secárselas con el dorso de mi mano. Luego, me levanto de la silla y la abrazo por detrás. Una vez más tranquila, prosigue y yo vuelvo a sentarme.

Le dije que ojalá nunca la hubiese conocido, que no había valido la pena y que... Que ojalá se muriese.

En ese momento, se dió la vuelta y empezó a correr, cegada por las lágrimas.

Quiso cruzar la calle.

No pude hacer nada cuando el coche la atropelló delante de mis narices.

Llamé a una ambulancia, pero ya era demasiado tarde.
Desde aquel día, mis demás amigos dejaron de hablarme porque me culpaban de su muerte.

Entonces decidí que nunca más volvería a hablar, porque lo único que conseguí con mis palabras aquel día fue... Que Noelia muriera.

Al curso siguiente me cambié de instituto... El resto ya lo conoces.

Se queda cabizbaja.

Madre mía, la carga que soporta Alba es enorme y lo peor de todo es que no se lo merece. Ha tenido que sufrir mucho.

Levanto su barbilla para que me mire, y así lo hace, expectante. Supongo que con miedo de lo que pueda decir.

- ¿Soy la primera persona a la que se lo cuentas?

Sí.

-Entonces me temo que soy la primera en decirte que lo que pasó no fue culpa tuya.

El sollozo ahogado que sale por su garganta me lo confirma y ahora es ella la que se levanta de su sitio para abrazarme.

Así es como nos encuentra el camarero cuando nos trae las pizzas.

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Capítulo intensito 😳 y esta vez no he tardado tanto, jeje.
No quiero ser pesada, pero mil gracias a lxs que votáis esta historia.
Continuará...

Your Voice~AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora