Capítulo 20

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Dania:

Había llegado de nuevo a casa después de haber estado unos días fuera con mis hijos.
Un días en los cuales me han venido muy bien para reflexionar y buscar esa paz que tanto necesito.
Lloro de vez en cuando por la muerte de Jared al caer la noche, cuando nadie pueda verme y donde pueda desquitarme de alguna manera de este dolor que me va asfixiando. Ahora sin él no soy nada, me siento triste y vacía abrazada a mi almohada reviviendo todos los momentos que pasé con Jared. Siento que todo lo que me rodea es amargo, río sin ganas, como si me pintaran la sonrisa para interpretar mi mejor guión. Aún así, debo mentalizarme que él ya no volverá.

De momento, no quiero saber nada de amor ni de hombres.
Mis hijos son lo más importante en estos momentos para mí y por ellos debo luchar e intentar que no se derrumben por la pérdida de su padre.
De momento, los veo bien. Y eso me deja algo las tranquila.

Pero ver a Meri encima de Nahuel no me deja muy tranquila que digamos.
Les doy la orden a los niños para que se vayan a su habitación y dejen la maleta junto a las cosas que hemos comprado y de paso para que no escuchen a su madre las palabras que tengo preparadas para este par de dos.

Comienzo a discutir como no, con Meri. Nahuel me mira e intenta callarme diciéndome que no es lo que parece.
Vaya, ahora resulta que no estoy bien de la vista.
Furiosa le pido que se vaya. Nahuel se va en silencio echándome un último vistazo.
Ni lo quiero mirar. Tanto como decía que me quería.
Vaya, qué pronto ha cambiado de opinión.
Pero ésta que se considera mi amiga. No va llevar frío.

— Dania hermosa baja las pulsaciones que te va dar un paro cardíaco. Escucha antes de juzgarme escucha lo que tengo que decirte, palabrita del niño Jesús que no miento y después puedes gritar.

— ¿Qué vas añadir aparte de veros en actitud cariñosa en mi sofá? Maldita sea Meri, esto no te lo perdono.
Sabes perfectamente que no quiero hombres en mi casa y mucho menos que vengas a ... — Estoy muy alterada, el haber visto a Meri en los brazos de Nahuel no me ha prestado para nada bien.

— Dania joder, cállate un poco y deja que me explique. —Hago lo que me pide. Tomo asiento en el sofá, Meri empieza a contarme lo sucedido.
La escucho con atención, sé que algo me está ocultando y aunque trate de pintarlo de mil colores, no me la da.

— ¿Has terminado?  — Le anuncio conforme me voy levantando del sofá.

— Para ya. ¿Acaso no me crees? Porque me da la impresión de que no confías en mí. Pues para que lo sepas, Nahuel solo está interesado en tí, nosotros somos amigos.

— Ya, sí. Si yo no digo nada Meri. De hecho yo con Nahuel no quiero nada. Si está enamorado de mí, lo siento por él. Y respecto a tí, ya no vuelvas más a pasarlo a casa.

— De acuerdo. Pero abre un poco los ojos y no rechaces a un hombre bueno  pensando en lo que no es.

Meri se va para jugar con los niños, mientras tanto, yo me quedo de pie intentando tranquilizarme un poco.
Estoy más que decidida a seguir adelante con mi vida sin nadie.
Ya la vida me ha golpeado demasiado quitándome a mis seres queridos.
El amor para mí, ya se apagado dentro de mí corazón.

Al día siguiente me reúno con mis empleados para ver cómo va el mercado e intentar sacar algún proyecto nuevo.
Uno a uno empiezan a dar alguna idea y sugerencia. Tomo nota de ello para después debatirlo.
La reunión se alarga un poco más de la cuenta.
Realmente estoy agotada, consulto la hora, veo que no me va dar tiempo de ir a por los niños al cole.
Llamo a Meri y tampoco puede salir, ahora resulta que dirige un programa.
Me quedo en silencio como una estúpida al pensar que no tuve tiempo de hablar con ella debido a mi enfado.
Decido llamar al colegio explicándole que llegaré algo tarde.
Inmediatamente me pongo en marcha.

La Realidad Ante Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora