Capítulo 13

2.9K 309 7
                                    

Dania

Para qué negarlo. Estoy celosa.
Ardosa con la idea del haberme enterado que mi mejor amiga ha pasado la noche en  casa de Nahuel.
Y por ello, estallo contra ella.

— Dania deja de decir estupideces. Yo no he tenido nada con Nahuel. Sólo el pobre hombre me ayudó porque tú no respondías al teléfono.

— Me da exactamente igual lo que tú hagas con tu cuerpo Meri. Lo que único que te exijo es que ese hombre no se acerque a mis hijos y a mí. Lo quiero lejos.

— Chica para de hablar así que no es un delincuente. Conmigo se ha portado muy bien y sin faltarme el respeto.

— Más tonta no puedes ser Meri para la edad que tienes. ¿No te das cuenta que te está utilizando para acercarse a mí?

— Aquí la única estúpida que hay eres tú. Me duelen hasta las muelas empastadas de decirte que conozcas ha otros hombres y trata de seguir con tú vida. Y si quieres saber algo vas y le preguntas tú a Nahuel. Cosa tonta de mujer, y deja de ponerte celosa y acusarme de algo que no he hecho.
Y otra cosa, ¿Tan rastrera me ves para hacer algo así?

— Meri... Yo...

— No me esperaba esto de tí Dania. Eres mi mejor amiga, nos llevamos como hermanas y tú enloqueces sin saber y tampoco me das tiempo para explicarte lo que sucedió. Sigue así Dania, al final la amargada eres tú, no yo.

Meri se marcha dejándome aturdida.
Tomo asiento en la banqueta echándome las manos a la cabeza.
¡Dios mío! ¡Qué  hecho!
Acabo de acusar a mi mejor amiga de ser una cualquiera.
¿Qué me está pasando? Maldita sea porque siento estos hilos revoltosos correr por mí organismo llegando a  cometer un gran error.

Me preparo una infusión para calmarme un poco. Aún así, lo que más me afecta es la manera de observarme mis hijos.

— Mamá, has discutido con tía Meri.

— Un poco. — Respondo abatida sin atreverme a mirar a mis hijos.

— Debes disculparte con ella. Tía Meri es buena y Nahuel también. No debes enfadarte con ellos. — Abrazo a mis hijos sintiéndome culpable por haber discutido con Meri sin necesidad.

— Mamá no llores, no queremos ver lluvia en tus ojos.

— Estoy bien mis pequeños. Ahora vamos a terminar de desayunar que hay que ir al cole. Les prometo que hoy mismo hablaré con tía Meri.

— Mamá, no queremos que se peleen. Queremos mucho a tía Meri. — Abrazo a Pablo dándole un beso en su mejilla.
En ocasiones los niños  ven más la realidad que yo misma.
Me siento mal por haber sido una celosa con Meri, debí de haberla escuchado antes de acusarla.
Entonces caigo en la cuenta que en verdad sienta algo por Nahuel.
Pero...¿Desde cuándo se me ha despertado este sentimiento?

No puede ser, yo amo a Jared, no puedo querer a dos hombres a la misma vez. No se puede, no debo...
Creo que me estoy volviendo loca, al final tendré que ir al psicólogo.

Nada más dejar a los niños en el cole, voy hacia la cadena de televisión donde trabaja Meri.
Quiero hablar con ella y poder disculparme. Me siento fatal por haberle faltado al respeto sin motivo.

Qué recuerdos me trae la cadena, aquí fue donde empecé a trabajar como periodista.
Poco duró, la vida se empeñó en elegirme otro distinto y ahora después de tantos años vuelvo. Al parecer, ha cambiado algunas cosas.
Llego hasta la planta donde trabaja Meri, en el mostrador pregunto por ella. La secretaria me dice que espere para ser recibida.

Tomo asiento en una silla, agarro una revista para leerla cuando alguien me llama.

— Buenos días. — Por el acento a italiano y la descripción que me facilitó Meri, este señor debe de tratarse de su jefe.

La Realidad Ante Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora