Capítulo 6

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Miro la hora que es.  Me imagino que los gemelos estarán en natación y en el fútbol.
Primero voy a recoger a Pablo y seguido vamos al campo de fútbol para recoger a Daniel.
Desde lejos puedo verlo sentado con su cabeza gacha.
Mierda, me he equivocado, debí recoger primero a Daniel.

— Daniel siento mucho haber tardado. — El niño no dice nada, en silencio se sube al auto sin hablar con nadie.

— Pablo pregúntale que es lo que le ocurre.

— Es porque el domingo va ver un partido de padres, y claro como nosotros no tenemos padre, Daniel se ha puesto triste.

— Aha. Entiendo. — Miró la tristeza que  envuelve al pequeño. Me duele mucho verlo en ese estado, hasta yo lloro cuando sus sonrisa desaparece.

—Tranquilo Daniel, yo encontraré una solución. — Intento hacer lo posible para levantarle el ánimo.

— Déjalo tía Meri, estoy bien. Sólo que me da envidia de ver a mis amigos con sus padres y yo no tengo padre. Aún no aparece. — Abrazo a Daniel susurrándole que todo está bien.

Al irse a darse un baño, yo aprovecho para preparar su cena preferida.
Spaguettis.

— Tía Meri, estás muy callada.

— Es que no sé cómo hacer para que Daniel vaya acompañado por alguna figura masculina. Al caso que me disfrace yo de hombre, no soy capaz de encontrar alguna solución.

— El bigote te queda genial. ¿Porqué no se lo dices a Nahuel? Él y Daniel se llevan muy bien. A mí también me cae genial.

— ¿Tú crees que debería decírselo?

— Sí. Yo mismo te llevo a su casa y así le daremos una sorpresa a Daniel.

— Hecho. Venga vamos ahora mismo. — Después de todo no ha tenido mala idea el niño.

Aparto la comida y me voy hacia la habitación de Daniel. Le digo que voy a pedirle tómate frito a la vecina. Le dejo que siga viendo la tele.
Mientras tanto Pablo y yo nos vamos a casa de ese tal Nahuel.

— ¿Crees que es buena idea venir a pedir estos favores y a estas horas?

— Mi madre siempre dice que debemos de avisar a las personas con antelación. — Lleva razón Pablo.
Pero no sé yo qué pensar.

Toco el timbre de la puerta esperando que salgan abrirnos.
Toco de nuevo la puerta y sale un señor moreno, alto, ojos azules, físicamente atractivo, y cuerpo 10.

Por la descripción que me ha dado Dania, este hombretón debe ser Nahuel.
¡Qué cabrona! No sabe nada la pájara, joven y atractivo.
Y encima no quiere tener sexo con él. Esta mujer está peor de la cabeza de lo que yo creía.

— Buenas noches, ¿En qué puedo ayudarla?

— Hola Nahuel. — Saluda Pablo bajándose del coche.

— Hola Daniel, ¿Qué tal estás?

— No, soy Pablo. Estoy triste por mí hermano. Él tiene que jugar al fútbol un partido de padre e hijos y como no tenemos padre el no quiere participar.

— Pablo, déjame hablar a mi hermoso.

— Hola soy Meri, la tía de los niños. Es que resulta que yo venía a pedirle un favor. El domingo, se organiza un partido de padres e hijos de la clase de Daniel. Y claro, él pobre de mi sobrino no tiene padre y se pone triste de ver a sus compañeros con sus padres y él no puede participar. Y esta es la segunda vez que no va participar y me gustaría que fuera usted con él y jugar al fútbol.

La Realidad Ante Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora