Capítulo 4

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Dania:

Llevo unos días que parece que el tiempo transcurre muy deprisa.
Da igual las vueltas que le dé al reloj de arena, cada grano cuenta y hace que me percate de todo el tiempo que estoy dejando de escapar por vivir encerrada en una cúpula que yo misma me he creado a base de sufrimiento y esperanzas por querer encontrar a Jared.

Al fin, he comenzado a darme cuenta de todo. Nunca dejaré de buscarlo, como también necesito salir de mi pequeño cuartucho comenzando a sentir emociones ya olvidadas.
Debo de admitirlo, estoy tocando fondo y temo que esta depresión arrastre también a mis seres queridos.
Ya es hora de que mis lágrimas desaparezcan convirtiéndolas en una máscara.
Ahora sólo quiero hacer algo distinto, como divertirme.

Aún no sé dónde me lleva Meri. Viniendo de ella es capaz de llevarme a un...¿Strip Clubs?

Miro a Meri atónita sin poder cerrar la boca del mismo asombro de ver el club.

— Te aconsejo que cierres la boca, porque luego sientes como si la mandíbula te duele. Y eso que aún no has visto a los men.

— ¿Es que no había otro lugar donde traerme más aquí, a ver a tíos aceitados tapados con un tanga?

— ¡Ey! No te enfades. Tú pasa más al fondo y verás como nada es  lo que te imaginas.

— Quiero divertirme Meri, no venir a chillar como una desquiciada como si no hubiera visto a un hombre desnudo, al mismo tiempo que un grupo de mujeres lo soban metiendo sus billetes en sus tangas.

— Desde luego que imaginación tienes hija de mi vida. Escucha. Respira hondo, y  baja las pulsaciones.
Tú y yo vamos a pasar más adentro.
Nos sentamos en una mesa, nos pedimos algo de beber y  si quieres  más tarde nos vamos a bailar. ¿Confías en mí?

— Cuando se va la luz. — Respondo irritada y molesta por su manera de provocarme.

Todo hay que decirlo, es lugar es... Fabuloso con toque de erotismo.
Sólo  hay hombres desnudos cargando bandejas con una pajarita y un tanga que deja mucho a la imaginación.

Nada más entrar en la segunda planta, Meri me lleva hasta una sala donde hay una barra y varias mesas. Al frente, un gran escenario con varios chicos guapos con sus cuerpos marcados y algunos incluso llevan algún tatuaje, hacen su show.
Meri y yo tomamos asiento en una mesa.
Nos pedimos algo de beber mientras veo como bailan muy sensuales los streppers.

— Anda, no mientas y no digas que no te gusta el espectáculo.

— No está mal. ¿Pero porqué me has traído aquí?

— Este lugar es como mi segunda casa. Es agradable para la vista, malo para la salud. Con tanto calor debes tomar medidas. ¿Ya sabes a lo que me refiero? Ventaja:
Ves tíos buenos, tú imaginación fluye mientras disfrutas del ambiente y sabes que ningún cansino va estar toda la noche insistiendo haciendo lo que haga falta para que te vayas con él. Aquí puedes divertirte a tu aire, mientras te estás recreando la vista e incluso si te apetece sexo, entregas tú tarjeta de crédito y tienes el mejor sexo del que puedas llegar a  imaginar.
Sabes que al salir por la puerta, nadie te pedirá explicaciones.
Inconveniente:
Qué tú te vas y los tíos macizos se quedan aquí.

— De verdad Meri, pensaba que la cabeza la tenías para peinarte. Pero veo que piensas.

— Y para darme tintes. Venga, vamos  la pista nos llama y hay que menear el pandero.

Me río con las ocurrencias de Meri. En cierto modo Meri lleva razón.
Mires por donde mires hay algún tío bueno. Según las normas no se pueden molestar ni ellos a tí.
Simplemente hacen su trabajo, y así evitas caer y acabar con un desconocido.
Quitándome algunas de mis preocupaciones de mi mente. Me dejo llevar por la música ayudándome las copas que he bebido para bailar y gritar como una más de la que se encuentran en la pista. Sólo quiero divertirme aunque sea por un par de horas.

La Realidad Ante Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora