Shin volvió a su mundo con la expresión de la satisfacción en su rostro. Con cierto regocijo recordaba la mirada de los dioses y ángeles sobre él. La impotencia, la frustración y el enfado con el que lo veían. Caminaba pleno al templo cuando Bills y su ángel aparecieron delante, en el camino. El dios tenía las venas del cuello y frente marcadicimas, los puños apretados y a paso amenazante caminó hacia el Supremo Kaiosama que lo esperó con una postura solemne y relajada.—¡Tú renacuajo pretencioso! ¡Me vas a explicar a qué se debe todo esto! ¡¿Qué estas tramando?— le exigió saber, tomándolo de la ropa y levantando lo un poco para sacudirlo.
— Primero que todo suelteme— le exigió Shin con calma— Y en segundo lugar...mi propósito es bastante evidente.
Bills dio un gruñido y lo arrojó al suelo como si tirará basura, aunque no logró derribarlo. Shin levito para mantenerse a la estatura del díos.
— En vista de que no comprende el propósito de este evento, se le explicaré. Mi paciencia se terminó y si bien no es usted el único responsable, sí es el principal- dijo Shin con voz firme— Como usted aun después de lo estar al borde del exterminio y conocer la baja calificación de nuestro universo no ha cambiado su perezosa actitud he decidido tomar el control.
— Te quejas de mi actitud, pero la tuya no es mejor. Montaste todo esto para cambiar este universo por otro mejor y no tener que esforzarte— le señaló Bills con petulancia.
— Se equivoca. Lo que quiero es cambiar de dios— le confesó Shin— ¿Qué opina del señor Gin? A mi me parece una excelente opción y en cuanto a usted...No se preocupe. Estoy seguro que seguirá aquí cuando el torneo terminé. Siempre y cuando no sea yo quien gane, de lo contrario tenga por seguro que ningún Supremos Kaiosama lo escogerá.
La paciencia escasa del dios se había agotado y la sonrisita del Supremo Kaiosama lo estaba irritando bastante. Quería golpearlo, pero seguramente eso era lo que ese cretino estaba esperando.
— Te has esforzado bastante para urdir todo este plan del torneo y debes sentirte muy listo y valiente por ello, pero ¿En serio crees que tú, el más inepto de los Supremos Kaiosama tiene oportunidad de vencer a los otros que están mucho más capacitados? No seas iluso, chico. En el primer combate habrás perdido y quedarás en ridículo.
— Cierto es, señor Bills, que yo soy el menos preparado de los Supremos Kaiosama en función, pero ¿Cree que escogí un torneo solo porque se me ocurrió?— le cuestionó Shin y se apartó un poco apoyando los pies en el suelo- La única ventaja que yo poseo, sobre todos los demás, es que si se trata de combate real ¡Soy el que mayor experiencia posee! Porque desde el primer instante en que asumí el cargo, de Supremo Kaiosama, he tenido que luchar y erradicar el mal del universo por mi mismo ¡Mientras usted estaba durmiendo!
Bills guardo silencio. Estaba indignado, pero no logro verbalizar nada.
— Se lo dije señor Bills— continuó Shin pasando tranquilamente por el costado del dios— Gane o pierda las cosas no van a cambiar para usted...o tal vez si. Si pierdo supongo que de alguna forma usted se sentirá bastante humillado. Tiene el don de hacer que todo, de alguna forma, tenga que ver con usted. Siempre es un agrado recibirlos, pero tengo trabajo que hacer. Usted entiende de eso ¿no? Que tenga una buena tarde.
Shin se alejó caminando sin prisa y Bills se quedó allí asimilando la paliza verbal que le acaban de dar, como también las efectos colaterales de este torneo y cayó en cuenta de que eran bastantes y muy peligrosos ¿Qué empujó al Supremo Kaiosama a esa acción tan extremista? ¿En que pensaba realmente? ¿A qué se refería con que él no era el único responsable?
Bills y Shin no eran para nada unidos, pero su relación no era hostil tampoco; solo distante e ineficiente. Él no odiaba a Shin y dudaba de que Shin lo odiara a él. Las palabras del Supremo Kaiosama le hicieron entender que lo que lo había llevado a ese punto era algo muy relevante.
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Supremacía
FanfictionEl torneo de los Supremos Kaiosama ha comenzado y el destino de más de un universo puede cambiar dependiendo de quien salga victorioso.