Cuatro

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Shin escuchó las advertencias que le hacia Bills a Vegeta.
Suspiró y se encaminó a su templo ignorando todo ese asunto que él había previsto también. Un año entero le llevó planear el torneo. Un año entero en que estudio absolutamente todo y a todos los involucrados. Claro esta que no podía controlar todo. El orden de los participantes en el torneo no fue algo que pudiera preveer, mas sabía que ser el primero en participar descolocaria a los demás, pues si bien resultaba lo más lógico siendo él quien lo organizó y teniendo también en cuenta que si obtenía la victoria podría observar a sus posibles adversarios, los otros Supremos Kaiosama lo consideraban demasiada tímido (por no decir palabras mas graves) para algo como eso.

"Me preguntó quién ganará el duelo entre Rou y el señor Gowasu. Si vamos a las actitudes físicas la mayoría apostaría por Rou. El Supremo Kaiosama del universo nueve es más joven, rápido y flexible; pero el señor Gowasu fue el maestro de Zamasu y Zamasu venció a Kibito que goza de una buena reputación como guerrero, además la impaciencia de Rou puede jugarle en contra sin mencionar que suele usar algún truco sucio para conseguir la victoria..."

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz del dios de la destrucción que lo llamaba a gritos por el pasillo y avanzaba hacia él con actitud agresiva.

— ¡¿Te crees muy listo?! ¡¿Te crees muy listo?!

— ¿De qué habla?—  preguntó Shin calmadamente.

—No te hagas estúpido...sabes muy bien de que hablo. Seguramente te llevo mucho tiempo planear este maldito torneo e incluso debiste calcular que esto podía pasar— le medio gritó Bills e intento sujetarlo por la ropa, pero Shin lo evadió.

— Tiene usted toda la razón. Los espectadores cumplieron su función y esa fue traerlo a usted aquí— le dijo Shin sonriendo — Entre los Supremos Kaiosama hay algunos que no tendrían demasiada reparos en jugar sucio, sin embargo, eso a usted no le importaría. Si yo gano o pierdo, usted es el menos afectado. Por lo tanto tenía que pedirle su colaboración de una forma más agresiva.

— Trajo a los espectadores para que los habitantes de nuestro universo tuvieran intenciones como las de Goku y los demás e incluso más agresivas hacia su persona. Un cambio de díos de la destrucción en este universo podría traer terribles consecuencias a muchos planetas, por lo que la mejor forma de evitar tal cosa seria matandolo a usted, algo que por supuesto que el señor Bills no estaría dispuesto a permitir y lo obligaría a protegerlo, pero usted no busca que el señor Bills, lo resguarde de los posibles ataques de los habitantes del universo, zino de los de los otros Supremos Kaiosama ¿No es así? Ellos no buscarían matarlo, pero si lastimarlo...

—¡Eres un maldito!— gruño Bills.

— La verdad es que hay que reconocer que es bastante astuto— señalo Whis con una sonrisa algo torcida.

— A parte de todo ahora tengo que hacerte de guardaespaldas ¡Ya estarás contento ¿no?!

— Bastante— admitió  Shin — Supongo que querrá quedarse. Le pediré a Kibito que prepare para usted unas habitaciones. Ah y por favor absténgase de destruir mi templo.

Las ganas de darle una paliza  estaban por superar a Bills, pero de alguna forma consiguió enfriar sus ánimos.

— Oye Whis...— exclamó cuando se quedaron solos él y su asistente.

— Dígame señor Bills...

— ¿Por qué crees que el Supremo Kaiosama cambio tanto?— preguntó seriamente mientras veía alejarse a Shin por ese sombrío corredor.

— No lo sé. Tal vez no cambió y solo está siendo como es realmente, en cualquier caso lo que haya causado está nueva actitud en él debió ser algo muy grave— le dijo el ángel.

Bills no hizo comentarios al respecto y resignado al asunto siguió a Shin por el pasillo.

Gowasu estaba meditando en una de los jardines interiores de su templo o lo intentaba porque Rumoosh no dejaba de interrumpirlo diciéndole que lo que hacía era una pérdida de tiempo, que debía ponerse a entregar y otro montón de cosas.

—Entiende que sería una vergüenza para mi si pierdes el combate, además que no quiero terminar como dios del universo siete.

— Dudo mucho que el Supremo Kaiosama Shin fuera a escogerlo a usted si gana el torneo— pensó el Gowasu— El combate es mañana. Hay muy poco tiempo para entrenar. Si lo hiciera solo terminaría por presentarme exhausto al enfrentamiento—  dijo el Supremo Kaiosama al dios y sonó muy calmado.

—Creo que él tienen razón— dijo Cus a su díos.

— Más vale que no pierdas o haré el ridículo— dijo Rumoosh antes de retirarse.

El viejo shin-jin se quedó por fin a solas en el jardín y respirando profundo, se entregó a la meditación que tenía planeada, pero en lugar de eso terminó cavilando otras cosas. Las relaciones entre Supremos Kaiosama eran inexistentes. Cada quien hacia su trabajo como si no hubiera otros universos, mas debido a las acciones de Zamasu él había generado cierto lazo con el Supremo Kaiosama del universo siete. No lo llamaría amistad o algo así, pero le tenía gratitud y estaba en deuda con él. Le parecía un kaio-shin noble, justo y valiente, mas se notaba lo mal preparado que estaba para su cargo, sin embargo, le costaba imaginar que preparará todo eso con un propósito tan egoísta. Apartó las ideas de su mente y volvió a su meditación.

En el universo nueve, Rou estaba al borde de un colapso nervioso. No podía usar sustancia de ningún tipo para mejorar su rendimiento, tampoco armas y eso lo obligaba a idear tretas más elaboradas. No es que viera a Gowasu como un rival muy fuerte, sino que quería llegar al final para poder tener un la posibilidad de cambiar de dios y mejorar así su universo. A cualquier Supremo Kaiosama le preocupaba el rendimiento de su universo y si en pos de mejorar su desempeño debía ver como destruían algún planeta, lo toleraban, pero Sidra no era nada criterioso para llevar a cabo aquella tarea por lo que él muchas veces tuvo que hacer la vista a otro lado para no caer en un fuerte conflicto.

Rou no era el único que veía esa posibilidad, aunque Mojito no estaba seguro de si él tenía que seguir sirviendo a Sidra o al dios por el que lo reemplazarán, pero estaba la posibilidad de por fin tener un cambio que lo favoreciera. El ángel no odiaba al dios, pero le era demasiado intransigente, muy poco criterioso y sobre todo demasiado arrogante. No se pronunció al respecto ni para bien ni para mal. Mojito se limitó a observar y a esperar el resultado de esa contienda.

El día llegó rápido para los combatientes que ocuparon su lugar en el sitio previo al combate. Shin estaba sentado en el barandal del palco donde Bills estaba sentado en un sitial. El dios no le quitaba los ojos encima y él la sonreía cínicamente aumentando el malestar de su contraparte.

A Shin no le importaba lo que el dios pensará de él. Tampoco lo que los otros Supremos Kaiosama le dijeran. La mirada de resentimiento que le daba Ea, los fríos ojos de Kai o la de desprecio de Anat, tampoco la afectaban. Él estaba ahí en ese momento para disfrutar de un buen espectáculo.

— Oye Supremo Kaiosama— habló Bills— ¿Dónde está ese asistente tuyo? Crei que vendría también.

—Él está atendiendo un asunto importante ahora—  respondió Shin.

Bills miro a Whis y este se encogió de hombros.

La plataforma estaba vacía y Daishinkan con unas breves palabras de bienvenida abría el evento del día. Los contrincantes avanzaron por los pasillos destinados para su entrada a la arena y subieron a la plataforma de forma solemne. Kibito estaba a un costado de la arena observando todo con discreción. El gong sonó y ambos Supremos kamisama tomaron postura de combate.

SupremacíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora