Capítulo 22/. Rapir

16 2 0
                                    

Nada más entrar en el palacio de Lanis había un gran salón blanco con unas escaleras que acaban en un rellano con un gran portón que daba a la sala del trono. Pero sólo Churo podía entrar por la puerta que se escondía detrás de la última maceta del salón.

Ahora el príncipe bajaba las escaleras que habían detrás de esa puerta de madera portando una bandeja de oro con un bocadillo, un pastel y una jarra de agua. Cuando acabaron los 99 escalones descendientes Churo tuvo que encender la antorcha que había al principio del pasillo porque este estaba muy oscuro. Con el movimiento de dos dedos la antorcha se elevó y, flotando, se colocó delante de él. El príncipe caminó unos 200 metros hasta llegar al final del pasillo donde había una silla y una puerta maciza de metal.

-Hola, hermano, gracias que has venido, tenía mucha hambre.

-Hola Rapir, ¿Cómo estás?

-Hambriento

-Vale, vale, toma.

Churo le pasó a Rapir la comida a través de un agujero que conectaba con el interior de la celda.
Churo se sentó en la silla apoyando la bandeja sobre sus rodillas y esperó. Desde el otro lado de la puerta se escuchó un gruñido de satisfacción y después el choque de cientos de colmillos masticando velozmente.

-¿Ya has acabado, quieres la bandeja?

-Si, por favor

Churo le pasó la bandeja por el mismo agujero y consiguió ver como unas garras la cogían desde el otro lado.

-No entiendo para que las quieres. ¿Y porque estás transformado en dragón, no sería mejor que estuvieses en tu forma original?

Rapir era en su forma original un alicornio dorado con crines y alas rubias y su cuerno tenía forma de ala de dragón. Siempre se había extrañado de que su cuerno tuviese esa forma hasta que descubrió que podía transformarse en esa criatura. En su forma de dragón tenía cuerpo de serpiente pero contaba con cuatro patas con grandes garras. Sus cuernos tenían la misma forma que sus alas y sus escamas estaban hechas de oro.

Como "respuesta" a la pregunta de su hermano un morro de caballo, con dos colmillos sobresaliendole y las fosas nasales más grandes de lo normal, salió por el agujero de la comida.
Churo fue ha acariciarlo pero el morro desapareció y en su lugar apareció una mano humana con alguna que otra escama dorada. Churo le cogió la mano a su hermano.

-No has podido arreglarlo todavía, ¿verdad?

Rapir había sufrido una mezcla de físicos y mentales con sus tres estados principales y sus respectivos poderes a causa de la maldición. Cada vez estaba mejor pero aún era demasiado peligroso que Rapir saliese de esa celda que protegía Fantasy de sus cambios repentinos de fisco mezclado y poder aleatorio.

-¿Tu que crees, Churo?

El chico no respondió y soltó la mano de su hermano mientras está desaparecía lentamente por el hueco.

-¿Como está Nat?

-Natura está bien, tranquilo, me has preguntado lo mismo al medio día.

-Se que mientes Churo, ni tu ni mi hermana estáis bien. Recuerda que aún tengo el poder de los sentimientos y ya puedo controlarlo, un poco.

-Vale, ya no puedo ocultártelo más.

Churo se quedó un rato en silencio y escuchó el sonido de garras y cascos paseando por la celda. El príncipe respiró profundamente, cerró los ojos y soltó el aire hablando rápidamente.

-Natura ha reclutado Elementos.

Y pasó lo que Churo se temía. Unas garras golpearon la puerta desde el interior haciéndole un par de bollos mientras que se escuchaba un rugido muy potente pero que, por obra de la magia, no llegaría jamás a la superficie.

FantasyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora