Edén Fortier, es el nombre que me perseguirá por siempre

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ALLEN

-Allen Anthore. Se te ha culpado de distribución ilegal de drogas. Homicidio indirecto a una adolescente.

Mis ojos se vieron intervenidos por la mirada penetrante de aquel juez, la voz grave y potente del abogado a su lado que leía un resumen de mis delitos era el único sonido que chocaba contra las paredes de aquel lugar.

Gestos recios, semblante serio.

El silencio de la sala por casi en su totalidad era inminente; era solamente la espera de que la voz del abogado siguiera con su cometido de enterar a todos los presentes de mis crímenes. La presión de las miradas del juzgado estaba sobre el dictamen de aquel hombre de imponente figura.

A mis espaldas, mi madre y mi hermano estaban sentados, solo unos cuantos metros de distancia nos separaban; podía sentir la calidez que emanaba de ellos y eso me tranquilizaba un poco. No me permitieron acercarme a ellos cuando llegué.

Entrando por aquella puerta de madera, siendo custodiado bajo la mirada de todos con un silencio sepulcral extendiéndose a mi alrededor.

Sin embargo, entrar con el perfil bajo no estaba dentro de mis planes. Sentía mi cabello revolotear un poco a causa del movimiento de mis pasos, mis bíceps presionando mi tórax por las esposas que aprisionaban mis muñecas en la parte frontal de mi cuerpo.

Después de todo, no sería humillado.

Me removí levemente en mi asiento, sintiendo la molestia en las muñecas, mis antebrazos eran más gruesos que la primera vez que me colocaron aquellas cosas; las venas de mis manos se marcaban, no como en aquellas delgadas manos de adolescente.

Había crecido.

Había cambiando.

Había tomado decisiones asfixiantes.

El rostro de Jamie apareció en mis recuerdos, ante aquella acusación; no era como que me importara pero sentía parte de la culpa.

-Entre otros delitos menores. Posesión de sustancias tóxicas, resistencia a ser arrestado...

Continuó el abogado sin apartar la vista del documento en sus manos, los ojos del juez seguían sobre los míos.

Cada una de aquellas acusaciones era cierta, no había mentiras en las palabras que pronunciaba. Recordaba cómo había intentado huir de ese par de policías en el hospital para estar con Edén. La adrenalina en mi interior explotaba por cada uno de mis poros, fue una de las primeras veces que ellos hicieron uso de la fuerza física, que me hicieron caer al suelo al sentir el impacto de uno de sus puños en mi abdomen.

Al contrario de aquella vez ahora me encontraba sentado; pasivo, observando y esperando.

Pasé mi vista al rostro sereno del señor Fortier, todavía no me acostumbraba a su cercanía, a que no me culpara. Su mirada estaba afilada sobre el juez, su mandíbula tensa; su postura no era la de un hombre relajado, podía jurar que veía su rostro transpirar a causa del nerviosismo.

-Y para culminar... -Una vez más esos ojos sobre los míos y una mirada fugaz a mi abogado -. La participación indirecta en el accidente de Edén Fortier en dónde ella casi pierde la vida.

Casi pierde la vida.

Se repitió en mi cabeza aquel conjunto de palabras, las más dolorosas que había escuchado hasta ese momento solamente por el hecho de que en esa oración el nombre de Edén estaba implícito. Los cuchicheos de los presentes no se hicieron esperar, hablando acerca de cómo mi abogado podía estar defendiendome ya que la nombrada era su hija. No pude hacer nada más que bajar mi cabeza.

Promesas Silenciosas |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora