|7|
ALLEN
Las rejas cerrándose detrás de nosotros, mis ojos estaban puestos en los barrotes de hierro que tantas veces fueron mi punto de fijación. Añoraba el momento en que pudiera ser libre, en que la puertas se abrieran y pudiera respirar el aire con aroma a libertad.
Se sentía mejor que en mis sueños.
Ese era un lugar al que jamás quería regresar.
—Vamos a casa.
Mi hermano colocó su mano en mi hombro y con un leve empujón me hizo girar, alejar mi vista de los barrotes.
Y como un pequeño niño que sigue a su hermano mayor en toda situación lo seguí, dejándolo ser mi guía. Como cuando tenía cinco años y nos perdimos en aquel campamento de verano, aún recuerdo haber temblando de miedo porque estaba firmemente convencido de que en aquel lugar había osos enormes que nos comerían en un segundo. Aaron tomó mi mano esa tarde, y con paciencia me guió de regreso a donde el resto de los niños permanecían ajenos a nuestra travesía.
Ahora era lo que necesitaba, alguien que guiara mi camino.
Ojos verdes.
Una sonrisa que curaba mis heridas más internas.
No podía evitar que esas pequeñas imágenes abarrotaran mi cabeza.
Mi hermano me llevó hasta su auto, uno diferente al que recordaba que le había heredado el abuelo. Ahora tenía uno de esos sacado de agencia, nuevo. Había pasado tanto tiempo desde que el aroma a cuero de los asientos de un auto se había instalado en mi olfato. Todo era podredumbre, aroma a caño y transpiración del resto de los presos.
No había disfrutado de pequeñas cosas como esas en años.
Los rayos cálidos del sol en invierno.
El viento helado golpeando mi rostro.
Cada uno de los distintos aromas que nos rodeaban.
Me arrestaron una fría noche de mediados de febrero y mi salida casi tres años después había sido acercándose a esa estación del año.
Me permití por primera vez en mucho tiempo sentarme en un asiento que no fuera una superficie plana y fría. Fundiéndome con la suavidad del asiento del auto de mi hermano.
Era como estar en un par de nubes de cuero oscuro.
—Coloca tu cinturón —dijo Aaron con tranquilidad, si hubiera sido el mismo adolescente inmaduro de hace tres años quizá hubiera rodado los ojos por su paranoia de adulto.
Sin embargo, en esa ocasión hice así como mi hermano me pidió sin rechistar, sin hacer muecas, sin sentirme molesto por recibir órdenes aunque se tratara de una tan simple y vana.
Últimamente las conversaciones no eran nuestro fuerte, o lo que recordaba tenía que ver con abogados, nada de pláticas casuales. Yo siempre perdido en mi rostro inexpresivo; con el paso de los meses esa máscara de frialdad se había acentuado aún más.
—Esperé tanto por este momento —comentó Aaron de una manera animada.
—¿Por qué no ha venido mamá? —pregunté con voz distante, mi vista perdida en el camino, intentando reconocer cada árbol, cada línea en el pavimento.
—Se quedó preparando algo especial para la cena. —Aaron sonrió de manera sutil.
Su mano se dirigió al estéreo del auto para encenderlo, ni siquiera recordaba eso, el sonido de la música.
ESTÁS LEYENDO
Promesas Silenciosas |COMPLETA|
Teen FictionSEGUNDO LIBRO. Los errores que cometí me hicieron más fuerte de lo que pensé. Tal vez eso creía. Que era inmune a cualquier recuerdo, pero una vez que sus ojos se cruzaron nuevamente con los míos era como si me devoraran el alma lentamente. El tiemp...