No había tiempo

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ALLEN

—«Me gusta creer que así es. Existen personas que tienen una vida de sufrimiento, pienso que existe ese lugar en donde por fin se puede ser feliz y descansar. Sabes, algunas veces pienso que he llegado a ese lugar. Cuando estoy contigo... Me siento en ese lugar.»

El sonido del viento rompiéndose a causa de la velocidad en la que me encontraba conduciendo me distraía un poco del caos en mi cabeza.

La temperatura comenzaba a descender poco a poco pero en ese punto no me encontraba preocupado por eso, mi ansiedad viajaba más allá a los pronósticos climáticos.

Esa mañana había comenzado mi día con una nueva expectativa, con una esperanza. Lleno de una emoción que no había sentido durante años y todo eso se debía al haber abierto los ojos, darme cuenta de que ella era la única que podría sacarme de la profundidad del océano en el que me encontraba sumergido; sin embargo, ella era quien más necesitaba ser salvada.

Deseaba ser yo quien estuviera en su lugar, deseaba haber muerto a causa de los líos en los que me metí al ser un adolescente estúpido e insensato.

Mi mano giró la manivela para acelerar, necesitaba llegar, buscar respuestas.

Porque cada segundo que transcurría era vital para que ella siguiera respirando.

Observé la ubicación que había recibido en mi móvil y confirmé que el lugar en el que estaba fuera el lugar correcto a donde tenía que llegar, que la persona que buscaba estuviera ahí adentro.

Era diferente a todo lo que hubiera pensado, no era como imaginaba.

El piso rechinó bajo mis pies, no sabía realmente que hacer, toda mi vida había vivido en aquella grande casa de jardines extensos, que estar en esa pequeña casa me resultaba extraño.

Toqué la  puerta a sabiendas de que mi presencia era inesperada y por un par de segundos dudé al estar de pie en ese lugar.

Mi venganza me había consumido al grado de caer en prisión, al grado de herir a las personas que más amaba.

A mi madre.

A mi hermano.

Pero sobre todo a Edén.

Ella había sido la principal víctima de esta historia de rencor y odio.

—¿Allen?

Y era él.

Frente a mí estaba él.

Por quién todo había comenzado.

Anthony Anthore se encontraba de pie frente a mí.

Mi postura rígida permaneció, aún tras escuchar la voz de quien una vez fue mi padre; mi héroe, de quien yo buscaba reconocimiento y terminé por odiarlo más que a nada en la vida.

Pero había algo diferente en él.

Aquel hombre de porte inigualable e imponente figura no se encontraba de pie frente a mí. El pedazo de piltrafa, quien una vez fue la persona más importante en las construcciones de la ciudad ahora me observaba como si yo fuera solamente un fantasma del pasado que venía a recordarle su infortunio.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó anonadado.

¿Cómo admitir que necesitaba su ayuda?

Ni siquiera podía pronunciar un saludo a causa de que mi tráquea se encontraba obstruida por tantos recuerdos amargos.

Promesas Silenciosas |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora