El resto de la semana Julia siguió el consejo de Carlos y les fue muy bien. Ensayaron todas las veces que fue necesario y más. Se metieron de lleno en la canción y, efectivamente, ambos cruzaron la pasarela.
Después, otro jueves y un nuevo reparto de temas. Sintió una mezcla de orgullo y respeto cuando Noemí le comunicó que sería la primera en debutar en solitario en esta edición y encima, con una canción de la mismísima Lady Gaga. Sabía que iba a ser una semana de trabajo duro, pero estaba con la motivación por las nubes.
Y la verdad es que esos siete días dieron para mucho. El baile fue todo un reto para ella. Sus cuerdas vocales no se lo pusieron fácil. Y cantar sola, le daba vértigo, le parecía más llevadera la semana con un compañero con el que compartir notas y preocupaciones. Echaba de menos a Carlos. Aunque seguían compartiendo muchos momentos juntos, le echaba de menos.
Desde hacía tiempo, ya era rutina que por las noches aceptase en su cama a Noelia, Dave y Carlos durante un buen rato hasta que, poco a poco, iban decidiendo irse a dormir. Sin embargo, esta semana Dave estaba nominado e intentaba pasar más tiempo con todos los compañeros por si eran sus últimos días en la academia. Noelia le acompañaba muchas veces. Pero Carlos seguía siendo fiel a sus costumbres y acudía a su cama cada noche.
Una de esas madrugadas, tuvo lugar una conversación reveladora, una conversación que quizás dio lugar a todo lo que vino después. Saltando de tema en tema y sin saber cómo habían llegado hasta ahí, terminaron hablando de cómo se daban cuenta de que estaban comenzando a sentir algo por otra persona. Normalmente, a Julia le gustaba hablar de estas cosas, pero esa noche no le salía hacerlo, de hecho disfrutaba dejando hablar a Carlos, era un chico muy interesante y el tiempo pasaba rápido cuando le escuchaba.
– A mí me pasa, no sé, lo típico. Noto que estoy a gusto con esa persona, me gusta pasar tiempo con ella, la echo de menos cuando no nos vemos, cuando pienso en ella me siento bien...
– Vamos, como te pasa conmigo esta semana – dijo Julia sin pensar demasiado.
Carlos la miró sorprendido. Le entró la risa y simulando que la iba a tirar de la cama, le dijo:
– Oye, flipada, ¡tú que estás diciendo! Eso es lo que te está pasando a ti, que desde que no cantamos juntos te has dado cuenta de lo que me echas de menos y de cuánto te hago falta.
– Pues sí – contestó Julia entre risas.
Antes de terminar de decir esas dos palabras y al mirar la reacción que producían en Carlos, ya se estaba arrepintiendo de haberlas pronunciado. Él la miraba fijamente, con sonrisa pícara, como esperando que continuase hablando. Ella no sabía dónde meterse. Agradecía que las luces ya estuviesen apagadas, porque intuía que tenía la cara tan roja como caliente la sentía.
– Digo que sí, que te echo de menos, es que cantar sola es mucha presión – añadió Julia para intentar solventar la situación.
Carlos se acercó un poco más y la abrazó. Mientras tenía la cabeza sobre su hombro, Julia empezó a preguntarse qué acababa de pasar. Empezó a sentirse incómoda, no con él, sino con ella misma y le dijo a Carlos que era tarde y debían dormir. Carlos le dio la razón, se despidió con un cariñoso beso en la mejilla y se dirigió a su cama.
¿Por qué había bromeado diciéndole que lo que sentía cuando le gustaba alguien era lo que estaba sintiendo por ella esta semana? Y, ¿en qué momento se había revertido la conversión y ella había acabado reconociendo que albergaba esos sentimientos?
Pero si a mí no me puede gustar, ¿cómo le he dicho eso? No quiero saber lo que estará pensando ahora mismo... no voy a poder mirarle a la cara – pensaba. La verdad es que no se entendía. Carlos era alguien genial con quien le gustaba pasar las horas muertas en la academia. Y sí, claro que le echaba de menos y disfrutaba de sus ratitos juntos. Eso no le preocupaba, estaban muy unidos. Pero la última frase que había pronunciado el catalán, resonaba en su cabeza: "...te has dado cuenta de lo que me echas de menos y de cuánto te hago falta".
Era verdad, no se sentía cómoda reconociéndolo, pero era cierto. Los abrazos entre clases, las comidas en sus sitios de siempre, los ratitos en el sofá... se habían convertido para ella en un chute de energía. Después de esos momentos, volvía a los ensayos feliz, con más ganas, con más fuerzas. Ahora él tenía cierto poder sobre su estado de ánimo. ¿Cómo podía haberle pasado algo así en tan poco tiempo?
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Al día siguiente, seguía sintiendo casi la misma vergüenza que la noche anterior y había estado intentado evitar a Carlos todo lo posible, porque no sabía qué pensaría sobre lo que habían hablado ni cómo comportarse con él después de todo.
Carlos había percibido esta actitud por parte de Julia desde las primeras horas de la mañana y la entendía perfectamente, ya que tampoco sabía muy bien cómo actuar. Solo deseaba que llegase la noche para que les abrieran la habitación y poder hablar con ella. Pero, conforme pasaba el día, parecía que las agujas giraban al revés en el reloj y que nunca llegaban las diez de la noche. En un momento, al pasar por la sala grande, vio que Julia estaba en un box, fue hacía allí y le pidió que le acompañase sin decir nada. Ella no sabía que pretendía, pero no dudó en seguirle. Se dirigieron a la zona de los armarios y Carlos abrió la puerta de una de las duchas invitándola a pasar. Se quitó el micrófono y, mediante gestos, le pidió que hiciera lo propio. Ella accedió.
– Tengo que hablar contigo, pero no quiero esperar hasta esta noche.
– Pero en cuanto vean que no se nos oye, van a subir a por nosotros – protestó Julia, responsable.
– No. Tenemos margen. Pero escúchame – le pidió Carlos mientras cogía sus manos.
– No me gusta que estemos así. No sé qué está pasando, pero cuando estamos juntos me siento bien y sé que esta experiencia está siendo muy especial para mí, en parte, gracias a ti.
Julia se sentía reflejada en cada una de las palabras que Carlos estaba diciendo. Pero prefirió dejarle terminar sin apartar la mirada de sus ojos directos. Él continuó:
– Hoy llevamos raros el uno con el otro desde que nos hemos levantado y esto es lo último que quiero. Nos perjudica a los dos. No sé tú, pero yo llevo todo el día despistado sin esforzarme todo lo que debería y eso no puede ser. Necesito estar bien contigo, te necesito.
– Yo también – contestó Julia con sinceridad –. Quiero estar como siempre, quiero sentirme como siempre.
– Sé que tú tienes una situación diferente a la mía y lo último que quiero es que te rayes por mi culpa o perjudicarte de algún modo...
Julia no le dejó terminar.
– No, es todo lo contrario, Carlos. Contigo me siento bien y eso no quiero perderlo por nada. Todo va a seguir igual, todo va a ser como siempre – respondió mientras apretaba sus manos con fuerza.
Se miraron unos cuantos segundos y se fundieron en un abrazo de los de verdad. De los que sientes de principio a fin. Se agarraron con fuerza, con necesidad. Era tan de verdad, que les costó un tiempo soltarse. Volvieron a ponerse los micros y fueron a reunirse con los demás antes de levantar sospechas.
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Del vértigo, tú y yo. // Julright.
ФанфикDicen que cuando algo es para ti, acaba llegando. Pero, ¿cómo saber qué es para ti? A veces se cruzan el deber y el querer. Otras veces, la que era tu casa se vuelve vacía y oscura y de repente te encuentras a salvo en medio de un huracán. Esta es u...