Julia recordaba a la perfección el escalofrío que sintió cuando Roberto pronunció aquella noche el nombre de Carlos. Ahora sí, debían separarse.
Ya en el chat, cuando Noemí le llevó a esa sala para ponerle mensajes de sus seguidores, algo en Carlos había cambiado. La directora le acababa de preguntar a quién echaría más de menos de la academia y había dicho que a Alba, sin dudar ni un segundo. Qué duro. Minutos atrás estaban diciéndose que se querían en la pasarela y ahora, estaba negando a Julia ante miles de ojos.
Sentía que su burbuja acaba de romperse y lo único que podía hacer, era intentar salir vivo de todo esto. Allí sentado junto a Noemí, se sitio hundido, devastado. Justo ahora, cuando volvía a ver unos destellos de aquello que tuvieron, tenía que marchase. Ya no había más oportunidades. Y solo le quedaba protegerse. Esa noche usó a Alba de armadura; igual que, un tiempo después, usaría la relación de amistad que tenía con Dave o Noelia para ir sorteando las preguntas julright.
Antes de abandonar la academia, la miró por última vez. Y en esos ojos desolados y llenos de lágrimas, solo pudo ver un adiós definitivo.
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Por favor, permanezcan en sus asientos y abróchense los cinturones, vamos a aterrizar en unos minutos – indicó la azafata.
Ya estaba en Cádiz, justo para Navidad. Madre mía, se le había pasado demasiado rápido el vuelo. Tardó unos minutos en ubicarse. No, ya no estaba en la academia, acababa de llegar a su tierra. Miró el reloj; seguro que el Gitano ya estaba esperándola. Volvía a casa después de tres meses. Volvía con su gente.
Esa noche pudo abrazar de nuevo a su madre, por fin. Cenaron juntas y pasaron varias horas hablando sentadas en el sofá con la tele de fondo. Tres meses dan para mucho, se le acumulaban las historias que contar. Tenía mucho interés por saber qué le había parecido a su madre su paso por el concurso. Pero también temía encontrar en ella algún signo de desilusión. Sabía que no iba a estar de acuerdo con algunas cosas que habían pasado allí dentro y lo entendía, pero lo que no podría soportar era haber decepcionado a su madre.
– Mamá, de todo, ¿qué es lo que menos te ha gustado ver? – preguntó sin atreverse a mirarla.
– Verte sufrir, verte mal, llorando, triste – respondió Maribel.
– Ya. Pero bueno, no he estado así siempre, no sé lo que se habrá visto, pero no lo he pasado mal tantas veces. De todas formas, no me refiero a eso. Quiero saber qué no te ha gustado de mí, qué hubieras preferido no ver – insistió Julia.
– Nada, cariño. Sé cómo eres, no hay nada que no quiera ver de ti. Lo peor, por decirlo de alguna forma, ha sido escuchar según qué cosas o leer algunos comentarios. Hay mucha gente que te apoya y se desvive por ti, pero también hay personas con maldad, que no miden sus palabras ni sus actos.
– Pero, ¿a qué te refieres exactamente?
– A veces escribían cosas muy feas a tus amigos y a tu familia, solo para hacer daño. A Javier le llegaron a presionar de tal manera, que tuvo que dejar todo e irse fuera un tiempo, porque se le hacía insoportable.
– A Canadá, lo sé. Me lo ha contado el Gitano.
– Entonces, ¿ya te ha explicado lo que pasó? – preguntó Maribel.
– Sí, bueno, más o menos. Me dijo que lo ha pasado mal, que por eso se fue, pero que está aquí otra vez. También, que no fue a la firma porque pensaba que sería perjudicial para los dos, para él aquí y para mí dentro, que lo hizo para protegernos. Y que no me odia, pero bueno, lo dudo.
– Claro que no te odia, Julia. Ya te dije que yo he hablado con él en este tiempo. Al principio más, después, cuando marchó a Canadá, bastante menos, entendía que necesitaba aislarse de todo. Pero no te odia, solo necesita saber qué ha pasado, saberlo por ti. Sabes que debes explicarle muchas cosas, ¿verdad? – preguntó su madre, mientras le colocaba el pelo tras la oreja para despejar su cara.
– Ya...
– ¿Qué pasó ahí dentro, Julia? – peguntó su madre, comprensiva.
– Nada. No lo sé. Allí todo es diferente, estás aislado y echas mucho de menos lo del exterior. Yo decidí dejar a un lado lo de fuera, para no pasarlo mal. Y los compañeros son como tu familia, mamá. Son lo único que tienes.
– Pero no todos los compañeros fueron iguales para ti...
– No, todos no. Dave y Carlos eran mis mayores apoyos. Estaban Sabela, Marilia... pero ellos dos eran los más importantes para mí. Y cuando se fue Dave, ya solo quedaba Carlos y nos unimos muchísimo. Sin él, no sé si hubiese aguantado tanto tiempo encerrada – intentaba explicarse.
Sabía que no estaba siendo totalmente sincera. Lo que decía era cierto, pero había cosas que estaba callando.
– Ya lo sé, yo agradezco que te haya apoyado y haya cuidado de ti – contestó Maribel, sabiendo que su hija no se estaba sintiendo nada cómoda con esa conversación –. Bueno, cariño, ahora toca descansar y desconectar de todo. Te echábamos mucho de menos. Tus amigos me han llamado varias veces para saber si tenía pensado algo esto días o podían "secuestrarte" un rato.
Julia abrazó a su madre.
– Tengo muchas ganas de pasar tiempo con ellos – dijo mientras se levantaba del sofá y se disponía a abandonar el salón.
Justo en la puerta, antes de dar la vuelta al pasillo para entrar en su habitación, se giró y vio a su madre observándola con cariño.
– Buenas noches mamá, te quiero muchísimo.
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Qué cómoda era su cama y qué acogedora su habitación. Cómo lo había echado de menos.
Estaba cansadísima. A decir verdad, en apenas dos días había vivido la final del concurso, se había reencontrado con sus compañeros, habían salido juntos de fiesta por primera vez, había hecho las primeras entrevistas, había volado a casa... le faltaban horas de sueño. Por eso, aún estaba más feliz de poder tumbarse en su cama y descasar de verdad, sin horarios.
Apagó la luz, abrazó su almohada y cerró los ojos. Pero no podía dormir. Encendió la lamparita que tenía en la mesilla de noche y cogió el móvil. Entró en WhatsApp y buscó su conversación: en línea.
Dudó un par de segundos, pero escribió: "Hola, ya estoy en San Fernando, si quieres, podemos vernos cuando tú digas". Enviado. Doble tic azul.
"Hola. Claro. Mañana mismo si quieres. ¿A las 12? Puedo recogerte en el coche y así vamos a algún sitio tranquilo, ¿te parece?", respondió Javier.
"Vale".
Dejó el móvil junto a la lámpara y volvió a cerrar los ojos. Mañana iba a ser un día difícil.
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Del vértigo, tú y yo. // Julright.
FanfictionDicen que cuando algo es para ti, acaba llegando. Pero, ¿cómo saber qué es para ti? A veces se cruzan el deber y el querer. Otras veces, la que era tu casa se vuelve vacía y oscura y de repente te encuentras a salvo en medio de un huracán. Esta es u...