Capítulo 23. CUANDO ESTAMOS JUNTOS, ME SIENTO VIVA.

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La gira ya había despegado y ahora les esperaban uno o dos conciertos cada semana. Tan solo siete días después del de A Coruña, acababan de llegar a Barcelona. Volvían a ese Palau, pero ahora con su propio repertorio, ahora eran ellos los protagonistas. Tenían tantos nervios y tanta ilusión... además, esa noche retransmitirían en directo el concierto para todos aquellos que no podían asistir. Se sentían las dieciséis personas más felices del mundo.

Para Carlos, esta había sido una de sus semanas más intensas de promoción: viajes, entrevistas, firmas de discos, conciertos... apenas había tenido tiempo para nada más. Por las noches, cuando llegaba al hotel de la ciudad en la que se encontraba, caía rendido en la cama. Tan solo llamaba a su madre unos minutos o intentaba actualizar un poco sus redes.

Las cosas con Julia no habían cambiado mucho desde el último concierto. Él sabía que ella necesitaba su espacio y lo respetaba. Habían intercambiado algunas frases por WhatsApp, pero nada relevante.

La mañana previa al concierto, les habían llevado al Palau para ensayar. Manu Guix había insistido en la importancia de que este concierto saliese perfecto. En cada ciudad, les transmitía que, aunque tenían que disfrutar, no podían olvidar que la gente pagaba por ver buenas actuaciones y eso era lo que tenían que darles. Pero ese día, el director musical estaba mucho más exigente de lo normal, probablemente, debido a la trascendencia de este concierto.

Carlos y Miki acaban de ensayar "Chicas Cocodrilo".

– Venga, vamos, fuera de aquí, que tienen que subir los siguientes ­– gritó Manu.

Les había pedido que, cuando no les tocase ensayar, se mantuviesen alejados de la zona del escenario para no interferir con el trabajo de los técnicos y demás personal. Los chicos comenzaron a caminar hasta la zona de las gradas, donde se encontraban el resto de compañeros.

– Qué pasada cantar aquí, en nuestra tierra. Son solo los ensayos y ya tengo los pelos de punta. ¿Tú ya has ensayado todas? – preguntó Miki.

– Que va, me falta el dúo con Julia.

– ¿Y qué tal?

– Bien, como hace solo una semana del último concierto, lo tenemos reciente y no creo que lo ensayemos más de una vez.

– No me refería a eso. Digo que qué tal con ella después de... todo.

– Aah, bien, con ella bien. Hoy la veo mejor que la semana pasada, ¿no crees? Está menos apagada.

– Sí, está mejor. Mírala, está ahí sentada en las gradas con Marilia – añadió Miki, mientras señalaba los asientos dónde las dos chicas estaban colocadas.

– Sí, las veo.

Cuando llegaron junto al resto, Carlos subió por las escaleras hasta donde se encontraban sus compañeras. Marilia, tras preguntarle cómo les había ido a los cocodrilos, les dejó solos y Carlos ocupó su sitio.

– Cuatro canciones más y nos toca ensayar a nosotros – le explicó Carlos.

– Vale. Ahora vamos para allá. Esto es tan enorme, que impone. Si yo me siento así, no sé cómo te sentirás tú, que esto es tu casa.

– Sí, impone, pero es una pasada.

– No te preocupes, esta noche intentaré cantar un poco peor para que parezca que tu suenas mejor – bromeó Julia.

Carlos rio mientras le revolvía el pelo. Después, se quedó mirándola y comenzó a acariciar su pierna.

– Esta es la Julia que me gusta ver. Aunque me vaciles y te pongas chulita.

Julia sonrió tímida.

– Se ve que estás mejor. Me alegro, de verdad.

– Lo sé, Carlos – respondió la de San Fernando –. Oye, gracias por todo. Por ser como eres. Estos días has hecho justo lo que te pedí, yo necesito pensar en tantas cosas... y tú has sabido entenderlo.

– Te entiendo más de lo que imaginas. Tú solo tienes que intentar ser feliz. Si haces eso, todo estará bien; yo estaré bien.

Julia apretó su mano. Sabía que era sincero. Podría insistir, intentar conocer más detalles de todo lo que había pasado antes de Nueva York... pero no lo estaba haciendo, estaba respetando los tiempos, la estaba comprendiendo mejor que nadie, era alguien maravilloso. Y justo esto, hacía que quisiese pasar con él cada minuto que fuese posible.

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El día anterior, se marcaron sobre las tablas del Palau San Jordi una de sus mejores actuaciones. Y los miles de asistentes, aplaudieron a rabiar. Los dos salieron muy felices del escenario, orgullosos de su trabajo. Manu les felicitó nada más bajar.

Ahora estaban en Bilbao y quedaban pocas horas para ofrecer un nuevo espectáculo. Desde ayer, Julia y Carlos no se habían separado. Ella sentía que le necesitaba cerca. A él se le iluminaba la cara cada vez que Julia iba y le abrazaba por detrás.

Llevaban menos de media hora de concierto. Julia y Dave ya habían actuado. Ella se había emocionado especialmente cantando "Vivir". Su amigo, que la conocía bien, había estado pendiente de ella durante la actuación, incluso le había dicho delante de todo el público que sí, que le tocaba ser feliz. No podía quererle más, se había convertido en una de las personas más importantes de su vida.

Sabela había estado viendo la actuación de los gaditanos tras el escenario. Una vez volvieron, la gallega abrazó a su amiga.

– Has estado espectacular. ¿Estás bien?

– Estoy muy bien. Me he emocionado por eso. Porque hoy me siento especialmente bien. Siento que empiezo a resurgir, Sabela. Me he sentido durante meses como enjaulada, sin ni siquiera ser consciente de ello. Y ahora, veo que salgo de ahí, me empiezo a encontrar bien de nuevo.

Sabela se había percatado de que su amiga había pronunciado aquellas palabras mirando hacia la esquina de la sala, justo donde se encontraba Carlos. Sonrió. Julia seguía embobada.

– Y ese de ahí, ¿no tendrá nada que ver en esta felicidad? – preguntó mientras simulaba que le limpiaba la baba.

Julia le apartó la mano entre risas.

– A mí no me engañas, que ya nos conocemos. Os veo como hace meses os veía en la academia. Creo que me estoy perdiendo algo... – insistió Sabela.

– No te has perdido nada. Pero no te voy a engañar, cuando estamos juntos, me siento viva. Él siempre consigue hacerme reír, no es nada nuevo. Pero justo ahora es cuando más necesito esas risas. No quiero volver a casa, no quiero que se acaben estos días. Se me va a hacer muy larga la semana hasta el concierto de Sevilla.

Poco después de esa conversación, con esa sensación de felicidad subieron al escenario. Sentían que ese día, juntos, estaban por encima del bien y del mal, por eso nada importaba. Por eso se comieron con la mirada, agarrados de la mano. Porque ese día, sin ser muy conscientes, todo empezaría a ir rodado.

Del vértigo, tú y yo.   //  Julright.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora