Cuando salió del portal, Javi ya estaba esperándola, puntual, como siempre. Había aparcado el coche en la acera de enfrente y esperaba, enredando con el móvil, apoyado en la pared. Ella se acercó:
– Perdón por el retraso – dijo sin mucho sentido, pues solo habían pasado dos o tres minutos desde las doce.
– Hola, finalista – dijo Javi sonriendo. Se aceró a ella y le dio un beso en la mejilla mientras pasaba la mano por su espalda –. ¿Nos vamos?
– Si, vámonos.
Montaron en el coche y se dirigieron a una pequeña cala a la que solían ir en verano. Apenas fue un viaje de 15 minutos, pero a Julia se le hizo interminable. Javi le estuvo contando cosas de la universidad, de su hermano, de sus primos... mejor así. Ambos sabían que para hablar de otras cosas era preferible haber aparcado primero.
Una vez en la cala, se sentaron sobre unas rocas. Hacía aire. Javi sacó un par de cafés que había comprado y le ofreció elegir. Julia cogió uno y se lo agradeció, seguía caliente.
– ¿Cómo estás? – preguntó Julia, sin saber muy bien cómo empezar esa conversación.
– Estoy bien. Ahora estoy bien. No ha sido fácil, no te voy a mentir. Pero eso ya pasó, ahora estás aquí y tenía ganas de verte.
– Lo siento muchísimo, no sé si me crees, pero lo siento de verdad. Por mi culpa sé que has pasado un infierno, hasta el punto de dejar tu país. Me lo han contado. Yo tenía todo tan claro... pero después en la academia, es todo tan diferente... y no sabía nada de ti, quería verte, pero no podía... y luego la llamada... y las firmas, que ya me dijeron que no viniste por los dos, pero ¿por qué? – sus palabras eran más rápidas que sus pensamientos.
Javi la paró.
– Julia, respira. Vamos por partes, ¿vale? Tenemos muchas cosas que explicarnos. Quiero empezar yo.
Julia respiró profundo y asintió.
– Mira, no sé qué has visto o te han contado, así que voy a empezar por el principio. A los pocos días de estar allí dentro, ya te estaban juntando con Carlos.
A Julia le costó tragar el café cuando escuchó su nombre.
– Al principio, me lo tomaba a risa, como ya te dije que sería si eso pasaba. Pero después, después de que cantaseis juntos, te veía diferente. Veía actitudes con él, que pensé que solo tenías conmigo. Además, no recibía nada por tu parte. Al principio me nombrabas, me mandabas besos, pero después ya no. Y me empecé a preocupar. Toda la gente hablaba de lo mismo. Me preguntaban mis familiares, mis amigos de la universidad... y yo no sabía que decir. Llegó un momento en el que tus fans me empezaron a odiar, me etiquetaban en fotos, me mandaban privados... era insoportable. Por eso me fui.
– Joder... no merecías nada de eso – dijo Julia llevándose las manos a la cabeza.
– No, no lo merecía, pero no podía hacer nada, por eso me fui. Estando en Canadá, me arrepentí muchas veces de no haberte llamado cuando nos dieron la oportunidad desde el programa. Pero hablé con tu madre y pensamos que era mejor así. Creíamos que cualquier cosa del exterior podría alterarte y no queríamos estropear tu concurso. Así que le di un mensaje para ti y decidimos que fuera ella la que llamase.
– Sí, eso lo entiendo. Pero, ¿y la firma? – preguntó Julia.
– A la firma no fui por miedo, pero sobre todo porque estaba enfadado. Llevabas semanas sin acordarte de mí y, de repente, os dicen que salís a firmar y me recuerdas, me llamas y hasta me escribes una carta. Me parecía injusto. Me dolió perder la oportunidad de ir, pero veía todo tan turbio, que también tenía miedo de verte y no reconocerte.
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Del vértigo, tú y yo. // Julright.
FanfictionDicen que cuando algo es para ti, acaba llegando. Pero, ¿cómo saber qué es para ti? A veces se cruzan el deber y el querer. Otras veces, la que era tu casa se vuelve vacía y oscura y de repente te encuentras a salvo en medio de un huracán. Esta es u...