Capítulo 7

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No llevaba bien la cuenta de los días en un calendario, pero ya eran más de dos semanas las que habían pasado desde que yo había llegado a Venecia, y con ello, la amistad crecía por varios caminos.

Matthew se había vuelto una persona muy comprensible y amable conmigo, incluso, cuando lo invité a salir, se mostró emocionado y dispuesto; ahora nos veíamos para tomar un café cada vez que queríamos, o si no, simplemente nos poníamos a platicar en el pasillo antes de entrar a nuestros respectivos departamentos. Había descubierto ademas, que tenía un espíritu de poeta.

Con Sam era distinto, había muchísima confianza, debido a que yo era la única persona que había descubierto su secreto y ahora, contarnos cosas era parte de una plática casual entre ambos. Era bastante atento y siempre me preguntaba por Bela. Cuando salíamos a pasear, nunca nos faltaba de qué hablar y al final del día, terminábamos contándonos más anécdotas de los otros.

Charlie era otra de las personas con las que había logrado una bellísima amistad en menos de una semana. Su simplicidad y simpatía habían sido fundamentales para ello. Era muy animada y siempre, me contara lo que me contara, me sacaba una sonrisa. Ademas de que yo tome por costumbre ir al negocio de su familia a revelar mis fotografías. Teníamos casi la misma edad pero su mente hacía parecer como si tuviera más.

Dean, ese era un caso muy distinto a todos. Él se había vuelto un gran amigo, el tiempo que compartíamos juntos era mucho mas grande que el de cualquier otro, debido a que cada noche a las siete tocaba el timbre y pasábamos una hora o más riendo, hablando y a veces jugábamos con la baraja de cartas que Bela conservaba de su padre. Sí, la amistad entre él y yo crecía cada vez más pero junto a ello, crecía una extraña emoción cuando le veía, una extraña sensación cálida en mi estómago y un entusiasmo palpable al oír el timbre sonar cada noche. Pero sólo hasta que Bela llegaba, porque luego, la fierecilla se apoderaba de mí y podía sentirla en mi fuero interno perfectamente disgustada, ella quería más tiempo con Dean. Todo aquello comenzó a darme cierto temor, estaba experimentando sensaciones bastante extrañas, al menos las denominaba así porque no tenían que pertenecerle al novio de mi mejor amiga.

Miré el reloj en forma de gato que pendía de la pared cercana a la cocina, eran las cuatro y media de la tarde. Tome mi mochila, mi abrigo y me dirigí al estudio de fotografía de los Bradbury Agnelli, para que Charlie me ayudara con las fotos, como siempre. Al salir me encontré con Matt quien al instante me regaló una bonita sonrisa.

– ¿Vas a algún lado? –me preguntó deteniendo mi marcha.

– Voy al laboratorio de fotografías. ¿Gustas acompañarme?

– Si quieres, me encantaría –sonrió y me alcanzó para bajar.

Así salimos hasta allá. Matt era un chico inteligente y la verdad es que bastante apuesto. Bela me había mencionado varias veces que era muy obvio que yo le atraía a Matt, sin embargo, era como si mis ojos hubieran quedado cegados por un meteoro, y ya no pudieran ver las estrellas. En este caso, Dean me había dejado totalmente noqueado.

Cuando llegamos Charlie tardó en salir, estaba peleando con la máquina de impresión de nuevo.

– ¡Espera solo un momento, Cas! –gritaba desde atrás, mientras que yo no dejaba de reír. Pobre de ella, esa máquina siempre le sacaba canas verdes.

Matt permaneció tranquilo, observando las cosas en el local, hasta que Charlie apareció por fin detrás del mostrador.

– ¡Listo! –me sonrió con esa sonrisa que se expandía tierna sobre su rostro.

Cuando Charlie desvió la vista de mí, la posó en la única persona que estaba conmigo. Matt la miraba embobado.

– Charlie, te presento a un amigo. Matt ella es Charlie– le dije a Matt para animarlo a saludarla– la chica de la que te he hablado, Charlie, él es Matt, mi vecino.

Manual de lo Prohibido | Deancas | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora