– Bueno, mira... –balbuceé y me humedecí los labios, repentinamente secos– no se trata de lo que opine o lo que diga la gente, aunque tú los has oído, dicen que ustedes son la pareja perfecta; pero te repito, los comentarios de la gente no importan, lo que verdaderamente importa es lo que tú y ella sientan. Si la amas y ella a ti, ¿qué importa lo demás?Tenía la mirada baja al igual que la cabeza que ligeramente se inclinaba hacía un lado.
– Gracias –musitó.
– Cuando quieras, Dean.
Levantó la mirada de pronto e hizo que me corriera hacía atrás por el repentino movimiento.
– Tengo que irme, discúlpame con Bela, ¿sí? –se levantó del sofá y caminó hasta la puerta.
– ¿Por qué te vas? –inquirí desorientado, aún sentado sobre el sillón.
– Las preguntas ya se te acabaron –sonrió– hasta mañana, Cas –dijo y salió por la puerta.
Dejó la habitación vacía y a mí en ella. Cuando lo capté, pude distinguir también un fiero deseo de mantener su presencia aún allí, conmigo.
Giré sobre mi asiento y miré la rosa sobre la mesa en un suspiro. Salí disparado a mi habitación y rebusqué en el cajón inferior de mi buró aquellas fotos con el rostro de ángel. Me quedé sentado en el suelo, recargado en un costado de la cama, mirando lo que tenía en las manos. ¿Qué era eso que sentía en mi estómago? ¿Por qué el corazón se me aceleraba cuando no debía? ¿Por qué... sentía que Dean me gustaba demasiado? Era sumamente atractivo, sin duda y sensacional pero estar a su lado era como no querer que el tiempo avanzara, querer detener las manecillas del reloj y mandarlas en sentido contrario. Su mirada y esos ojos verdes en los que me perdía por completo. Me hacía sentir como en un lugar mágico e inexplicable.
Dean, Dean Winchester, el nombre que ahora hacía que una angustia me invadiera, una que me comenzaba a cortar la respiración y hacía que mis manos desprendieran sudor frío.
Es que no. Yo podía fijarme en cualquier chico, pero lo había escogido a él. Arrojé las fotografías dejándolas desparpajadas por todo el interior del cajón y lo cerré abruptamente. Yo no me podía fijar en Dean.
– ¡Cas! –la voz de Bela apareció, junto a la puerta de entrada que apenas había cerrado para introducirse al departamento y como impulsado me levanté del piso y salí de mi habitación. Miré a Bela a quién trate de sonreír.– ¿Dónde está Dean? –preguntó dejando su bolso de marca sobre el sofá.
– Ya se fue.
– ¿Cómo? ¿Vino y se fue?
– Sí –me encogí de hombros– me dijo que lo disculparas pero que tenía que irse –tragué saliva escandalosamente.
– ¿Estás bien?
– ¿Yo? Claro, ¿por qué no habría de estarlo? –farfullé haciendo un mejor esfuerzo por sonreír.
– Pues, te conozco y parecer estar nervioso.
– ¿Nervioso? –reí– no, para nada.
– Castiel –me miró con esos ojos grandes y verdes que me acusaban– ay, ¿sabes qué? olvídalo. –manoteó restándole importancia al asunto– vengo muy cansada y hoy... –bostezó y luego miró hacia la mesita de centro.– ¿y esa rosa?
Abrí los ojos como platos.
– ¿Te la dio Matt? –especuló con el rostro ansioso.
– Dean –solté y me arrepentí al instante.
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Manual de lo Prohibido | Deancas | Completa
Fanfic¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Castiel se topará con alguien de quién no debe fijarse. NOTA: ESTA NOVELA NO ES MÍA. Créditos para @Jalyhg la grandiosa escritora de esta novela. Realmente es una novela que se ha quedado en mi mente por año...