Capítulo 10

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La tarde había llegado y el sol se había ocultado ya en algún punto del cielo cuando volvimos al departamento. Habría sido increíble haber pasado todo un día con Dean cuando no estaba ni siquiera seguro del por qué había aparecido en el lugar pero no me quejaba. Me sentía mal a veces de haber utilizado a Matt en varias ocasiones para sacarle ese rostro adusto y un ceño fruncido a Dean. Pero más allá de la remota culpa, se sentía bien.

– ¡Uff, que día tan magnífico el de hoy! –dijo Matt sonriendo complacido.

– Lo fue, gracias por acompañarme –le devolví la sonrisa.

Besé su mejilla ligeramente coloreada por una bella pincelada rosa y crucé los dedos porque el ceño fruncido de Dean apareciera de nuevo en su bello rostro. Le miré por la colilla del ojo cuando me alejé de Matthew y lo vi con las manos en sus bolsillos y la mirada baja, como si quisiera evitar ver. La fierecilla se decepcionó.

– Hasta luego, Matt.

– Hasta luego, principe –río tímido y luego dio la vuelta y se introdujo a su departamento.

Miré a Dean quien ahora esbozada una linda sonrisa ¿no le había afectado en nada mi patético intento por ponerlo celoso?

– Que grosero ese Matthew, no se despidió de mí –me dijo manteniendo esa sonrisa.

– Es un poco despistado, no te lo tomes a mal –dije abriendo la puerta y él me siguió.

– Son las seis treinta de la tarde, ¿quieres hacer algo más? –me preguntó.

– Estuve caminando todo el día por la plaza, no creo que me queden ánimos de hacer algo más –musité aventándome al sofá y dejando la rosa roja sobre la mesa de centro.

– ¿Quieres jugar cartas? –sugirió sentándose a mi lado.

– No, siempre me ganas –hice mohín y el rió por lo bajo.

– Bueno, qué tal... ¿ver una película?

– Ya vi todas las que Bela tiene, y me da pereza ir hasta el video club a rentar una. Lo siento –musité negado.

– Está bien, ¿por qué no jugamos a las diez preguntas? –insistió.

– Bueno, creo que eso puedo hacerlo sentado desde aquí. –reí cruzando mis piernas sobre el sillón y acomodándome para quedar cara a cara con Dean.

– Muy bien, comienza tú –me animó.

– Me dijiste que te gustaba la música ¿Alguna vez has escrito una canción? –le pregunté sintiéndome animado por conocer más de él.

– Sí, tengo algunas letras, pero no son tan buenas –sonrió jugando con los dedos.

– Estoy seguro de que son geniales –le animé.

– Siguiente pregunta –río nervioso.

– ¿Algún día me enseñarías una?

Me miro riendo de nuevo por mi insistencia.

– Está bien, algún día –prometió.

– Bien, veamos... ¿tu punto más cosquilloso?

– Ehm... el cuello –dijo como quien no quiere la cosa.

– ¿Qué hay de tu futuro? –pregunté más curioso.

Se encogió de hombros elegantemente.

– Pues solo estoy seguro de una cosa, no quiero ser administrador como Sam. A lo mejor quizá compositor –respondió con un aire de esperanza en su voz.

Manual de lo Prohibido | Deancas | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora