Capítulo 8

985 135 7
                                    


– ¿Dean Winchester? –me alarmé alejándome del espejo y saliendo hacía mi habitación.

– ¿Lo ves? Tú no lo aceptas, pero yo sí –me dijo ahora sentado sobre la cama, de lo más tranquilo.

– Dean no me gusta, ¿estás loco? ¡Es el novio de Bela!

– Deja la histeria que sabes que tengo razón.

– Te equivocas –farfullé dandole la espalda, queriendo despertar del sueño o lo que fuera en lo que estaba metido.

– Bueno, ¿y qué si no fuera el novio de Bela? ¿Aceptarías que te gusta?

– No.

Él río y su risa burlona me incomodó.

– Claro, porque si no fuera novio de Bela, no lo hubieras conocido –pensó.

– No me gusta Dean –le contesté tajante.

– Repítelo hasta que te lo creas, porque a mí no me engañas –me giro para mirarle– además, ya viene siendo hora de que seas feliz.

– ¡Guarda ya silencio!

– ¿Por qué? nadie puede oírnos, sólo estamos tú y yo. Si aceptas que te gusta Dean, dejaré de molestarte.

– No –me cruce de brazos deshaciendo mi propio agarre.

– Como quieras –se encogió de brazos y se volvió a sentar sobre la cama.

– No sé quién seas, porque esa persona no soy yo.

– Cómo digas –manoteó restándole importancia a mi comentario– pero ten en cuenta que yo sí acepto que me gusta Dean, no lo olvides, yo soy parte de ti.

Desperté un poco agitado, el sudor me perlaba la frente. Eso sí que había sido una pesadilla. Un extraño y loco sueño, nada más. Miré el reloj, eran las ocho de la mañana. Recordé los planes que tenía con Matt y salí disparado de la cama para bañarme y vestirme.

Salí entonces a buscar a Matt pasadas las nueve treinta, y como siempre, esa bonita sonrisa en su rostro de ángel me alegró la mañana.

Lo saludé listos para irnos y enredé mi brazo al suyo, nos encaminamos a su mustang antiguo, color rojo. Me abrió la puerta y luego puso el auto en marcha. El motor rugió bajo nosotros y las llantas comenzaron a rodar.

– ¿Por qué ayer hablabas tan bajito? ¿Quién no querías que te oyera? –me preguntó queriendo saber más de la llamada de ayer.

– Bela y Dean.

– ¿Por qué? déjame adivinar, las especulaciones de Bela –río.

– Sí.

Me miró, aunque no parecía muy convencido debido a mi vacilar a la hora de responder.

Llegamos a la plaza de San Marcos y bajamos a caminar. Saqué un par de fotografías de cada monumento mientras que la gente andaba de aquí para allá bajo el tenue y apenas visible Sol de la ciudad.

– Matt –musité para llamar su atención y me animó a continuar.– ¿te ha gustado alguna vez... alguien prohibido? –me miré los pies al caminar, entre tanto que esperaba la respuesta de él.

– ¿Prohibido?

– Sí, alguien que no te debe de gustar –vacilé.

– Hmm –pensó– a los cuatro años me enamoré de mi maestra de kínder. –río y le acompañé.– ¿de quién pudiste haberte enamorado, Cas? ¿De un padre?

– Enamoramiento no y de un padre tampoco –lo fulminé con la mirada.

– Bueno, está bien, entonces ¿en quién te fijaste?

– pues...

– ¿Dean? –preguntó confundido.

– ¿Qué? –se me bajó la sangre hasta los pies y sentí como si fuera a desmayarme en cualquier momento.

¿Cómo lo sabía? ¿Cómo pudo haber adivinado tan fácil? ¿Era yo tan obvio? 

Manual de lo Prohibido | Deancas | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora