Ambos nos reíamos por la estúpida caída. Fernando me empezó a hacer cosquillas y yo me sobresalté y empezé a reírme como una foca en la entrada del hotel. Lionel y el Pocho se hacían los boludos y miraban pata otro lado porque todos nos miraban.
–¡Pará Fernando! ¡Paraaa! ¡Encerio! –no podía parar de reírme, hasta que porfin paró y se levantó y me ayudó a levantarme. –Te voy a matar, deben pensar que somos enfermos.
–¿Y qué tiene? –lo miré y me mordí el labio inferior para no reirme.
Entramos al lobby y me dieron ganas de pegarme un tiro en la concha. Estaba la pelotuda de Gisela con Mateo en brazos, parada con tres valijas a sus costados.
–Eh, Gise ¿En qué andas? –le preguntó Gago con la mejor buena onda por miedo a que lo mate, porque la cara de esta mujer era para salir corriendo.
–La pregunta debería hacertela yo ¿No te parece, Fernando? Me gustaría saber en dónde estabas, soy tu mujer, ¿Te acordas? Además que andas llevando a esta minita a todos lados.
–Para, che. Ayer te dije que iba a ver la apertura del mundial y parecía no importarte a vos.
–Voy a estar acá unos días nada mas, después me vuelvo a Buenos Aires, me gustaría que me lleves con vos. –me sentía de más en esta discusión.
–Gisela, a vos te importa poco el fútbol. En todo caso me hubieses llamado si tenías ganas de venir, no me hagas una escenita ahora ¿Dale?
–Bueno, que te vaya bien. –ni nos miró y se fue dando pasos firmes hacia la salida.
–Para, ¿A dónde te vas ahora, Gisela? –estaba re podrido de la rubia esta.
–Fernando, yo te dije que a esta flaca no me la pienso cruzar todos los días. Me voy a otro hotel, este hotelucho de cuarta ni spa tiene.
–Mirá, no te pienso seguir la pelea. Si necesitás algo avisame. Yo te llamo a ver si arreglamos para que me lo traigas a Mateo. –no obtuvo respuesta de la rubia, sólo se giró y se fue algo fastidiada. Fernando resopló y nos dirijimos juntos a la habitación.
–Es una histérica, le encanta hacerme eso. Pasa, que antes yo estaba enamoradísimo de ella y siempre le rogaba que se quede y hacía lo que ella quería. Ahora las cosas...cambiaron.
–¿Ya no la querés más?
–No, es que no la quiera. Me siento manipulado cuando estoy con ella, no puedo ser feliz ¿Me entendés? No, claramente no me entendés. Nunca fuiste tan estúpida como para casarte con alguien que no deberías. –me mataba verlo así.
Yo debería haber sido la que lo conoció a él primero, no Gisela. Ella no se merece a Fernando, él es la mejor persona del mundo. Con sólo un mínimo tacto me produce sensaciones por todo el cuerpo, sensaciones que realmente quiero seguir experimentando. Nunca pensé que volvería a enamorarme después de mi última relación, pero acá estoy, sufriendo por el hombre que tengo al lado. Reteniendo esa tentación de sentir el sabor de sus labios, de sentir su piel sobre la mía.
Lo miré a los ojos y nuestras miradas se cruzaban constantemente de una manera que nunca lo habían echo.
–Fer...voy a ver si Lio se quedó con mi abrigo, creo que lo dejé en el auto. –traté de interrumpir el nervioso silencio y asintió.
Me dirijí hacia la puerta, pero algo me detuvo. Sentí que Fernando me agarró de la muñeca y me giró, quedando a solo centimetros de su cara. Me tenía arrinconada entre la puerta y su cuerpo. Nuestras respiraciones se chocaban, su miraba bajó a mis labios y luego me miro a los ojos.
–Te necesito.
Fue lo unico que logró pronunciar antes de que nuestros labios colapsaran. Rodeé mis brazos detrás de su cuello, mientras que con una mano enroscaba mis dedos en el cabello de su nuca y con la otra acariciaba su mejilla. Él tenía sus manos ya debajo de mi remera, lo que me provocaba mil emociones al mismo tiempo al sentir sus manos en mi vientre. Fue un beso apasionado, lleno de necesidad y pasión.
Estaba como en un trance, sólo nos separamos por falta de aire, era el momento en que alguien tenía que decir algo.
–Yo también te necesito, Fer.
Volvimos a unir nuestros labios, pero esta vez en una beso suave y tierno. Una sonrisa se formó en nuestros rostros cuando nos separamos, pero nuestras frentes seguían unidas.
–Me olvidé lo que iba a hacer. –no nos habíamos movido de nuestra posición y yo seguía acariciando su nuca.
–Ibas a buscar tu abrigo.
–El abrigo puede esperar ¿O no? –Fernando me sonrió y me dirijió de la mano hasta la cama de él.
Se sentó en la cama y me sente sobre su regazo quedando cara a cara con él. Comenze a depositar pequeños besos en su mandíbula hasta llegar a sus labios y unir los suyos con los míos otra vez más. Cada vez me volvía más adicta a sus besos.
Saqué su remera dejando ver su torso, pasé mis dedos delicadamente por cada uno de sus tatuajes lo que lo hacía estremeserse cada vez que lo tocaba. Me giré dándole la espalda, acto seguido, me saco la remera, quedando solamente en corpiño y jeans.
Besó cada sector de mis hombros y luego pasó a acariciar mi espalda, lo que me daba pequeños escalofríos al sentir sus dedos.
No quise llegar más lejos por lo que besé sus labios por última vez y tomé la remera que se había sacado y la usé de pijama. Me saqué los jeans y me acoste a su lado.
–____, me hacías falta. –fue lo último que escuché de parte de él, porque me quedé dormida entre caricias.
DOS CAPÍTULOS SEGUIDOS, OJALÁ LES HAYAN GUSTADO. YA ERA HORA DE QUE AYA UN POCO DE ACCIÓN ACA. YA SÉ QUE SOY MEDIA ROMPE PELOTAS PERO VOTEN Y COMENTEN PORQUE SON LO MÁS. LAS QUIEROOOOO.
ALI X
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Eres mi razón de ser feliz || Fernando Gago
Romance2014, que gran año ¿Verdad? Millones de personas, 32 países, 24 jugadores, 12 estadios, 4 semanas, 2 amores, 1 Copa del Mundo. ___ Westminster de 22 años viaja a ver lo que mas le gusta, el fútbol. Brasil... el país de la alegría lo llaman algunos...