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― ¡Llegué a casa! ―anunció Woojin desde el enorme recibidor de su hogar. Enseguida acudió una mujer de mediana edad a atenderle.

―Bienvenido de nuevo señorito Kim ―le recibió la mujer mientras se inclinaba e intentaba cogerle el abrigo cosa que Woojin impidió, odiaba tener tantas atenciones.

― ¿Y mamá? ¿Y papá? ―preguntó mirando de reojo hacia la sala comprobando en efecto, que esta se encontraba vacía.

―El señor y la señora Kim han vuelto a Nueva York para arreglar unos asuntos pendientes con la empresa del grupo Kim ―anunció la mujer solemne.

Woojin resopló, ya se lo esperaba. Le pareció extraño que sus padres apareciesen de la nada anunciando que pasarían una estada aquí, estada que apenas había durado 2 días y que le había causado problemas.

― ¿Y mi hermano? ―preguntó más interesado y con más preocupación que cuando preguntó por sus progenitores.

―No hay noticias, lo último que le dijo es lo que se sabe ―informó. Woojin asintió y le hizo un ademán con la mano indicándole que podía retirarse.

Con desdén se fue hacia un pequeño ―y no tan pequeño― salón que también servía como biblioteca por sus altas paredes llenas de estanterías de libros que ni siquiera su padre había leído, ni tampoco conocía el título. Se desplomó en el sillón junto a la ventana y fijó su mirada en el horizonte que se extendía delante de él. Miró el teléfono para ver si Chan le había dicho algo, sin embargo no había señales de vida de él.

"...―O... ¿Es eso lo que tratas de ocultar? ¿Eres gay y no quieres que la gente sepa que lees mangas yaoi porque lo pueden relacionar con que seas homosexual?..."

Las palabras de Chan calaron en su mente como un jarrón de agua fría. No era eso ¿verdad? O más bien, no era esa la única razón por la que no quería que se supiera. No le importaba que la gente se enterara de que leyera ese tipo de cómic, no era el primero y tampoco era el último. Y como había dicho Chan, leer mangas yaoi no te hacía gay.

La razón principal por la que no quería que eso llegara a oídos de nadie era por su familia.

Él era el sucesor de todo el imperio empresarial que habían creado sus padres y debía mantener una imagen impoluta ante todo. Verdad que por regla no le tocaba heredar el negocio familiar ya que era el menor de los hermanos pero por razones internas él había sido declarado el sucesor.

Pensar en eso le había recordado a su hermano y lo odiaba. Odiaba que su mente se las ingeniara siempre para que algún recuerdo de su hermano se colara en su día a día. Pero era un odio en el buen sentido, lo extrañaba. Hacía mucho tiempo que no lo veía desde que se había mudado a Japón.

Pasó hace ya casi 11 años. Antes eran una familia de 4, pero una familia de verdad. Se juntaban para cenar juntos siempre, a pesar de las apretadas agendas de sus padres. Pasaban vacaciones en familia, hacían actividades juntos. Todo fue demasiado confuso para un Woojin de tan solo 10 años. De un día para otro se encontró con su hermano yéndose del país para no volver jamás. No lo entendía, por lo que le habían dicho sus padres su hermano estaba siendo desheredado solo por amar a un amigo suyo.

―Pero... Yo también quiero a Chan, mamá, ¿por qué no me echáis a mi también? ―preguntaba confuso a su madre mientras veía a su hermano haciendo las maletas.

―Todavía no lo entiendes Woojinnie, cuando crezcas te darás cuenta de lo que es en realidad ―le dijo su madre con cariño.

Se quedó la tarde observando como su hermano mayor empacaba y se movía de un lado para otro intentado planear una nueva vida en tan solo media hora. La hora de partir llegó demasiado pronto para el pequeño Woojin. Amaba su hermano y no quería que este se fuera de su lado, ahora es cuando más tenía la necesidad de tenerlo con él.

¿Hacemos yaoi? || SKZ ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora