-______ no arruines esto, vamos- dijo un poco amable.
Obedecí.
Gerard me llevaba de la mano y sentía el agua en mis pies, estaba fría. Poco a poco entrábamos más, mi pantalón ya estaba mojado hasta un poco abajo de las rodillas.
-Hasta aquí- solté su mano e intenté despegar un poco mi pantalón. -no me quiero mojar mas-.
-Está bien- buscó mi mirada. El sol le calaba en su rostro y sus ojos verdes lucían aún más verdes.
Lucía hermoso, que va.
Sentí la necesidad de hablar.
-No conocía la playa- lo miré mientras mis pies se enterraban en la arena, el agua era transparente y podía ver que Gerard imitaba mi acción.
-Con razón eres tan palida- afirmó. Lo miré mal.
-¿Que pretendes?- recapacité -¿Para que me traes aquí?-.
-No tengo que darte explicaciones- río -pero tranquila, quiero pasar un buen rato-.
-Pues no soy la indicada para pasar un buen rato-.
-Que bueno por que no me gusta lo indicado- sonrió.
-Jo.dete- le dí la espalda y caminé hacía la orilla.
No tardó mucho en seguirme.
Me sobresalté al sentir sus brazos elebarme.
-¿En verdad quieres que me joda?- rió. -nena, no me gusta que seas grosera- me llevó de nuevo a lo profundo de la playa.
-Maldita sea Gerard, déjame en paz- le pedí frustrada y me bajó. El agua ahora me llegaba casi a los hombros -mi.erda- habían olas y me mojaban aún mas arriba. Tomé sus brazos -no se nadar- me aceleré.
-Tranquila- tomó mis manos -no está muy hondo- me acercó a él.
Lo miré a los ojos.
-Llévame a la orilla- le pedí.
-¿Por que _____? Aquí estoy cómodo-.
-¡Por que no se nadar Gerard por Dios!-.
-Como jo.des en verdad-.
Me llevo mas bajo hasta que pude poner firmes mis pies.
-Gracias- dije mucho mas tranquila -Feliz cumpleaños- le sonreí.
¿que mi.erda he dicho?.
-Oh.. gracias- tomó mi barbilla y bajó su mano a mi cintura -¿como sabes?-.
Miré a otro lado y el buscó mi mirada, me obligó a verlo pues apretaba mi mentón.
-Es obvio- reí nerviosa -escuché las llamadas-.
-Habrá una fiesta.. aquí, hoy-.
¿Que pretendía?
-Oh.. ¿y?- mordí mi labio, la posición era incómoda mis piernas se cansaban y mas mi nuca.
-Hazme feliz esta noche- ordenó y asentí un poco torpe.
Me besó.
Y se alejó.
Dejándome sola y confundida en la maldita playa.
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Regresé minutos después, Subí las escaleras y escurrí mi pantalón, no entraría mojando todo el piso. La cabaña era muy hermosa, el piso de madera fina que de seguro se dañaría con el agua.