Fui a la habitación, Gerard entró después de mi.
Mi corazón palpitaba rápidamente.
¿Abusara de mi?.
Fui directo al vestidor lo miraba de reojo, estaba atenta a cualquier movimiento que pudiera hacer. Pensaba lo peor.
El sólo estaba de pie mirándome. ¿Que planeaba?.
-El rosa- dijo.
Me asusté.
-¿Perdón?-.
-Usa el vestido rosa- dijo y mire el vestido, no estaba acostumbrada a vestir así. Me gustaba el vestido pero odio el rosa.
Vendrán personas de Destrehand y ¿que pensarán de mi?.
Tengo una reputación que mantener. Le dí la espalda a Gerard.
Hice el horrible vestido a un lado y seguí buscando.
Habían demasiados ¿acaso Gerard pensará tenerme aquí toda una vida?.
El me estaba cambiando, ninguna persona había logrado lo que el logró en mi.Le he obedecido, ¡Le he obedecido!. Jo.der ¿Por que mi.erda le he obedecido?.
Busqué entre la ropa unos jeans, encontré algo similar. Los toqué.. cuero, perfecto.
Tomé los jeans de cuero, y entre las blusas busqué una floja, maldita sea.. no encontré.
Vi de reojo y Gerard seguía mirando. Tomé el jo.dido vestido rosa.
-Me alistaré- voltee y le dije.
-Perfecto- caminó hacia mi y pasó al vestidor que estaba dividido en sus cosas y las.. ¿mías?.
Vi que abría cajones con cientos de camisas rockeras, tomó una camisa formal roja y un jean, zapatos y se marchó.
Cerré la puerta con seguro, tomé el vestido en mis manos y lo rompí. ¿Donde encontrare tijeras?.
Fui al baño había un botiquín, tomé las tijeras que son para cortar vendas y gasas.
Destrocé el vestido.
¿Quien manda eh Gerard?.
Me puse los jeans y busqué en su ropa alguna camisa.
¡Habían cientos!
Tomé una camisa de Pink Floyd. Decía "Another brick in the wall"
Otro ladrillo en la pared.
Me quedaba grande, perfecta.
Hice una coleta alta un poco de lado. Y para terminar tomé unos tenis Polo negros.
Abrí la cortina del balcón.
Mi.erda, había carros y gente afuera. Inmediatamente voltearon.
Me arrastré a apagar la luz y me acerque con mas cuidado al balcón ya era noche. Hacía frío.
Fui al vestidor y tomé una chaqueta de cuero.
Abrí la puerta del balcón.
Y tocaron la puerta. Maldije.
-Ya voy- grité y corrí, brinqué del balcón que no pasaba de medio metro y caminé apresurada.
La gente era poca y estaba ocupada tomando fotos y admirando la playa.
No sabía a dónde iba, el camino se veía obscuro solo estaba el alumbrado.
Me acerqué a un chico en su auto.