Trough The Time °°Yoonjin°°

03

Yoongi observó el pequeño cuerpo acostado en su sofá, con una manta limpia sobre él, tapando la sudadera de Yoongi. Su pecho subía y bajaba lentamente y tenía un leve sonrojo en las mejillas.

      Sacudió la cabeza, moviéndose hacia el baño donde las prendas de Seokjin seguían sobre el lavabo. Al tomarlas entre sus dedos Yoongi sintió el cáñamo trazado parecido al de las cestas de picnic corrientes. Ignorando la calidad extraña del hecho, el rubio amontonó la ropa para lavarla luego, escuchando un sonido sobre la cerámica al levantar las prendas claras.

      Yoongi descubrió un pequeño óvalo de piedra fina muy pulida, tal vez del tamaño de una placa militar aunque muchos menos cuidado además de algo deformado, aunque por su forma parecía una especia de pequeño amuleto. Tenía un notorio grabado cóncavo en el que se leía "21.08.3759".

      El chico alzó una ceja, confuso por el objeto, y lo guardó en su bolsillo suponiendo que el azabache lo echaría de menos.

      Yoongi volvió a salón, consciente del cuerpo encogido en el sofá respirando en paz. Se dejó caer en el sillón, con el joven dormido al otro lado de la sala. Incluso pasadas las horas Yoongi fue incapaz de encontrar el sueño, que a su vez mantenía al azabache profundamente dormido.

       Mientras una fuerza superior le cerraba los ojos mientras él intentaba mantenerlos abiertos, unos toques en su hombro le sobresaltaron. Cuando el rubio giró los ojos, encontrando el rostro de Seokjin bastante cerca del suyo y se removió con un suspiro.

      —Lo siento, no quería asustarte. —Murmuró el joven, inclinado hacia él con las manos sobre sus rodillas. —Parecía que te quedabas dormido.

      —Estoy bien. —Yoongi arqueó su espalda, estirándola para corregir la atrofia que sentía después de estar tantas horas en mala posición en aquel sillón. —¿Quieres desayunar? — Preguntó Yoongi, levantándose.

      Cuando pudo darse cuenta, en los ojos del azabache encontró una mirada indescifrable.

      —¿Qué?

      —Es que... Nunca había desayunado antes.

      Yoongi frunció el ceño, a lo que Seokjin hizo una pequeña mueca, removiendo sus labios.

      —No tenemos mucha comida de donde vengo. —Explicó Seokjin, ignorando el extraño sentimiento al hablar de su casa, de su familia; casi un miedo de si alguna vez los volvería a ver.

      Sacudió la cabeza, consciente de que estaba exagerando, pero no podía negar que nada a su alrededor cabía en el concepto que él tenía de vida, y eso le asustaba.

      —Bueno pues... Puedes coger lo que quieras. —Invitó Yoongi, señalando hacia la sala que parecía haber detrás del separador tras el sillón en el que Yoongi había permanecido.

      Seokjin dudó, algo nervioso de adentrarse en un hogar desconocido, más aún con la forma que tenía aquel lugar. Nunca había visto nada igual.

      Yoongi turnó los ojos entre el joven tímido bajo su ropa y el umbral que los separaba de la cocina, decidiendo moverse primero hacia la habitación.

      —Ven. —Instó, adentrándose en la sala hasta la alacena, donde tomó una caja de cereales abierta y la dejó en la isla de la cocina para tomar la leche de la nevera, mirando con disimulo al joven que observaba de esquina a esquina la cocina, que se sentó en una de las butacas frente a la isla con recelo, agachándose para comprobar su estructura, como si nunca hubiera visto una antes, y abriendo bastante los ojos al ver las cantidades insanas de comida en aquella caja fría en la que Yoongi rebuscaba.