Trough The Time °°Yoonjin°°

09

—¡Yoon! ¡Mira, Mira! ¿Podemos? Por favor, por favor por favor. —Seokjin tiró del brazo de Yoongi por vigésima vez en la tarde, esta vez hacia un puesto de comida ambulante que parecía vender sola y exclusivamente productos con mucho azúcar.

      —Seokjin, acabas de comer.

      —¡Pero quiero probarlo! Por favooooor. —Los labios del menor se abultaron ligeramente y Yoongi apartó la mirada. No sabía por qué le costaba tanto resistirse a ese estúpido puchero.

      Apenas le quedaba ya dinero en la cartera. Realmente no pensó que salir a la calle con alguien del siglo XV le saldría caro.

      —De acuerdo. —Suspiró. —Pero es el último, ¿de acuerdo? Ya no me queda dinero.

      —¡Lo juro! ¡Vamos, vamos!

      De mala ganada, Yoongi se dejó arrastrar hasta el puesto de dulces y ordenó uno para cara uno.

      —Tienes un serio problema con los dulces. —Yoongi murmuró llevando el dango de frutas ácidas que había elegido a su boca mientras caminaban hacia un banco.

      —Nunca había probado cosas con tanto azúcar. —Rio Seokjin, mordisqueando ya la segunda bolita pinchada en la madera y sentándose.

      Yoongi sonrió, porque ante la mejilla llena de Seokjin, algo sonrojado del frío del intenso invierno sobre su abultada chaqueta esquimal, era la único que podía hacer.

      Removió un poco la vista por el paisaje entonces, disfrutando del suave murmullo en que se habían convertido las voces ajenas paseando por la calle.

      Cuando Seokjin alzó la mirada al cielo algo confundido, Yoongi hizo lo mismo. Al ver el gran avión cruzando los cielos de Seúl, se acercó al menor quien mantenía sus ojos confusos expectantes.

      —Es un avión.

      —Vuela muy alto. —Seokjin ni siquiera preguntó para qué servia o cómo funcionaba. Yoongi no supo si eso era bueno o malo.

      —Se puede ir más alto. —Añadió Yoongi, alzando su mirada de nuevo hacia donde la albarino seguía fijada.

      —¿Como hasta la luna?

      —Claro. No digo que tú puedas ir; ni yo, pero... Hay gente que va a veces, supongo.

     En el rostro más joven y a la vez más viejo, se dibujó una sonrisa triste.

      —Él siempre decía que un día llegaríamos a la luna. —Susurró.

      —¿Huh?

      —Uh, lo siento. Tenía un amigo cuando era pequeño. Jugábamos los tres en la montaña hasta que estábamos agotados. Cuando eso pasaba mirábamos el cielo y hablábamos. Aunque mi padre siempre le daba la razón.

      —¿Tu amigo, tu hermano y tú?

      —Mmh. —Seokjin no apartó la mirada del cielo incluso cuando el avión había desaparecido de la vista.

      —Era el mejor amigo de TaeTae.

      —¿Era?

      —Murió. —La mirada ambarina ahora oscurecida como si realmente estuviera congelado en el ámbar se dirigió a Yoongi. —Solía ser el único que subía a la montaña conmigo y con TaeTae. Los demás en la aldea tienen miedo del oso y los depredadores. Pero cuando él murió...

      —Tuvieron aún más miedo.

      Seokjin asintió.

      —Avivó la creencia de que era peligroso. Luego TaeTae se puso enfermo. Así que subo sólo. O... Solía hacerlo.