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Yoongi rió; una risa contenida pero sonora.

      —¿Qué?

      —Pareces un niño pequeño. —Comentó viendo a Seokjin caminar por el bordillo que dividía la acera y el paterre de plantas como si andará por la cuerda floja. —Y te vas a caer.

      Seokjin no apartó la vista de sus pies mientras seguía andando, con los brazos estirados y una sonrisa.

      —Es divertido. No hay caminos así de donde vengo.

      —¿Y eso es bueno o malo?

      —Hm... No lo sé. Es bonito y complejo pero se siente como... Demasiado humano. Como si la humanidad se hubiese adueñado de la naturaleza y no la dejase respirar.

      Yoongi desvió la vista y se mordió el interior de la mejilla.

      —No creo que seas consciente de cuanta razón tienes. —Murmuró, no muy seguro de que el menor le estuviese oyendo. —Venga vamos, empieza a hacer mucho frío.

      Seokjin saltó de vuelta a la acera y corrió junto a Yoongi, pegando sus cuerpos en busca de calor.

      Una vez de vuelta en el metro Yoongi sonrió, porque las mejillas y la nariz de Seokjin estaban completamente rojas mientras él intentaba ocultar su cuello y sus labios en la parte alta de su abrigo, escondiéndose lo más posible del aire helado.

      Cuando el rubio volvió la cabeza e intentó distraerse hasta llegar a la estación, el silencio tranquilo y natural se movió entre ellos hasta que cedió.

      —¿Crees que se habrán dado cuenta de que no estoy?

      Yoongi se sorprendió por la pregunta. Era una pregunta natural, porque Seokjin estaba lejos de casa. Porque había sido forzado a alejarse, y porque era su culpa, porque sabía que si no hubiera seguido a Seokjin probablemente no se habría caído en el estanque de agua helada y en ese momento estaría con su familia.

      —Uh... No lo sé. —Respondió honestamente, porque sabía que el echo de que su familia le echase de menos no era lo único que influía.

      Seokjin se giró sorprendido de la respuesta, definitivamente no escuchando la que esperaba. Era consciente de haber avanzado quinientos setenta años pero esperaba que aún supiera manejar las relaciones interpersonales en cuanto a lo que el apoyo y la empatía significaban. Eso pensaba hasta que Yoongi continuó.

      —No tengo ni idea de cómo funcionará ese... ¿Tunel? —Yoongi se volvió hacia el menor con una ceja arqueada. —Tal vez para ellos no ha pasado tanto tiempo.

      Seokjin ladeó la cabeza y desfijó la vista.

      —Sí, supongo que tienes razón. No sabemos cómo funciona. Todo es posible.

      —Sí... Después de todo esto te creería si afirmaras cualquier cosa que fuese en contra de la física básica.

      El azabache se giró y estrechó los ojos ante la figura a su lado.

      —¿Qué?

      —Nada. —Seokjin casi susurró, antes de acomodarse de nuevo con la cabeza en el hombro de Yoongi. —Gracias. —Volvió a susurrar.

      Seokjin sabía que la situación era compleja, pero incluso en esos momentos de retrospeccón en los que se sentía fuera de lugar, muy lejos de encontrar o aferrarse a la más mínima esperanza entre tanta oscuridad, Yoongi siempre estaba ahí, aunque ni siquiera él sabía qué debía decir, siempre hace lo posible por mantenerse de pie y ser la persona que encuentre las huellas de la esperanza para que Seokjin las siga.

Trough The Time °°Yoonjin°°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora