22

168 21 10
                                    

Una vez llegaron al piso de Yoongi este dirigió a Seokjin hasta la ducha, insistiendo en que se relajara. Nada tenía que salir mal a partir de ahora así que Seokjin podía respirar en paz. Difícil era para él explicar que ese trozo de papel al que había estado aferrado en sus bolsillos traía consigo una cadena infinita de pensamientos. Una pequeña sombra de duda y terror que había aparecido desde el momento en el que su madre aceptó la partida de Taehyung y le entregó la carta, se había convertido en toda una montaña, alta y tangible, de pensamientos inconexos, teorías, que le sobrecogían el corazón.

      Su madre sin duda ocultaba algo. Algo importante. ¿Realmente sabía ella algo sobre el portal? Era una idea que se había repetido, era imposible, pero, realmente, ¿qué otra cosa podía ser? ¿Significaba eso que de forma voluntaria y consciente había dejado a Taehyung vivir en la agonía de su enfermedad? ¿Había permidito que la familia pasara hambre de forma propiciada?

      Su cabeza dolía mientras el agua caliente caía sobre sus hombros. El baño estaba lleno de vaho, el espejo ya no reflejaba una imagen clara, apenas se podía ver más allá de unos pasos y llegó un momento en el que Seokjin no sabía si lo que caían por sus mejillas era agua salada o dulce.

     Cerró el grifo y su frente entró en contacto con la superficie helada de la pared de azulejo, enviando escalofríos por todo su cuerpo, sintiendo la necesidad física de separarse, pero no podía. No podía más. Su cuerpo no respondía más a su llamada porque su cabeza funcionaba a la velocidad de la luz y cada idea era más aterradora que la enterior. Lo odiaba. Odiaba tanto esa actividad infinita, como si su mente nunca se cansara de crear nuevos escenarios en los que Seokjin siempre está de espaldas a todo, siempre es aquel mentido; y no tiene ningún sentido. Pero ya nada tenía sentido, igualmente.

      Pero Taehyung está bien.

      Taehyung estaba a salvo, como había dicho Yoongi.

      Yoongi.

      Casi era imposible para él explicar cómo había conseguido vivir tranquilo pese a las dificultades aquel último mes de no ser porque él mismo había experimentado lo que era vivir con Yoongi. Tenerle cada día a su lado, su mano contra la suya, sus brazos a su alrededor, su calor en la noche. Era imposible ponerlo en palabras y aún así la única metáfora que conseguía encontrar le traía de vuelta a sus primeros días juntos. Yoongi explicándole la orbita de los planetas alrededor del sol. La luna alrededor de la tierra. Todos esos orbes flotando pedidos en un universo aún en expansión, pero nada de eso importaba porque la tierra sigue girando alrededor del sol y la luna sigue girando alrededor de la tierra y no sabía si Yoongi era su sol o su luna pero él era la tierra, cargada de luz y oscuridad y problemas y maravillas y aún así cada día sus orbes se alzan en el horizonte. Pase lo que pase. Cada vez.

      Seokjin pensó que si se centraba en eso podía seguir. Podía ponerse en pie de nuevo y ver a Yoongi alzarse una vez más en su horizonte. Acercarse a él con su sonrisa y ofrecerle una mano cálida. Incluso si una parte de él le recordaba que no era tan fácil. Que nunca lo fue. Que nunca lo había sido. Incluso si lo había olvidado.

      Tal vez era el momento de dejar de pensar y enfrentarse a ello. No podía seguir temiendo el contenido de esa carta sin leerla. Temer un fantasma imaginario.

       Tal vez estaba siendo ingenuo. Tal vez quería serlo. Un poco más.

Seokjin salió del baño con el pelo húmedo y más de la ropa prestada que siempre usaba. Había entrado en calor después de pasar por el frío atardecer de invierno en sus finas ropas de cáñamo Aunque, pensando en ello, todos los eventos de aquella noche le habían distraído totalmente del frío que probablemente había estado pasando.

Trough The Time °°Yoonjin°°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora