Seokjin condujo sus pies uno tras otro por el sendero que tan bien conocía, intentando no manchar su ropa clara hecha de cáñamo que su madre había lavado el día anterior con esmero después de haberse caído en un charco.
El bosque se veía precioso aquella mañana cuando se había despertado, así que pensó que ir al bosque a coger flores seria lo único útil que podía hacer, ya que el ganado familiar se había mostrado reacio a colaborar con el joven Kim.
Seokjin suspiró. Sus pies algo molestos de caminar cuesta arriba por la colina, pero él sabía que la llanura donde las flores nacían estaba cerca. Las pisadas de oso le avisaban de que lo estaba, así que subió unos últimos metros hasta encontrar la ladera.
El azabache hizo una pequeña mueca al ver la mayoría de flores cerradas en capullos o en proceso de abrirse. Se deslizó entre los colores algo tristes aún esperando para brillar cuando las plantas llegasen a la madurez. Decidió que dejaría las flores ya abiertas para las abejas. Él no era quien para molestarlas si necesitaban ese néctar. Así que por diversión, se quedó mirando los dulces pétalos, agachado entre los tallos, observando a la naturaleza moverse a su alrededor.
Un gruñido hizo girar su cabeza hacia la derecha, donde volvía a empezar el bosque de vuelta, y pudo encontrar a su amigo camuflado entre la madera.
—Parece que has vuelto a encontrar el panal. —Dijo Seokjin, sonriendo al ver al oso negro lamer los restos de miel de flores alrededor de su boca mientras espantaba a las abejas aún en busca de venganza.
El animal bufó, comenzando a hacer su camino colina arriba, haciendo a Seokjin volver sus orbes ambarinos a las flores.
El joven Kim volvió a alzar la cabeza cuando un crujido en las hojas se escuchó montaña arriba. Decidió ignorarlo, pensando que sería su amigo el oso negro, llegando a su cueva, hasta que los sonidos se volvieron rítmicos de uno en uno. Como pasos. Pasos de dos piernas. Pasos humanos.
Su ceño se frunció, ya que por lo que sabía, prácticamente toda la aldea prefería no subir a aquel monte, aterrorizados por el oso que reclamaba aquel territorio incluso a los locos que intentaban ir allí a cazar en las noches de otoño.
Así que se levantó y se asomó entre los árboles que crecían hasta la cima.
—¿Hola? —Intentó, sin éxito. —Taehyung-ah, ¿eres tú?
Ante el silencio Seokjin hizo una mueca, hasta que una figura apareció de entre los árboles. Su ropa era extraña, de unas telas que Seokjin jamás había visto. Su pelo era claro, muy claro. Seokjin nunca había visto a una persona con el pelo tan claro. Ni siquiera había visto a alguien con el pelo de un color que no fuera negro o marrón oscuro.
—¿Quién eres? —Preguntó en voz alta, sin reconocer la figura. Él conocía a todos en la aldea, y nadie se atrevería a mandar a alguien a aquella colina, sabiendo los animales que por allí rondaban, a menos que quisiera enviarlo a la muerte.
El hombre varios metros más arriba en la montaña movió sus ojos ónix hasta encontrar al dueño de la voz. Kim encontró una arruga en la frente desconocida y ladeó la cabeza.
—¿Es a mí? —Seokjin reconoció el coreano instaurado hacía unos años por el rey, aunque con una pronunciación algo diferente.
—Sí, ¿qué haces aquí? ¿Qué es eso? —Preguntó, señalando sus extrañas prendas.
—Dices... ¿Mi ropa?
—Sí...
El desconocido miró a su alrededor sin saber qué contestar. Cuando el extraño se escaqueó entre la madera, Seokjin se removió. Miró a ambos lados dudando hasta que puso un pie fuera del descampado y caminó entre la vegetación y las hojas secas.
Cuando cruzó el bosque, se encontró a sí mismo en un segundo sendero que no había visto jamás. Habría jurado que cuando miró desde la ladera, ahí se había parado aquel extraño, así que siguió el sendero como supuso que él había hecho. Apenas se dio cuenta de que el camino subía el monte hasta que los árboles empezaron a desaparecer. Con el sol brillante algo atenuado por el paso de las nubes, cubrió todo su cuerpo. Seokjin se giró hacia la espalda de la montaña, donde esperaba ver su aldea, de casas desperdigadas horientadas para que el sol de la mañana iluminase los hogares, mas encontrando un extraño conjunto de torres de colores y construcciones altas de... ¿Cristal? Y colores vivos.
Seokjin no entendía nada. No entendía donde estaba su casa y su aldea y qué eran esos extraños monumentos. Seokjin también podía ver extraños carruajes de metal que se movían solos por caminos de un negro intenso por todos los sentidos entre las torres y hacia su montaña.
—Pero qué... ¿Me estás siguiendo? —Seokjin tuvo que volver sus ojos hacia la montaña para ver al desconocido varios metros por encima.
Totalmente confundido, Seokjin retomó su camino, corriendo. Él quería su colina de vuelta, su aldea, sus animales, su casa y su familia.
Sin siquiera saber cómo, Seokjin estaba de vuelta en su ladera con las flores aún por nacer. Su pueblo aun amanecía en el horizonte, y su madre parecía intenta llamarle desde el nacimiento de la colina, justo detrás de su casa.
¿Qué...?
°°°
Nice day💜
ESTÁS LEYENDO
Trough The Time °°Yoonjin°°
Hayran Kurgu"-Ni siquiera lo pienses, Hyung. Sabes que tu sitio está aquí" ❅Información: ➥Contenido Homosexual ➥Contenido explícito ➥fluff/drama/angst ➥Yoongi top! ↬Seokjin bottom¡ ➥ages changed au