Amelia Edevane
Eran las siete de la tarde, el aire fresco de la noche golpeaba mi rostro, era divertido observar las constantes peleas que tenían los hermanos del departamento vecino, ese era mi plan de cada día, supe por fotos que Ares subió al internet que estaba con su padre, el señor Green a quién conocí un año atrás cuando su padre llegó de sorpresa al departamento de Ares y teníamos una sesión de videojuegos.
Mi celular comenzó a vibrar y respondió, era Ares quien me decía que su padre había regresado a Texas por un problema con su negocio que tenía que resolver personalmente, y que me iría a visitar con algo de cenar.
Ares llegó minutos después de esa llamada, ya que yo me encontraba limpiando un poco del departamento que tenía polvo por todos las superficies con madera. Ares llegó con una bolsa con el logo de la tienda que estaba 24 horas abierta a la vuelta de la esquina y con otra sin logo de color azul.
-¿De que es la bolsa?-. Pregunté mientras cerraba la puerta una vez que Ares entró y se limpió los pies sucios en mi tapete de la puerta.- ¿Qué compraste?
-Mi padre me trajo éstas tortas-. Ares sacó dos óvalos cubiertos de papel aluminio-. Me comí una hace una hora, estaba riquísima y te vengo a traer una para que me digas que tal está.
-Traeré 2 vasos para servir agua-. Me dirigí a la cocina para ir por los vasos y recordé lo que había en el refrigerador-. Tengo agua de limón ¿quieres?
-Traje esto-. Me respondió Ares mientras me mostraba una botella de mezcal iniciada-. Tomé un poco con mi papá y me dijo que me terminara el resto, por que él tenía que regresar.
-Entonces usemos éstos-. Saque las únicas dos copas que tenía en mi alacena-. Tenemos que tomar por un motivo.
-Tomaremos por no ser todavía descubiertos por la policía-.Ares tomó las dos copas de cristal y las llenó al tope-. Y tomamos por la revelación y adiestramiento de mi habilidad.
-Ese sería un gran brindis, salud-. Ambos tomamos un sorbo largo y dejamos la copa en la mesa para empezar a comer la torta que el padre de Ares le había dado-. Trae para acá las tortas.
Ares y yo comimos las tortas del padre, realmente estaban buenas eran de carne con queso, la carne estaba como empanizado y tenía un montón de verduras y más quesos, tenía razón Ares, las tortas estaban deliciosos, y tomábamos un poco de mezcal , no tanto ya que teníamos clase al otro día.
Comenzamos a tomar soda que había en mi hogar, hasta que se terminó y el reloj marcó las nueve de la noche, Ares se despidió de mi y se alejó en su carro, realmente no tenía sueño, el beber tanto refresco, con tanto azúcar y además el mezcal, no podía conciliar el sueño.
Lo que decidí hacer fue lo siguiente, decidí ocupar mi tiempo jugando videojuegos, era la mejor y más rápido forma de sentirme cansada, prendida la luz de mi cuarto y me dispuse a jugar.
Jugaba y las horas pasaban, juego tras juego, hora tras hora y simplemente no sentía cansancio, me percaté luego de cuatro horas que no dormiría por nada, así que pensé en ir por unos cuantos chocolates, por que tenía antojo de unos, era la una de la mañana , saldría en mi carro, ni loca me iría caminando, había demasiadas noticias de chicas que salían en al noche y no regresaban nunca jamás a sus hogares.
Arranqué en mi carro y doblé en la esquina, desde la ventanilla de mi carro podía ordenar lo que quería, pedí dos Carlos V y un paquete de galletas de chocolate, galletas quien posiblemente me llevaría para la escuela.
Mi celular comenzó a sonar y observé el nombre que tenía registrado, "Madre", era mi madre, me dirigí hacia mí departamento para poder comer mis chocolates, colgué un momento, le llamaría después a mi madre.
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Discípulos de la muerte
RandomUna joven, quien vivía en uno de los miles de universos que la tierra posee, es mandada a una Arena, en donde deberá luchar por su vida acompañada de sus habilidades que la salvarán de muchos obstáculos que enfrentará, una competencia reñida, cread...