Capítulo 15

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Osmanthus.

El volar en un dragón era realmente una experiencia única, sentir como fluyes con uno en el cielo, mientras sientes la brisa de las corrientes de aire que existen al igual que tu existencia, me encontraba montando al dragón amarillo quien iba más lento que los otros dos, debido a que, por petición propia, le pedía que fuera un poco lente, debido a mi nula experiencia volando.

Quienes iban igual o un poco más lento que nosotros era Ares quien iba con el dragón azul, y lo escuchaba quejarse de vez en cuando por los movimientos que el dragón hacía, haciendo que se le abriera un poco la herida, pero nada más grave que pudiera preocuparme.

Recordé a mi pueblo, mi bello pueblo, el cual vivía en una sierra que era una especie de zona plana en donde mi pueblo muchos años atrás, antes de que yo naciera, se asentó en ese lugar.

En el pueblo, coexistían con la naturaleza, la naturaleza era la que nos brindaba las cosas, que junto a nuestro conocimiento era posible nuestra supervivencia, en la que solo era el pueblo y la naturaleza.

Mi primer recuerdo fue haber hecho crecer una rosa, para quien era entonces el líder del pueblo, quien se maravilló por mi acción y lo que recuerdo también fue que a partir de ese día comencé a juntarme más con adultos que con los niños.

Llegamos al pueblo en donde realizamos nuestra primera batalla, y descendieron los dragones al pueblo, en cuanto nos bajaron a Nyke, al herido Ares y a mi, vi como esos bellos seres ascendieron al cielo en busca de Amelia y Hawks, el último que parecía ser ahora parte de nuestra pequeña alianza e nuestra estadía en la Arena.

Ares se quejaba por el escozor que la herida le causaba, por lo qe decidí a hacerle un vendaje con unas hierbas para sentir la zona, y que dejase de sentir dolor en ella; para que no estuviese quejando, ya que estaba por ser medio día y no sabíamos si había gente alrededor de nosotros.

A los pocos minutos llego Hawks con Amelia en los dragones; quienes se dirigieron a auxiliar a Ares quien ya no se estaba quejando, y ya podía ponerse en pie; solo que ponía tensas su facciones por cada paso que hacía al andar.

Observé como el área en donde estábamos se llenaba de una fragancia que se me hacía familiar, haciendo que mis ojos se nublaran y no pudiese ver nada alrededor, sentí como mis sentidos se agudizan y sentí un calor tremendo.

Fuego, gritos y humo.

Comencé a correr en círculos buscando de dónde provenía la fuente de calor, hasta que llegué y fue cuando regresé a mi pueblo, vi al líder del pueblo, al chamán, a los guerreros observando en un punto fijo, en donde se alzaba una gran flama con gritos de gente que se estaba quemando allí, tenía que salvarlos.

Al llegar allí observé como Amelia estaba quemando todo, mientras se reía con una risa sádica y maliciosa por todo lo que acababa de hacer, podía los ser gente pertenecientes a una alianza, pero meterse con mi gente, eso era cruzar la línea.

Mis plantas trataban de llegar a ella, pero el fuego que soltaba las quemaba, por los que decidí poner un escudo en ellas y poder avanzar a destruir a quien había quemado a mi gente.

-Osmanthus-. Amelia me miraba con los ojos lloroso-. ¡Esto es una maldita ilusión!

Sus palabras o lo que fuera que estaba diciendo, no lograba ser perceptible por mi, por lo que seguí avanzando hasta llegar a ella quien veía como mi ira era más poderoso que su estupido diálogo incoherente.

Ella golpeó mi rostro, mientras sacudía mi cabeza entre sus manos, haciéndome sentir desorientado, pero puede escuchar lo que ella me dijo.

-¡Osmanthus esto es una ilusión!-. Me dijo mientras observaba como por su rostro se deslizaban lágrimas que parecían eternas-. ¡Despierta!

Discípulos de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora