Discípulos de la muerte

Capítulo 25

Sejmet

Preferiría darle mi prenda a la señorita Hestia, a que siguiera jugando conmigo, la señorita Hestia era como una bella flautista que hipnotizada a todo a su alrededor, y si lograba hipnotizar te hacía caer. En si todo ella, era una máquina de seducción, capaz de hacerte perder tus cabales, y si te perdías una vez, eras capaz de hacerlo para siempre. Siempre que pensaba en ella, pensaba en una bella ave, capaz de admirar; pero tarde o temprano, con un movimiento erróneo tuyo, volará, asustada de ti, lo hará sin mirar atrás, dejándote triste y melancólico.

A pesar de que traía mi camisón que era un poco largo, sus cabellos mojados escurran agua por el camisón, ella comenzó a caminar, de regreso al campamento, en donde nos esperaban con el desayuno, posiblemente comeríamos carne o algún tipo de fruto que Osmanthus haría crecer. Él no se mostraba muy seguro de tenernos a las dos en el mismo campamento, pero Amelia tenía la capacidad de hacer que todos tuviesen lo que quisieran y estuviéramos en buenos términos.

¿Qué comeremos hoy?-. Pregunto Hawks mientras se acostaba en el frío suelo y luego daba un espasmo para después relajarse-. Tengo ganas de comer pescado.

-Creo que el pescado, en esta ocasión, no está en consideración-. Dijo Ares mientras traía ramitas para hacer una fogata-. La tormenta tóxica ya ha acaparado todas las costas de la isla y no conozco ningún lago o río en donde haya pescados, sin alejarse mucho del campamento.

-Eso quiere decir que el pescado no está viable-. Dijo Amelia mientras traía un poco de carne seca a la que le dio un mordisco-. Esta carne, está bien, deberíamos terminarla y luego buscar peces.

Observe que Hestia ya se había puesto ropa que había encontrado, y me entrego mi camisón que era una especie de armadura mágica, tenía una sonrisa en su rostro, mientras me entregaba el camisón, se acercó a mi oreja, para susurrarme en el oído con una voz rasposa.

-¿No te irás a bañar?-. Pregunto con una mirada que parecía ser lascivia-. Tienes que cuidar tu higiene, Sejmet.

En cierta parte, tenía razón, mi salud incluía el estar limpia, tenía al menos unos tres días sin ducharme, pero era para estar cuidando a Hestia, a pesar de que confiaba en el campamento de Amelia junto a sus alegres compañeros, no podía darme el lujo de dejar a Hestia sola. Comencé a caminar mientras escuchaba el pisar característico de Hestia, ella sabía, que tenía que ir a donde yo fuera, aunque yo le sirviera.

Escuché un estruendo a unos metros del campamento, todos los chicos salieron, mi único pensamiento fue buscar a Hestia, ella llegó corriendo a mi, mientras, los chicos estaban inquietos, Amelia hizo que los dragones que estaban en un tamaño mediano, e transformaran a seres majestuosos y grande, había tenido razón con ella, alguien capaz de tener dragones como simples mascotas, era alguien de temer.

Se veía a la lejanía, como árboles en el cuarto de la isla que pertenecía a la parte de la selva, los árboles estaban en llamas, mientras se veían corrientes de aire que hacia que el fuego se propagara con mayor facilidad a otros árboles, se escuchaban gritos resonantes que parecían producir ondas, parecía una batalla cercana que me desconcertaba.

-¿Qué hacemos?.- Preguntó Hawks mientras miraba a los chicos preocupado y luego miraba a las explosiones.- Esto nos va a afectar en lo que podemos comer.

-Yo digo que deberíamos quedarnos aquí.- Dijo Osmanthus para después escucharse los estruendos más cerca a nosotros.

-Enviaré a los dragones.- Dijo Amelia mientras señalaba al dragón amarillo y le animal partió hacia donde estaban las explosiones donde se hizo una especie de tornado con las llamas, formando una llamarada enorme, lo que sería una verdadera catástrofe.- No hay que intervenir si no es necesario, es mejor tener un panorama de lo que está pasando, desde aquí no podemos saber como están realmente las cosas.