Capítulo 11

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Ares Green.

El sol, el mar, las rocas, la arena, los pequeños peces y las palmeras.

Un gran paisaje, me levanté mientras me estiraba para comenzar bien mi día, ya llevábamos varios días en esta isla, y ahora Amelia tenía una habilidad extra, que era el poder disparar fuego con las manos, y era una habilidad interesante con la que estuvo entrenando por los últimos 3 días que llevamos aquí, además de que habíamos hecho un descubrimiento importante, una especie de tormenta se acercaba paulatinamente en la costa.

Habíamos enviado a los tres dragones a investigar si éste fenómeno estaba ocurriendo por toda la isla  la respuesta era afirmativa, me había preparado en calcular en cuanto tiempo esa especie de tormenta chocaría con la costa y la respuesta era de unas dos semanas a la redonda, por lo que teníamos que irnos adentrando con nuestro campamento y considerando la posibilidad de encontrar futuros recursos al interior de la isla y no en la costa de ésta.

Y para esto tendríamos descartados el poder tomar peces que la orilla de la playa nos proporcionaba, para esto también, Amelia se había asado un poco aislada de los dragones y de mi, ya que comenzó a apuntar en hojas de unas platas que era inmensas, todo el tipo de hierbas medicinales que había visto hasta el momento y que efectos tenían para comenzar a hacer compuestos con ellas y poder hacer herbajes más potentes.

Para eso había conseguido hacer tinta con piedras oscuras y rojillas que se podían encontrar en pequeñas pozas que estaban cercanas a la costa, a unos cuatros metros de donde nos encontrábamos, nuestra base ya estaba abastecida con alimentos por al menos un mes considerándonos a Amelia y a mi, ya que los dragones, que se encargaban de cazar siempre solían comer una tercera parte de lo que cazaban.

-Acompáñame a buscar un poco de frutas silvestres.- Le pedí a Amelia quien me miraba con pereza y regresaba su mirada a sus escritos que llevaba los últimos días preparando.- Acompáñame que necesito saber que tipo de frutos tenemos que tomar cuando la tormenta llegue al campamento.

Esto hizo que Amelia se levantara de esa posición de estar sentada e el suelo y se levantó con una pequeña canasta que había hecho de hojas de palmera entrelazadas entre sí, canasta que me había facilitado el día de ayer la recolección de algunas cuantas frutillas que había a los alrededores, en el camino le expliqué a Amelia del cálculo que había previsto para la tormenta que se acercaba lentamente a la orilla de la isla.

-¿Eso quiere decir que al final de la contienda los que se enfrenten entre ellos será en el centro de la isla?.- Dijo Amelia mientras analizaba lo que le estaba diciendo y me dejó pensando en una posibilidad que consideré desde un inicio.- Creo que sería lo más justo.

Regresamos hacia el campamento con la canasta, rebosante de frutas que tratamos que no se cayeran en el camino, al llegar, los dragones regresaron con las cubetas llenas de peces , esas cubetas funcionaba de la siguiente manera, dragón amarillo y azul metía dos de las tres canastas que tenían un mecanismo de drenado de tal forma que dejaban al pez sin agua y siendo depositado en la cesta más grande que era la de dragón rojo quien se encontraba algunas veces en la orilla cuidando del campamento mientras esperaba que sus hermanos terminasen de pescar.

Ya era medio día, ya que el sol se encontraba en el puto más alto del cuelo, justo encima nuestro, a esa hora comíamos unas cantas frutas, para que comiéramos el platillo fuerte, que era pescado cocido cuando quedaran unas horas antes del anochecer que era a la hora en que nos íbamos a dormir Amelia y yo y os dragones se quedaban vigilando el campamento, ya que ellos no requería tantas horas de sueño.

Sentimos como una brisa nos golpeó dejándonos aturdidos, era un competidor quien traía algo en sus brazos, traté de enderezarme, pero el zumbido de mis oídos no me dejaba levantarme y quedarme parado sin tambalear, observe como Amelia trató de hablar con el que parecía ser una persona con una habilidad de velocidad, que en cuanto vio, su tatuaje de flamas, corrió despavorido dejándonos nuevamente tirados en el suelo.

Discípulos de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora