Capítulo 28

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Hawks

El amanecer se veía por uno de los lados de la isla, desde donde estaba, que era una rama de un árbol, la vista se veía espectacular, ¿Acaso en mi universo existía algo tan bello como eso?. Realmente nunca lo sabría, mis ojos nunca habían llegado a ver ese tipo de espectáculos hasta que llegué a la Arena.

Caí hacia el suelo en puntillas, me acerqué al fuerte bajo tierra y toqué tres veces de forma repetida y luego tres con un espacio de dos segundos para hacer la señal a los chicos de que todo estaba bien y podían salir, me alejé y me acerqué al borde de la elevación para sentarme con mis piernas extendidas observando y respirando tranquilamente.

A los cinco minutos salieron todos los chicos tallándose los ojos y bostezando, otro día largo nos esperaba, miré hacia los bordes de la isla, en donde estaban las costas que ya estaban cubiertas por lo que Ares llamaba "Tormenta tóxica", que era capaz de herir fatalmente a cualquiera que la tocase, observé como veía que caían varios árboles en la parte selvática, comencé a preocuparme.

-¿Chicos soy yo o se están cayendo arboles?.- Le pregunté a Ares quien miró consternado como varios árboles comenzaban derribarse en dirección nuestra.

-¿Qué está pasando?.- Preguntó Amelia mientras se acercaba y miraba lo mismo que nos tenía preocupado a Ares y a mí.- Dragones vayan a investigar que está pasando y regresan lo más rápido que puedan en cuanto tengan una idea, no ataquen a menos que sea necesario.

Los tres dragones salieron en dirección hacia donde estaban cayéndose los árboles, como siempre, tanto Sejmet como Hestia pasaban perdidas las primeras horas del día y llegaban casi cuando el sol estaba encima nuestro, se perdían por varias horas, pero llegaban a la hora del almuerzo.

Observé como Amelia tarareaba una melodía lenta y Ares le seguía el ritmo con sus palmas, ellos se encontraban en una sintonía que yo no conocía, aunque ellos dos me intentaban incluir, me despegué, algunas cosas que eran desconocidas para mi, había aprendido a alejarme de ellas, ya que podían no se importante para mi.

Decidí introducirme en mis pensamientos con mi sombra durmiendo, ya que me sentía un poco cansado, pero al hacerlo sentí un jaloneo y después entré en mi habitación mental, que era algo que había descubierto muchos años atrás, al estar encerrado ese lugar era mi sitio para poder vivir un mundo de fantasía que se impusiera sobre mi mundo real, un mundo de encierro.

-¿Qué ocurre?.- Habló esa voz que yo había catalogada propia de la sombra que era mi habilidad.- ¿Ya te aburriste del mundo real?

No respondí, simplemente me dejé caer en el suelo mientras se formaba un suelo esponjoso y sedoso debajo mio, nada que ver con el suelo frío y áspero que me recordaba a mi universo.

-Te recomiendo que salgas.- Volvió a hablar esa conocida voz para mi.- La gente a tu alrededor se ve muy preocupada y nerviosa, no es tiempo para que te distraigas propietario.

Me desperté y observe que efectivamente, los chicos se veían muy nerviosos, corrí a ver los árboles y observé que se habían detenido de tirar árboles, pero se escuchaban gritos a la lejanía, algo estaba pasando, y me molestaba no saber que es lo que estaba pasando.

-Tenemos que ir.- De repente apareció Sejmet con Hestia detrás suya.- Es nuestra oportunidad, tenemos que terminar esto de una buena vez.

Los dragones de Amelia llegaron y le informaron de la situación y partimos, las cosas estaban realmente mal, aparente si había un grupo de tres personas pero eran puros chicos, los cuales pudieron estar muertos de haber sido que uno de los gigantes hombres amorfos se fijó en ellos y comenzó a atacarlos, y de defendieron tal como Amelia les había ordenado que hiciesen en caso de que fuesen atacados.

Discípulos de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora