03. Miradas.

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Las risas se escuchan por todo el lugar.

Eso no me hace sentir muy bien. Es algo que no puedo evitar. Me recuerda sin querer al pasado. A cuando se burlaban de mí en mi antigua escuela. Siento un escalofrío cruzarme el cuerpo.

Sigo caminado por el largo patio, que tiene forma cuadrada, tratando de no chocar con los chicos que juegan futbol en medio de todos, o con la bolita de niñas que están comiendo de pie. Algunas me miran y veo la manera en que susurran a mi paso. Hay chicos por todos lados. Huele a comida. La gente grita, algunos incluso ríen y juro incluso escuchar alguna persona llorar.

Definitivamente esto es muy nuevo para mí.

En mi antigua escuela no habían tantos alumnos, es por eso que por grado solo había un salón. Así que era obvio que durante toda la etapa escolar irías con las mismas personas. Aquí, eso es prácticamente imposible, por lo que puedo notar, y me asusta pensar que después de este año, tendré que volver a empezar cada vez que pasé de grado.

Llegó al fin al lugar apartado que había previsto, y rezó mentalmente porque no haya nadie ahí. Deseo que no haya alguna parejita besándose o algún chico fumando (en lo que va de estos días he notado que los chicos de mi edad fuman). Porque eso sí que me asustaría.

Pero no, al asomarme por el pequeño pasillo detrás del auditorio, note que no había nadie. Solté un suspiro aliviado y camine hasta llegar al extremo, para recargarme de espaldas sobre la pared color café claro y sentarme sobre el frio suelo.

Acomode a mis lados mi pequeño luch, y puse el libro de "Persona Normal" en mi regazo. Ese lugar se sentía frio, se sentía solo, pero aún se podía escuchar a lo lejos el ruido que había alrededor. Cerré los ojos un momento, conteniendo la respiración, eche la cabeza hacia atrás y al abrir los ojos puede ver, detrás de la barda, un árbol. Un gran árbol. Es el único que me hace compañía, se ve viejo, o bueno eso creo. Lo observo un buen rato. Tratando de pensar en la sensación de paz que me generaba el silencio. Extraño eso.

Regreso mi mirada a mi libro y lo abro donde lo deje. Tomo un pedazo de mi sándwich y comienzo a comer mientras leo las divertidas aventuras de Sebastián y su Tío Paco. Son de esa clase que yo quisiera tener, porque digo; ir a una casa abandonada para matar un vampiro es sin duda algo que quisiera hacer algún día.

Pero para eso debes ser como Sebastián, debes tener su valentía, su coraje y sobre todo su mentalidad libre. Ah y claro, un Tío que esté dispuesto a pagarle a un amigo para hacerse pasar por un vampiro. Suelto una pequeña risa ante ese último pensamiento.

Estoy tan sumido en el mundo de aventuras que ha generado en mente, que pego un pequeño salto en mi lugar al escuchar una risa, me tenso por completo. ¡Fantasmas! Es lo primero que pienso, me cubro la cara con mi libro y comienzo a recordar en lo que dijo Emilio, sobre que en este lugar asustaban, y comienzo a sudar, ¿En serio existen los fantasmas?

La risa comienza a sonar un poco más fuerte y entonces caigo en cuenta de que la conozco.

Bajo con cuidado el libro para mirar de una vez por todas si es quien creo, y al hacerlo suelto un gran suspiro al ver a Emilio frente a mí.

—Sabía que estarías aquí. —Comienza a caminar hacia mí, hasta llegar a mi lado y sentarse— ¿No quieres ir a jugar futbol? —Pregunta girando su cabeza para verme.

Esta cerca... Dios, está bastante cerca de mí.

Nunca había estado tan cerca de nadie en mi vida, incluso puedo sentir su respiración chocar contra mi mejilla, no lo miro. No quiero mirarlo, porque eso quiere decir que estaría mucho más cerca de su rostro y no quiero arruinar el momento, tal vez él ni siquiera sabe que se ha acercado a mí, o ni siquiera le importa. Pero para mí es algo nuevo, todo en este momento es nuevo.

Nuevo mundo. || Emiliaco [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora