18. Bastante largo.

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Maratón 1/3


Mi mochila color verde militar va completamente llena, definitivamente mi madre creyó que me iría un mes de casa, y no solo un fin de semana. Por lo poco que recuerdo de ayer, mi madre hecho adentro hasta la cobija azul que le dije que no necesitaba, pues en las cabañas abría, y el bloqueador solar que tampoco necesito, pero como estaba tan ocupado en mis pensamientos, al final no pude decir nada. Por ahora lo único que me queda es esperar que dentro de la cabaña que me toque, pueda meter todo lo que tengo dentro.

-Listo, llegamos. –dijo mi madre al estacionarse a unos metros de la escuela, pues frente a esta estaban los autobuses que nos llevaran a dicho bosque- ¿Seguro que llevas todo?

-Sí, mamá. –conteste tratando de sonar lo menos nervioso que podía, si es que era posible.

No pude dormir anoche, porque cuando cerraba los ojos recordaba las palabras que me dijo un día antes Alan, y cuando al fin lograba pescar un poco de descanso, el sueño que hace mucho no tenia sobre el chico sin rostro, regresaba una y otra vez, haciendo que se me hiciera imposible consiliar muy bien el sueño. En la mañana mientras me bañaba los nervios se opoderaron completamente de mí, pues la idea de pasar un fin de semana entero con el chico que me declaro sus sentimientos y con el chico que justo ayer supe que estaba enamorado, no es muy buena idea para mis emociones, las cuales están totalmente revueltas.

-Bueno, entonces solo cuídate, por favor. –dice mi madre pasándome la gran mochila de la parte trasera del auto.- Y claro, divierte.

-Claro. –contesto tomando la mochila y dándole una media sonrisa.- Estoy seguro de que será divertido.

Me bajo del auto después de darle un beso en la mejilla a mi madre, y al cerrar la puerta suelto un gran suspiro.

Muy bien, aquí vamos, no actúes raro. No actúes raro, por favor.

Comienzo a caminar mientras me cuelgo la pesada mochila al hombro, y acomodo mi chamarra roja, pues es verdad que hace frió, por dios, es por eso que no necesito el bloqueador. Miro a los chicos que están en la entrada de la escuela, en busca de alguno que no sea Alan, ni Emilio, por supuesto.
Para mi buena suerte, aquí en la ciudad la mayoría me trata bien, no se alejan cuando me ven, y si llego a saludarlos todos son muy amables, así que busco con la mirada a alguien que me ayude a no pensar tanto en lo sucedido ayer, y para mi alivio, esta Andrea. Es una chica muy amable que hace unas semanas me pidió un poco de mis galletas y luego comenzó a saludarme cuando me veía, es una muy buena opción.

Me acerco a ella, quien esta con una bolita de chicos y chicas, espero no incomodar a nadie.

-Hola. –digo al llegar a su lado, ella voltea y me mira con una gran sonrisa.

-¡Hola! –su voz suena emocionada, supongo que por el campamento. -¿Cómo estás?

-Bien. –digo con una sonrisa, definitivamente el que sean tan agradables me llenan de confianza. -¿Y tú?

-Emocionada. –contesta sin borrar su sonrisa.- Por cierto. –me toma del brazo y me acerca un poco más a la bolita de chicos que la rodean.- Miren chicos, Joaquín llego.

Todos me miran y no puedo evitar sentirme nervioso, aunque cuando un chico llamado Ian me sonríe, al igual que Nicole y Mauro, es cuando puedo devolver más confiado la sonrisa.

-Hola, Joaco. –dice Mauro mientras acomoda su gorro de lana, el frió es intenso.

-Hola. –le contesto un poco más emocionado, me gusta hablar con la gente.

-¿Ahora no estas con tu novio?-pregunta una chica de pelo largo, lacio y castaño.

Mis ojos se abren de par en par, ¿novio?

Nuevo mundo. || Emiliaco [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora