17. Nuevos mundos.

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Sé que tal vez no debería de estar aquí, sé que debería estar en casa terminando de arreglar todo para el campamento, pero el enojo interior que tenía no se iba cuando intente hacerlo. Y así fue como termine en sala del cine, comiendo palomitas y chocolate, porque si le había dicho a Emilio que iría al cine, iba a hacerlo. Aunque no fuera con Alan.

No me malinterpreten, la idea de llamar a Alan y pedirle que viniera conmigo paso por mi mente, pero la deseche al instante por una simple razón; desde que me llevo a casa hace una semana, ha estado haciéndolo más seguido, y aunque al inicio todo era muy normal, todo se revolvió dentro de mí cuando al pasar al lado del gran perro en la esquina de mi casa, Alan me tomaba la mano, y no la soltaba hasta dejarme en la puerta. Así que la idea de venir a un lugar como este con él, era algo raro para mi corazón.

La película termino, al igual que mi segundo chocolate, así que cuando salí de la sala me dirigí directamente a la tiendita, pues quería otro chocolate, y tal vez unas gomitas. Sí, tal vez unas gomitas serían lo mejor. O mejor unas galletas, sí, tal vez las galletas de bombón que vi el otro día, sí eso sería algo bueno, porque...

-Señor, Bondoni. –la voz de un chico que conocía me saco de mis pensamientos sobre dulces, para mirarlo, Alan estaba al otro lado del mostrador con una sonrisa- Vaya, que grata sorpresa.

Mi cara se tornó un poco rosa por la sorpresa de encontrarlo aquí, pero la vergüenza se apodero de mí al recordar que en efecto, Alan trabaja aquí. Dios, ¿Cómo pude olvidarlo? Llevamos un mes entero conviviendo, y más de una vez lo menciono, ¿Cómo lo olvide?

-¿Qué va a comprar, Señor Bondoni? –pregunto con tono de voz gracioso, lo que me hizo reír un poco, pero callándome al instante al ver cómo me miraba fijamente.

-Quiero unas galletas de bombón, por favor. –dije nervioso.

-¿No habíamos quedado que el bombón te hace imperactivo? –pregunto Alan mirándome serio- Creo que algo con menos azúcar sería mejor.

No recordaba exactamente cuántas veces había hablado con Alan sobre eso, pero todo paso cuando una vez comí una bolsita de bombones y no podía parar de reír, haciendo que me doliera el estómago y terminará en la enfermería, desde ese día Alan parecer tener bastante interés por las cosas que como, sobre todo si son dulces, aunque él me dio hace unos días ese pastel de chocolate.

-Ten. –dijo dándome una bolsa de galletas marías, yo fruncí el ceño, tal vez no sabía mucho sobre cines, ¿pero en serio venden eso?- También toma esto. –continuo dándome una botella de agua natural.- Y ahora espérame por allá. –Señalo una mesa a unos metros del lugar- Mí turno termina en media hora, puedo llevarte a casa.

Estoy por decir algo, pero alguien llega a comprar y Alan se va, dejándome con la palabra en la boca y con el nerviosismo a flor de piel. Sabiendo que no recibirá un no por respuesta camino lento hacía en lugar que me señalo, y cuando volteo a verlo, lo encuentro mirándome con una sonrisa divertida que me hace sentir aún más nervioso. 

[...]

-Gracias. –digo subiendo un escalón, hemos llegado a mi casa.

-No hay de qué. –dice Alan metiendo sus manos a su pantalón. –Fue bueno verte fuera de la escuela.

Me quedo un momento en silencio, completamente extrañado con la calidez que Alan me da, con esa confianza tan rara que aparece en mí cada vez que lo miro, con la manera en que mi mano parece sentirse segura con la suya cuando la toma al caminar. Creí que ya no sentiría nada nuevo, pero al parecer, todos los días encuentras nuevos mundos.

-Sí.- digo al fin- Fue bueno... digo me gusta verte. –sonrió un poco.

Nos quedamos nuevamente en silencio, un intenso silencio. Ahora que lo pienso, todo lo relacionado con Alan es intenso, la palabra intenso lo describe a la perfección. Después de unos segundos donde no puedo evitar sentirme nervioso por la mirada que me da, al fin decido continuar.

Nuevo mundo. || Emiliaco [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora