El coche se sacudió un par de veces más antes de que el fuego comenzara a disminuir, logrando que el cuerpo de ambos se tensara con cada ráfaga que los azotaba. Jimin había vuelto al asiento del conductor y apagado tanto el motor como el GPS y la radio, procurando no llamar la atención de ninguna manera. El brillo del fuego había bajado notablemente, casi desapareciendo de su campo de visión después de unos largos ratos e intensos minutos que Jungkook sintió como horas.
Estaba seguro de que aquello era obra de los malignos.
-¿Qué cojones crees que sea?- susurró Jimin, moviendo un poco la cabeza para no perder de vista el fuego que había vuelto a disminuir.
-Nada bueno, seguro.
Se dispuso a bajar del coche una vez que el brillo del fuego desapareció completamente, pero cuando su mano quiso abrir la puerta, Jimin lo detuvo, tomando con fuerza su hombro.
-¿Qué crees que haces? No sabes lo que hay allí.
-Tampoco lo sabré si me quedo aquí.
-Es peligroso, por favor- intensificó su agarre, ansioso.
-Quédate aquí y procura irte si algo malo ocurre, ¿de acuerdo?
-¿Qué dices? ¡No voy a dejarte solo!- habló alto y alterado.
La mano del elemental viajó con rapidez hacia la boca del menor y la cubrió por completo, haciendo presión contra sus labios y evitando así que no siguiera hablando.
-No grites- regañó con el ceño fruncido –Por una vez en tu vida hazme caso, joder.
No quería arriesgarse a que algo malo le pasase, no ahora que, inevitablemente, se estaba encariñando con él más de lo debido. No tenía ni idea de lo que pudiese llegar a ocurrir en cuanto bajase del coche, pero no arrastraría a Jimin a eso. No se lo perdonaría.
El psicólogo lo miró con súplica, provocándole una sensación desconocida y nueva en el corazón del elemental, una mezcla entre pena, compasión y algo de miedo, pero no lograba descifrar si eso era lo que le transmitía y sentía su compañero o si era algo meramente suyo. Estaba confundido, como cada vez que Jimin abría la boca.
-Es obvio que son malignos- dijo liberando la boca del menor –no puedo dejarte venir conmigo.
-No me obligues a quedarme aquí, por favor- su voz salió temblorosa y asustada –no puedo dejarte ir solo- pausó –si algo malo te ocurriese... yo...
-Esta no es tu lucha, Jiminnie- sintió su cuerpo temblar cuando vio el miedo reflejado en los ojos del menor. No quería admitirlo, pero él se sentía igual –No tienes nada que ver con esto.
-Comencé a tener algo que ver en cuanto te ayudé a escapar de la organización- soltó con firmeza, creyendo que así convencería al elemental –por favor.
-No- Jimin sintió sus ojos aguarse ante la frialdad de sus palabras.
Y ante esa imagen, Jungkook se convenció aún más de que no podía dejar que lo acompañe. Se dispuso a bajar del coche nuevamente, pero como era de esperarse, el menor volvió a detenerlo, ahora con mucha más fuerza que la vez anterior. Quiso insultarlo, pero sus palabras quedaron atoradas en su garganta justo antes de salir cuando sintió como el psicólogo volvía a besarlo. La mano de Jimin viajó con rapidez a su nuca y lo atrajo aún más a él, intensificando la unión y ayudando a que su lengua lograra entrar con mayor facilidad a su boca.
-Prométeme que volverás- dijo el profesional cuando rompió el beso, mirándolo directamente a los ojos.
Y otra vez, el joven psicólogo estaba logrando revolucionar los sentimientos del elemental. Sentía su miedo y desesperación viajar desde sus labios hasta su pecho y alojarse allí, consiguiendo que doliera. Sabía a despedida y dolor, mucho dolor, cosa que jamás había sentido con tanta intensidad desde la muerte de sus padres. Se sentía indefenso y con responsabilidad al igual que ese día, con la insoportable necesidad de lograr que nada malo ocurriese, pero sin la certeza de que ello pudiese llegar a pasar.
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Los cuatro elementos [Kookmin]
FanfictionJeon Jungkook, uno de los pocos elementales que se mantienen con vida luego del ataque de los malignos, busca que la muerte de sus padres no haya sido en vano. Formando parte de la organización más importante y reconocida mundialmente en el reclutam...