34 ~ Instintos

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Jimin suspiró con fuerza y volvió a sollozar cuando el cuerpo inmóvil de su compañero quedó tendido sobre el suelo, sabiendo que este había perdido finalmente la conciencia. Quería socorrerlo, comprobar que aun estuviese con vida, aferrarlo entre sus brazos y suplicarle por su perdón, pero sabía que si Jungkook estuviese despierto se negaría rotundamente a cualquier acercamiento de su parte. Ese pensamiento le estrujó el corazón. No quería que Jungkook lo viese como lo veía ahora, que lo tratara eternamente con el odio con el que lo había hecho hacia unos instantes, pero sabía que no podía evitarlo. Había dejado de ser su compañero y ayudante, esa persona que casi llegaba a ser especial, para formar parte de lo que el elemental más odiaba. Y todo por culpa de sus antepasados y la marca con la que cargaba en su nuca.

-Disculpa si no lo detuvimos- el psicólogo no registró el momento en el que la habitación volvió a llenarse de personas y mucho menos cuando la pesadilla llegó a su lado -pero quisimos jugar un poco con él. Lamento que te haya lastimado.

La pesadilla vino acompañada de un par de personas más y el mismo secuaz de antes, indicándoles con un par de movimientos que podían encargarse de Jungkook. El menor quiso moverse, pero el reciente rechazo que había recibido le prohibía incluso pensar con claridad. Sentía que si se movía, el elemental despertaría y correría en su dirección para asesinarlo de una vez. Aunque sospechaba que eso era algo imposible, no lograba descartar la idea.

Dentro del grupo invasor había una mujer, que fue la primera en acercarse finalmente al cuerpo del morado y registrarlo superficialmente; luego de algunos segundos y un par de sacudidas y toqueteos que alteraron al menor, la mujer asintió con la cabeza y los dos restantes tomaron a Jungkook como pudieron, arrastrando su cuerpo hacia la puerta y sacándolo de la habitación.

-¿Qué le harán?- logró formular de una forma débil el pequeño maligno con un notable temblor en sus palabras.

Sintió el brazo de la pesadilla envolver sus hombros y su cuerpo chocar contra el contrario cuando este lo sacudió con alegría, consiguiendo que sus ganas de salir corriendo en busca de Jungkook crecieran aún más. Quería moverse, y hacia de todo lo posible por hacerlo, pero esa parte que le decía que no lo hiciera seguía siendo más fuerte y persistente. La pesadilla rio bajo y volvió a sacudir el cuerpo contrario.

-¿Quieres verlo? Después de todo, gracias a ti es que todo esto está pasando.

Esa frase lo había terminado de destrozar. El maligno soltaba aquellas palabras con tal naturalidad y soltura que hacía que estas parecieran un alago, pero no lo eran. Oh, claro que no lo eran. Jimin sentía sus lágrimas volver a bajar por sus mejillas pero ya no sus sollozos, por lo que comprendió que, al igual que a su inconsciente compañero, su cabeza no lograba funcionar de la forma correcta ni interpretar completamente las señales que el menor quería que efectuara. Se sentía aun peor por haberse encontrado un parecido con Jungkook a estas alturas.

El maligno arrastró al psicólogo sin apartar su brazo de los hombros ajenos, provocando que los primeros pasos del menor fueran torpes y poco firmes. Jimin no sabía cómo es que avanzaba, pero aun así lo hizo, sintiendo el piso temblar bajo sus pies con cada paso. Sospechaba que en cualquier momento se desmayaría por lo devastado que se encontraba su corazón.

-Me gustaría que vieras el legado que nos dejó tu abuelo- una vez estuvieron fuera de la habitación, Jimin se encontró con un largo y extenso pasillo que se mantenía iluminado de una forma precoz por una pequeña lámpara que colgaba en mitad de este, dejando algunas zonas más oscuras por su poco alcance. Varios pasos más adelante, iba la mujer que había revisado a Jungkook y los otros dos malignos cargándolo -Siempre nos habló mucho de ti. Decía que serías mucho mejor que tu padre y que lograrías seguir honrando el apellido Park como se debe- los malignos de adelante giraron a la derecha en cuanto el pasillo finalizó, por lo que Jimin perdió de vista a su compañero -Fue un gran hombre, créeme. No hay día en el que no lo recordemos.

Los cuatro elementos [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora