32 ~ Jimin

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Luego de haberse regalado un par de besos más, y cuando el frío comenzó a invadir sus cuerpos nuevamente, volvieron a vestirse, quedándose con las ganas de contemplar la desnudez del otro por un tiempo más. El silencio se instauró entre ambos, pero no resultaba ser tenso ni malo; tanto Jimin como Jungkook necesitaban recapitular y acomodar todo lo que habían vivido, por lo que el silencio mutuo era completamente agradecido. Habían decido, luego de algunas miradas, mantenerse juntos, quedando ambos apoyados contra el muro más alejado de la habitación y con los brazos alrededor del cuerpo contrario, manteniendo el calor corporal dentro de un abrazo.

Jungkook no dejó de acariciar los alborotados cabellos del menor en todo lo que quedó de noche, disfrutando de poder estar tan bien junto a su compañero y de la cercanía que le permitía hacer aquello. El profesional se había acomodado de tal forma contra su cuerpo que ahora estaba aferrado a su cintura, con la cabeza apoyada sobre su pecho, respirando tranquilamente mientras mantenía la boca ligeramente abierta, y con los ojos cerrados, disfrutando notablemente del sueño a pesar de las condiciones que lo rodeaban. Quería entender como era que lograba estar tan tranquilo, como podía dormir sabiendo que del otro lado de la puerta podría haber cualquier cantidad de malignos esperando por aniquilarlos. Desde que el menor se había dormido, sus pensamientos e ideas se habían reactivado, rondando y tratando distintos temas pero siempre volviendo a lo mismo: Jimin. El menor había inundado su cabeza como lo hacía rutinariamente, variando y relacionando todo lo que le estaba con él y llegando a la conclusión de que ya no podría quitarlo de entre sus preocupaciones. El profesional había hecho mucho más que tratarlo como un paciente, consiguiendo incluso mover y reavivar sentimientos y sensaciones que creía muertas en él, llegando casi a devolverle todo lo que había perdido. El psicólogo tenía un control especial sobre él, uno que solo incrementaba las ganas por parte del elemental de protegerlo hasta las últimas consecuencias.

-¿Qué tanto miras?- habló bajito el menor aun con los ojos algo cerrados por el cansancio. Jungkook estaba tan metido en sus pensamientos que no se había percatado de que miraba a su compañero con intensidad.

-Lo tranquilo que te ves mientras duermes- habló sincero. Sabía que de nada servía esquivar sus verdaderos sentimientos con él porque al final de cada conversación, y luego de un par de preguntas estratégicas, lograría descifrarlo a la perfección -Quisiera poder conciliar el sueño como tú lo haces.

-No logro soportar tanto como tú- se encogió de hombros y se acomodó, separando sus cuerpos finalmente y estirando el suyo aún estando sentado en el suelo -No soy un elemental tan entrenado.

Jimin se acercó con una pequeña sonrisa curvando sus labios y besó los ajenos con rapidez, logrando desconcertar nuevamente al mayor. No estaba para nada acostumbrado a este tipo de saludo, por lo que el repentino acto cariñoso de parte de su compañero solo consiguió que una de sus cejas se arqueara y que su rostro dibujara una mueca de confusión. Jimin sonrió ante esto.

-Está amaneciendo- habló el elemental, ignorando lo recién ocurrido y fijando la vista en los pequeños y débiles rayos de sol que se colaban por la pequeña y alta ventanilla y que iluminaban la habitación -y me preocupa no escuchar nada del otro lado de la puerta.

El profesional cambió su expresión. Si bien no había olvidado el hecho de estar encerrados y quienes los habían puesto en esa habitación, no había tenido en cuenta ese detalle. Desde la última aparición del maligno que los había emboscado, no escucharon absolutamente nada proveniente de ningún sitio y eso era algo que no podía simplemente ser pasado por alto.

El elemental se puso de pie y se acercó con paso firme a la puerta de metal queriendo concretar una de las pocas ideas claras que anduvieron rondando su mente durante la noche; si logaba manipular el fuego, quizás podría mantener sus manos encendidas hasta que el metal se derritiese o lograr que las tuercas que la sostenían se ablandasen lo suficiente como para quitarla de un golpe. Dio un par de pasos más e intentó utilizar el fuego, pero una punzada en sus marcas le impidió incluso seguir avanzando, consiguiendo que llevara su brazo afectado hasta su pecho, lo apretara contra este, y soltara un ligero gemido de dolor. Si bien el dolor no era intenso, si lo era lo suficiente como para plantearse dos veces manipular sus habilidades.

Los cuatro elementos [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora