Ese lugar que solo tú y yo conocemos

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Soy esta infancia absoluta que atraviesa toda mi vida: mi ingenuidad, mi valentía, mi risa y mis lágrimas. Todo nace y muere en mi niña infinita.

Mar Violeta.

POV: Regina Mills

Hoy es el día tres en que contamos nuestra historia a Lucy. He sentido que estoy reviviendo nuevamente aquellos días. Emma le muestra nuestras fotos de niñas, tenemos muchas. Tía Mal cuando se compró su cámara se volvió loca sacándonos miles de fotos.

Hoy me toca a mí de narrar de nuevo y me llena de entusiasmo aunque es bonito escuchar a Emma hacerlo. Ella se exalta hablando, gesticula exageradamente y hace miles de caras graciosas, sale hasta por sus poros la alegría que le causa esto que estamos haciendo.

— Gina, ¿recuerdas esta foto? Fue el día que fuimos por primera vez a nuestro lugar —tomo la foto que muestra mi esposa entre mis manos y hago un esfuerzo para recordar aquel día.

— Solo recuerdo que ese día fue la segunda vez que lloraste por mí, Swan — me burlo y le doy un beso en la mejilla.

— Para ese entonces tú ya habías llorado muchas veces por mí, te traía loquita, mi amor — Emma me besa tiernamente la frente.

— ¿Me traías loquita? ¿Con 10 años? No me hagas reír, Emma Swan — me rio con ironía.

— Sí, es que tú eras más gay que yo, bueno lo sigues siendo — ella a veces sigue siendo esa niña que dice miles de tonterías a vez.

— Pero si eras tú la que dabas más pistas de ser gay. Me regalabas girasoles y te ponías celosa si jugaba con alguien que no fueras tú — reviro los ojos ante las locuritas que dice mi mujer.

— Tú le decías a todo el mundo que yo te parecía bonita, además Regina solo con verte se te nota lo gay — ¡Ay como conozco a mi Swan! solo quiere hacerme enojar para después ser tierna conmigo en la reconciliación, está loca, pero la amo.

— Aún me pareces bonita, idiota y si es por ti moriré siendo gay aunque eres insoportable, Swan, muy insoportable.

— Pero me amas así — muestra su sonrisa más bonita y se encoge de hombros.

— Te amo, así — le beso su mano donde lleva su anillo de bodas.

Nos percatamos que mientras discutimos y nos reconciliamos nuestra nieta está atenta escribiendo, esta muchacha sí que sabe aprovechar cada momento. A nuestra edad deberíamos ser un par de mujeres con la vida tranquila, relajada y lo somos en ocasiones, pero como disfrutamos pelear y reconciliarnos a cada momento.

Debo admitir que mis peleas favoritas son las de la noche porque las arreglamos en la cama, definitivamente ahí se dan las mejores reconciliaciones. Unos dolorcitos de huesos no nos detienen, cuando hay amor, deseos y sabes que naciste para amar hasta el final a alguien, una dolencia es algo banal. Tantos años haciendo el amor y todavía sigo loca por mi Swan, porque cuando hablo de hacer el amor no me refiero solamente a la entrega sexual, sino a compartir la cosa más mínima a su lado. Hacerle el amor a Emma es comprender sus locuras, soportar sus dramas, sus bromas tontas que cree que son geniales, ponerle pomadas en varias partes de su cuerpo cuando le duelen. Que ella comprenda mi temperamento, poder contar junto a ella nuestra vida amándonos, que me ayude a recordar momentos importantes que amenazan con irse de mi mente, eso es hacer el amor para mí.

— Abuelas tengo una duda enorme, la tía Mal y Ruby ¿ustedes creen que ellas las influenciaron un poco? — pregunta cuidadosamente Lucy.

— No — responde al instante Emma.

— Sí — digo yo al mismo tiempo — Emma, cariño, di porque crees que no y luego digo yo porque creo que sí.

— Está bien amor, yo inicio — dice cariñosa mi esposa — ellas no nos influenciaron, creo que nosotras vivimos nuestras etapas como debimos vivirlas, de niñas nos queríamos besar, pero era algo inocente — me observa con sus bellos ojos verdes brillantes — creía que era algo normal, que lo podía hacer con alguien a quien quisiera y ella era mi amiga, quería hacer todo con ella — expresa mientras acaricia mi espalda — nos dimos nuestro primer beso en el momento indicado cuando creí que ella lo necesitaba — mi esposa en su últimas palabras me observa entrecerrando los ojos recordando ese primer beso.

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