Ahora sálvame tú a mí I

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El amor es saltar al vacío y esperar que en la caída te crezcan las alas.

Benjamín Griss


POV: Emma Swan

No todo el mundo tiene la fortuna de encontrar en la misma persona al amor de su vida y su mejor amiga. Yo puedo afirmar con toda seguridad que soy parte de ese grupo selectivo. Esta mañana tuve un poco de dificultad para levantarme, me dolía la espalda, en primera instancia no quise preocupar a mi esposa. Trataba de actuar con normalidad, pero pasado el desayuno, sentí las suaves manos de Regina masajeando mi espalda. Me dijo al oído que me recostara para ponerme mis pomadas. Me quedé sorprendida, entonces le pregunté que como supo de mis dolencias y me dijo dulcemente "cariño, soy la persona que mejor te conoce en este mundo, te amo tanto que puedo percibir tus alegrías y tus dolores sin que hagas un gesto."

La actitud de Regina no es solamente algo de pareja, va más allá. Desde niña siempre hemos sabido que pasa con la otra, siempre tuvimos una amistad sincera, incondicional, transparente, ella sabe todo de mí y yo de ella, no soy capaz de ocultarle algo porque lo que no lo digo con palabras ella lo sabe. Conmigo pasa lo mismo, por ejemplo, ya conozco su gesto de incomodidad cuando no recuerda algo, arruga su entrecejo, se frota los dedos de la mano derecha, sonríe y empieza a hacer preguntas relacionadas al tema.

Cada vez que vemos venir a Lucy ambas nos emocionamos. Ya se nos está haciendo una costumbre bonita sentarnos todas las tardes con nuestra nieta a desahogarnos recordando nuestros mejores años.

— Abuela Emma ¿ya te sientes mejor? — me da un beso y un abrazo de saludo.

Frunzo el ceño ante su pregunta — estoy bien, querida — le respondo intrigada.

— ¡Oh, qué bien! abuela Gina me dijo al teléfono que te sentías mal esta mañana — observo a mi esposa y solo me sonríe apenada.

— Solo me preocupo por ti, mi amor — estamos en la sala y Regina se levanta de sillón donde estaba para venir a sentarse a mi lado y me da un tierno beso en la frente.

— Solo me dolían un poco los huesos — me justifico.

— Ella minimiza todo, pero a mí no me puede mentir —presume Regina.

Seguridad eso es lo que sentimos ambas, pero hubo un tiempo que yo tuve miedo de perder esa confianza de Regina. Una de las mayores incertidumbres de mi vida era decirle que me gustaba y que no me volviera a ver igual. Qué no confiara en mí como lo hace una amiga. Yo me preguntaba a mí misma que si todo salía como yo lo pensaba ¿podríamos tener la misma confianza de amigas?

Hablé con mi padre, le conté de mi miedo a perder a mi amiga ganando una novia. Papá dijo que mamá fue su mejor amiga toda la vida, que la amistad es el primer paso para el amor. En aquel momento yo tenía muchas dudas, todo era muy nuevo para mí, estaba tan asustada que ni me daba cuenta lo que evidente, ella sentía lo mismo.

— Ella tampoco me puede mentir a mí, conozco hasta su gesto más mínimo — expreso acariciando el cabello de mi morena.

— Es como cuando hace alguna tontería, ya conozco sus caras de cachorro abandonado para justificarse — se burla mi mujer.

— Ni hablar de tus caras de odio a todo el mundo que la gente no comprende la gravedad que tienen, pero yo sí y me aterran — agrego para molestarla.

— ¿Cómo era que no se daban cuenta que las dos compartían el sentimiento siendo tan amigas? — dice extrañada Lucy.

— De alguna forma si lo sabíamos, yo lo dejaba muy claro, sin embargo quería que ella diera su paso sola — sonríe nostálgica Regina —la ayudaba a que lo notara, pero Emma es tan Emma — revira los ojos y no puedo evitar echarme a reír recordando lo tonta que era.

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