La reina de mi corazón

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"Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer."

Plutarco


POV: Emma Swan

El chocolate, adoro tanto el chocolate, recuerdo el que me regaló Regina el día que le pedí que fuera mi novia, no puedo evitar sonreír de la emoción de llevar tantas décadas siendo su novia, porque aunque estemos casadas somos amigas, novias y amantes para siempre. En este momento saboreo mi chocolate mientras acaricio la espalda desnuda de mi amada esposa, estaba lloviendo y hacia demasiado frio, entonces sin pensarlo dos veces nos metimos a nuestro reino, a nuestra cama a calentar nuestros cuerpos haciendo el amor. Es nuestro reino porque aquí hemos librado nuestras mejores batallas, aquí nos hemos rendido la una a la otra, es nuestro refugio, nuestra salvación a un día agotador, es testigo de nuestro amor, de nuestros sueños, de nuestros llantos, de nuestra lujuria, pero esta cama solo es un mueble aburrido, lánguido si no estamos juntas.

Ella se quedó dormida luego del suculento placer que le di. Después de tantos años la sigo viendo sensual, hermosa, que lindo es el amor. A los 18 años jamás me imaginé que llegaría a esta edad, que seguiría muriéndome por tocar el cuerpo de mi mejor amiga, por besarla toda, por conocer sus gestos más íntimo, por gritarle cuando la amo en la cumbre del placer.

— Amor no comas chocolate, te va a dar insomnio — susurra mi amada con voz ronca despertándose.

— Que importa, ven a comer chocolate conmigo y nos desvelamos juntas haciendo el amor de nuevo — le propongo.

Me muestra su sensual sonrisa mientras le aparto sus preciosos rizos negros del rostro. Me acerco a darle un pedazo de chocolate que tengo entre mis dientes, ella me toma de cuello, muerde el chocolate y me atrapa en un pasional beso. A alguien el frio le sube la temperatura y eso me encanta. La maravilla de amar con el alma, pues las de nosotras siguen intactas, jóvenes con deseo de acariciarse una y otra vez, con ganas increíbles de fusionarse en una aura de luz que nos envuelve mientras damos rienda suelta a nuestro amor.

— Abuelas, creo que la lluvia les hace bien, se ven tan resplandecientes, enérgicas, felices — Lucy deja de anotar en su libreta y se queda observándonos mientras jugueteamos dándonos cortos besos.

— Comimos chocolate, cariño — dice mi mujer mirándome con sonrisa traviesa.

— Mucho chocolate — aclaro.

— Creí que evitaban comer dulces — dice extrañada nuestra nieta.

— Son gustitos que nos damos de vez en cuando — acaricia mi pierna mi mujer mientras le sonríe educadamente a Lucy.

Cuando éramos jóvenes y nuestras hormonas se apoderaban de nuestros cuerpos yo culpaba al chocolate, lo tuve que dejar un tiempo. Había leído en una de las revistas de Regina que era afrodisíaco, no estaba segura si lo que estaba sintiendo por mi novia era correcto, teniendo en cuenta que llevábamos muy poco tiempo de novias.

— Abuelas, estoy un tanto preocupada, el padre de abuela Gina, lo siento como una amenaza para la relación — se muestra preocupada Lucy.

Mi suegro, me costó tanto comprenderlo, quiero pensar que así actúan algunos papás aunque sus hijas sean heterosexuales. Me molestaron todas y cada una de las veces que mi morena lloró triste por algún regaño sin fundamentado de parte él.

— En realidad, creo que mi padre no era el problema en sí, sino ser valiente y salir del closet, yo siempre he sido una mujer muy liberal y no estaba dispuesta a esconder ante el mundo que soy una maravillosa reina que ama a otra reina, yo quería salir a la calle presumiendo a mi bonita novia, quería besarla como nuestros amigos se besaban y que nadie nos viera extraño, porque amar no tiene nada de extraño, extraño y cruel es tener que dar explicaciones a la sociedad del porque decidiste amar a una reina y no a un hombre.

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