TaeHyung se mantuvo, una vez más, al borde de la acera, esperando pacientemente a que la lluvia cesara. Los días se habían pasado como una ráfaga de viento abrupta y molesta con la vida, con su propia vida que se destrozaba a cada minuto. Tenía a en su corazón un dolor conocido, y a JungKook junto a ese dolor. El pelinegro se había encargado de dejarle en claro las cosas: somos hermanos. Se lo repitió tantas veces mientras el castaño le miraba con esos ojos llorosos, esa mirada perdida, con esa necedad reflejada en sus manos temblorosas.
Lo peor de todo, de todos esos problemas, era lo mal que TaeHyung dependía del corazón de JungKook; dependía de sus emociones, buenas o malas, de sus ojos y su cuerpo. ¿Importaba que él no lo quisiera? No. TaeHyung seguía ahí de pie, viéndole y sonriéndole cada mañana. Aunque todo resultó ser más confuso, pues su enojo volvía a ratos, a veces su corazón no aguantaba aquel sentimiento amargo y odiaba a JungKook con todas sus fuerzas, pero después lo volvía amar incluso si no quería hacerlo.
— Oye —le dijeron.
Una voz de tono medio, ni muy grave ni muy aguda, llenó sus oídos, sorprendiéndolo por completo. No era conocida a sus oídos, sin embargo, cuando giró su cabeza, se encontró con el pequeño chico HoongJoong. Lo conocía al menos de vista, un menor que él, quien era conocido por sus aptitudes y sus sonrisas amistosas. Él estaba empapándose bajo la lluvia, agitando las manos de arriba abajo, queriendo llamar su atención rápidamente. Hoong se ocultó con TaeHyung del llanto del cielo, jalándolo del brazo, y le sonrió.
— Oh, hola.
— Sí, ¿TaeHyung, no? —cuestiona él, moviendo su cabello con la intención de quitar el agua. Tae asiente, poco confiado pero bastante audaz ante el chico. El castaño le dedica una sonrisa fugaz y apunta hacia sus costados—. Ellos son mis amigos, te vimos solo aquí y la verdad es que no podemos dejar a nadie bajo la lluvia.
TaeHyung mira hacia el auto, donde tres chicos se encontraban sentados sonriéndole con expresiones poco presenciadas ante sus ojos; eran rostros frescos y menores, casi aniñados. Los reconoció de inmediato: MinGi al volante, San a un costado y YunHo del otro. Los tres, junto con HoongJoong eran los chicos más extrovertidos y lindos de la escuela, eran bastante amigables y habían cruzado palabras algunas veces. El ambiente, el lugar y la incomodidad en su corazón le hicieron sentir que aquellos tres de sonrisas amigables eran adorables y las mejores personas.
— Gracias, Hoong, pero quizá mi hermanastro pase por mí... —menciona TaeHyung. El chico sonríe tímido, esperando que no fuese una mala mentira—. Y... No sé, sería una molestia.
— Oh, vamos. Claro que no. Dejarte aquí sería como... Ya sabes. Nos haría sentir muy mal.
Entonces iba en un automóvil con cuatro chicos realmente amigables, y aunque no los conocía, estaba cómodo con ellos escuchándolos hablar. Su corazón, por muy raro que fuese, se sentía mejor; se sentía protegido y resguardado del diluvio emocional por el que estaba pasando sin espada ni escudo. No estaba tan roto, y JungKook a pesar de seguir fijándose al borde de su corazón, no estaba golpeteando con enojo como siempre.
Por unos minutos, sonrió y se divirtió.
— ¡Ah, sí! ¿Qué nos dices de SooYoung? Dio una gran fiesta el otro día, ¿fuiste, TaeHyung? —cuestiona San con una sonrisa.
La mirada de Tae se desfigura un poco, dejando saber que no había asistido y que tampoco le gustaba del todo hacerlo. No salía a fiestas a menos que JungKook lo necesitara. Todos se quedan callados por el momento, pues perciben que los sentimientos de TaeHyung han cambiado en un instante. MinGi, quien va aferrado al volante y apenas ha cruzado algunas pocas palabras, observa por el retrovisor a TaeHyung y suelta un suspiro.
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Settia | kookv
FanfictionPorque estoy de acuerdo contigo. Sé que puedes herirme las veces en las que tu nefasto corazón necesite sentirse grande. También sé que al llamar mi nombre, estaré ahí con los brazos abiertos para recibirte. Estoy totalmente de acuerdo contigo, yo s...