Capítulo Seis

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TaeHyung observó a MinGi llegar con su automóvil.
  
    Desde hacía un mes que JungKook no le hablaba. Y, para su salud mental, eso estaba realmente bien. Que JungKook diera un paso de ese tamaño, retrocediendo, dejándolo de lado hacía que su corazón simplemente mejorara. No, no lo estaba olvidando, no lo estaba superando. Solo tomaba su distancia con él. Sabía que su corazón era frágil, era obsesionado, que su corazón daba pasos largos hasta llegar a su cerebro. Era el problema que tenía: ¿siempre es así? Lo de aferrarse a las cosas que más te hacen daño. Lo de estar vagando entre tus pensamientos como si estos se arreglaran por sí solos.

     — ¡TaeHyung, apresúrate!

     La sonrisa del castaño oscuro alerta a TaeHyung, quien rápidamente toma su mochila de la banca y da unos pasos hacia el auto rojo de su nuevo amigo. Song MinGi, era bastante menor, aunque no era tan notorio. El chico estaba ligeramente enterado de la situación tensa por la que pasaba junto a su hermanastro. No se notaba del todo, pero la mayoría de las veces él era quien iba por TaeHyung a voluntad propia. La razón era que, después de aquella fiesta, TaeHyung vio su opuesto en MinGi. El menor parecía muy seguro de sí mismo. Tenía una sonrisa grande y bella, le hablaba a todos, jugaba al mismo tiempo que tomaba las cosas con seriedad, era atrevido y muy empático a la hora de hablar sobre problemas. Le inspiró la confianza que deseaba tenerle a alguien más.

    — Oh, un minuto. Olvidé algo en la banca, ¡aguarda!

    — ¡Bien! Ve rápido, Tae, nos faltan los demás aún.

     Quién diría que la idiotez de JungKook le mandaría algunas buenas cosas, por ejemplo, chicos tan buenos como sus recién buenos amigos. Tae asintió dándose vuelta, y viendo su suéter ahí, justo en la banca. Sin embargo, cuando alzó la vista, la imagen más desagradable se le vino encima.

    JungKook caminaba por la misma calle con Park Jimin. No como cualquiera camina con otra persona; no. Estaban caminando como si el mismo mundo les obligara a ser los tortolos más asquerosos y cariñosos del mundo. Su corazón, después de un segundo, dolió. En lo profundo su estómago le daba malas sensaciones que intentó detener poniendo su mano en aquella zona. Escuchó a lo lejos maldecir a MinGi, sin embargo jamás lo comprobó, pues sus ojos estaban apegados en aquellos dos orbes, pertenecientes a su perdición.

    Las preguntas le invadieron de nuevo; se preguntaba las razones por las que ellos eligieron caminar por ahí, o el por qué JungKook exhibía esa clase de actos amorosos, cuando siempre había dicho que lo odiaba. Se preguntó también si el propósito era herirlo; y sí era así, JungKook lo había logrado... A TaeHyung le dolía tanto el corazón.

    — TaeHyung, entra al auto. Vamos, estarás bien —pide MinGi, poniéndole una mano en el hombro.

    ¿Por qué MinGi no creía que todo eso era raro? ¿Por qué MinGi podía entenderlo mejor que JungKook? ¿Por qué JungKook decía que eso era tan enfermo y MinGi se mantenía diciendo que las cosas son impredecibles? ¿Por qué él repetía constantemente que no eran verdaderos hermanos?

     JungKook caminaba sin emoción alguna al lado de Jimin, y los ojos de TaeHyung estaban fijos en el enemigo de su mente, en aquella mirada fría, aunque estaba cálida en ese instante, en el brazo de Jeon alrededor de él, en la manera en la que las cosas se daban entre ellos, como si fuesen la pareja perfecta que todos anhelan tener.

     — Sé que él no me quiere... —le dice a MinGi en voz baja, aun con los ojos apegados en la pareja que está a punto de pasar enfrente suyo—, y a pesar de eso...

    Entonces, los ojos de JungKook observan fijamente a TaeHyung. Esos ojos oscuros que cambian de dueño cada día, esos ojos que lo habían observado por tanto tiempo, esos ojos que tanto detestaba por amarlos con fuerza. Por fin, después de un mes, esos ojos le estaban prestando atención.

    ¿Por qué ahora?, pensó TaeHyung. Sin embargo, muy dentro de él sabía la respuesta. 

     — TaeHyung...

     — Lo observo con alguien más, y ahora deseo ser esa persona que va a su lado.

     — Ven aquí, TaeHyung.

     Los grandes brazos de MinGi envuelven con fuerza a TaeHyung. Sus ojos lagrimosos combinados con aquel sentimiento en sus entrañas, el dolor de cabeza y su autoestima en descenso, simplemente lo hicieron caer. Una vez más, Jeon JungKook lo había tirado al suelo sin siquiera tocarlo.

[...]

— Ah, lleva a TaeHyung contigo, JungKook.

    El pelinegro observó a su mamá fastidiado, y después posó la mirada en el castaño que entraba tranquilamente por la puerta de la sala y cargaba consigo su mochila. JungKook le prestó atención sus ojos: estaba algo rojos, al igual que sus labios. Mientras que su cabello desarreglado y la ropa bastante desacomodada resaltaban. Su expresión era seria y JungKook sabía que su hermano no era de esa manera.

    De pronto, sintió un dolor incómodo en su estómago y el ardor inició. Las cosas en su cabeza estaban mal, estaba tenso, y por cierto, se preguntaba quién demonios se creía TaeHyung para actuar así.

    — Mh, acabo de llegar. Estoy algo cansado en realidad, mamá —dice el chico evitando la mirada de su hermano menor—. No quiero ir con JungKook.

     — ¿Oh? Bien, hijo. Descansa un poco, luces muy agitado.

     TaeHyung se encaminó a su habitación. Estaba cansado, era cierto. La escena lo dejó tan deshecho y el llorar hasta hartarlo se hizo real. También tenía todo en su vida como un completo desorden que intentaba ordenar poco a poco. Estar con JungKook no era una decisión que aún debía tomar, sino, era una decisión que estaba enmarcada; alejarse de él era lo único de lo que su cabeza y cuerpo tenían que ocuparse. Pero cada vez era más complicado cerrar el círculo de aquella extraña relación.

    JungKook se levantó de la mesa, dando suaves pasos por las escaleras. Estaba incómodo. Quería saber qué había sucedido entre esos dos. Notó perfectamente al chico que ayudó a su pequeño hermano. Y claro que era su problema. Una vez más, cegado por sus sentimientos, se preguntó quién se creía TaeHyung.

    Seguido de esa pregunta y el pensamiento de un TaeHyung agitado, cansado, lloroso y desarreglado después de verlo, hacía unas cuantas horas, con un tipejo que de feo no tenía nada, su estómago dolió varias veces.

    — Abre la puerta —grita bajo hacia la puerta de TaeHyung.

  Dentro, el ajetreo se detiene por un segundo. No se oye nada, TaeHyung dejó de hacer lo que fuese que hacía; como si se hiciera el dormido, ni un ruido más pudo ser identificado. JungKook se enojó y gruñó para sus adentros. Cierto tipo de cosas estaban sucediendo desde el tema de la separación, cosas que no le agradaban y lo hicieron sentir tan pequeño e inferior al otro.

     — Sé que no estás durmiendo o algo así, no soy estúpido. Ábreme, quiero hablar contigo.

     Una vez más solo se oía el sonido sordo de su madre en la estancia, la televisión de la sala y la lavadora que se movía rápidamente. Sintió una ola de exasperación invadirlo y suspiró con fuerza. ¿Desde cuándo TaeHyung se volvió tan difícil?

     — No quiero abrirte, lárgate de aquí —dice TaeHyung desde el otro lado—. Estoy cansado.

    Y esos celos se convirtieron, como siempre, en una serie de problemas hechos palabras.

     — Claro que estás cansado con esa follada que te dio el idiota con el que estabas.

    Entonces, TaeHyung no aguantó más.
    

Settia | kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora