Capítulo Nueve

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Y si te digo que te odio,
¿me creerías?

Para suerte de ambos, aquel incidente fue menos caótico de lo esperado. Su madre jamás subió, quizá ni siquiera oyó algo, nadie más que ellos y las paredes supieron lo que sucedía. Como siempre había sido. Y, si bien es cierto que en teoría nada malo pasó, las cosas entre los hermanastros iban de mal en peor. Las palabras que TaeHyung había soltado hacia JungKook terminaron por hacer explotar la poca (casi inexistente) paciencia del chico. JungKook no quería admitirlo, pero aquello fue un paso que nunca jamás pensó que TaeHyung pudiera dar.

    — Te voy a llevar a la escuela hoy.

    JungKook habla con un tono más pesado de lo habitual. El corazón de TaeHyung está inerte, adolorido, y un tanto incómodo por todo. No quiere admitirlo tampoco, sin embargo, todo en ese momento era como un fuerte golpe en el pecho; se sentía extraño, entre liberado y encerrado. Sabía, también, que era lo mejor. Estar sin él, sin su atención (aunque casi nunca poseía eso) o hasta tenerlo más lejos que antes, era lo mejor. Si una herida, un amor de ese tamaño podía sanar, esa era la manera.

    TaeHyung no mira a JungKook. En cambio, está guardando sus cosas de una en una en su mochila, tomando su teléfono para después caminar escalera abajo; sin hablarle, sin dirigirle la palabra. El pelinegro le sigue sigiloso por detrás.

    El castaño va a la cocina por algo para llenar su vacío estómago, cabe recalcar que su apetito a veces se iba, y otras venía; últimamente el hambre le ganaba a sus sentimientos, hasta creía subir un poco de peso en aquellas mejillas delgadas. Era producto de una semana pesada y de estar pensando en los problemas sentimentales que habían envuelto su vida y crecimiento desde los catorce años.

     — ¿Eres sordo?

    — No —responde el castaño dándole una mordida a su manzana, sin ver a JungKook de frente—. Es que no tengo ganas de hablar contigo.

    JungKook lo observa fijamente, casi como queriendo preguntarle su posición en ese contexto. Los dos estaban incómodos, y el menor sabía que era cosa de tiempo para que el proceso de "te odio, te amo" siguiera su propio rumbo. No tardaba tanto. Nunca tardaba más de una semana, o dos.

    Era cuestión de tiempo, eso pensaba JungKook.

     — Pues mal, porque hoy te llevo yo, y te traigo.

    JungKook no contaba con algo. Esta vez era diferente, en ese proceso de reconciliación nuevas variables hicieron su aparición, e incluso ocasionaron más problemas de los que cualquiera podría imaginar. TaeHyung ya no era el tipejo que siempre estaba solo.

    — No —responde el castaño—. MinGi me va a llevar a la escuela, y después voy a ir con mis amigos a algún lugar.

    Un sentimiento de estrago redujo el ego del menor, ese ego que se presumía era un inquebrantable castillo resguardado. TaeHyung percibió eso, y por primera vez en dos días, lo miró a los ojos. Su lado inseguro reconocía ese tipo de mirada, JungKook estaba un tanto sorprendido y asustado. Muy dentro, eso le causó gracia. Muy dentro, pues la parte sensible, la parte que se apegaba a la idea de ser feliz junto a él, solo tuvo una oleada de emociones y esperanzas.

    TaeHyung bajó la mirada, tragándose las ganas de sonreír sinceramente.

    — Creí que había quedado claro.

    — Lo único que quedó claro fue que ya no debes preocuparte por mí... —TaeHyung no le mira ya, tiene miedo de caer—. Aunque nunca lo has hecho. Soy mayor que tú, créeme, sé cómo cuidarme.

     JungKook no contaba con que su hermano ya tenía a otras personas, que no era solamente dependiente de él, ahora TaeHyung tenía amigos... Un posible pretendiente, quizá alguien que le gustara. ¿Ese era el momento en el que comenzaría a caer todo de nuevo?

    JungKook guardó silencio, ahogando un coraje que era mayor que su propio pecho.

    — ¿Así querías que todo esto fuera? Pues bien —vuelve a hablar TaeHyung—. Querías destruirme, sigue haciéndolo. No voy a meter de nuevo mis manos por ti.

    La puerta de la casa se abre, y la voz de alguien inunda los oídos de los dos. JungKook observa por unos segundos a TaeHyung, él también lo está viendo, como si los dos pelearan con sus ojos. Querían saber quién ganaría, leer la mirada del otro; saber quién mentía, o cuál de ambos era el que estaba muriendo por dentro. Nadie pudo hacer nada, por primera vez en años, TaeHyung no dejaba entrar a JungKook a sus pensamientos por medio de sus ojos amables y tristes.

     — ¡Aquí están! —exclamó Jimin con media sonrisa. TaeHyung tomó su mochila, y se recargó en la barra.

    JungKook se giró para ver a su novio, y, con una sonrisa más forzada que su propia seguridad, lo saludó con un beso en los labios. Tomando su cintura, y apegándolo a su cuerpo. Fue un vago intento para hacer que TaeHyung se sintiera mal. Fue así, TaeHyung sintió sus buenos ánimos venirse hacia abajo, mantuvo una expresión tensa, y casi inerte ante eso. Realmente no tenía  ganas de lidiar con las escenas estúpidas de celos y niños discutiendo por ver quién era más fuerte que el otro, claramente estaba en desventaja. JungKook posó los ojos en TaeHyung, quien de inmediato le sonrió cínico. Eso enojó al pelinegro casi en un instante.

    El claxon de MinGi entró por los oídos de todos. TaeHyung caminó hasta la pareja, y les sonrió casi como si todo fuera bien.

     — Tengo que irme, nos vemos Jimin —suelta con cinismo, y con corazón y orgullo, adolorido.

    Jimin le toma del brazo con suavidad, lo cual hace que TaeHyung regrese. Siente el aroma del mayor, ese aroma fuerte a cítrico, a limón tan característico de Jimin. Pronto se siente mal; JungKook siempre olía eso. La mirada del chico fue abrumadora. Estaba asqueado por la cercanía. No quería decir que lo odiaba, pero tal vez sí lo hacía.

    — ¿MinGi es tu novio, TaeTae?

    El apodo le hace estremecerse. Piensa bien en la respuesta, sin mirar a JungKook. Entonces, le sonríe a Jimin.

    — No —responde TaeHyung—. Pero tal vez pronto lo sea.

     Estas palabras y tu actitud deben hacerme sentir mejor
¿Entonces por qué me siento patético?
Lo sé.
Sólo finjo que soy más fuerte que tú.
Cuando en realidad, yo soy quien sufre por ti.

Settia | kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora