Capítulo Catorce

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TaeHyung jamás había sido problemático. Su actitud era parecida, muy semejante, a la de una persona aislada de los demás. Siempre era callado, no te volteaba a ver si no era necesario. A veces hablaba un poco si es que le agradabas, pero no se andaba con tonterías de hipócritas. Esa era su base. Con sus nuevos —no tan nuevos— amigos, esto era diferente. TaeHyung sentía que podía hablar con ellos de cosas distintas, hasta sus amigos que en realidad no eran tan cercanos podrían ser más confiables que su propia madre.

    En ese momento, el único pensamiento que cargaba consigo era "las personas que más amo que me rodean". Probablemente eran solo sus amigos, JungKook, Nam, mamá y papá. Tal vez, tal vez sólo se disminuía a Mamá, papá a y JungKook o tal vez sólo a JungKook. Estaba confundido.

   Su caminar era suave, desprevenido. El alma en pena de un chico lo hizo darse la vuelta sobre sus talones. Park Jimin lloraba sentado en el borde de la banca del bus, sin nadie que le acompañara. Sus ojos estaban soltando fuertes lluvias, que caían con rudeza por sus mejillas. La nariz comenzaba a ponérsele roja, y temblaba. Lucía tan desolado, tan solo, tan de nadie; la imagen en mentira que siempre tuvo de él, la manera en la que lo odiaba por ser tan bueno, ese engaño profundo; el odio que creó en su contra como escudo. Por un momento, sintió pena por él.

    — Oye —habla TaeHyung con fuerza, golpeado. No pretendía ser dulce, ni mucho menos.

     Jimin captó esa voz, esa voz que vagaba en ser grave y dulce al mismo tiempo. Las lágrimas se detuvieron en un instante pequeño, una milésima en la que su cabeza le mandó verle. Jimin miró a TaeHyung y de pronto, su mirada le hizo sentirse menor. Tan pequeño, sollozando por el miedo que crecía en su corazón.

    — TaeHyung —dijo en medio de sus lágrimas—. JungKook... él me dejó.

     Y entonces, TaeHyung se mantuvo estupefacto, quieto. No sabía qué podría hacer para ayudar esa alma. ¿A caso debería decirle que todo estaría bien? Algo en su corazón se removió. Giró sobre sus pies para que Jimin no pudiera verle, pues estaría siendo cruel. Sus manos fueron directo a su propio cabello, con frustración por el pelinegro.

     TaeHyung giró, de nuevo, hacia Jimin y caminó hasta él.

     — Lo lamento —le dijo al rubio cerca de él. Justo de pie enfrente de él—. Pero estarás bien.

    Jimin lo miró, con atención. Siempre lo había mirado con atención, pero en ese momento eso iba orientado hacia otra cosa. TaeHyung estaba ahí de pie, solo, sin nadie más. ¿Por qué nadie estaba ahí con él? TaeHyung era una persona solitaria, pero constantemente se lo veía feliz. ¿Desde cuándo TaeHyung es así? ¿Cómo era que él podía ser feliz sin la persona que amaba?

    — Quiero morirme.

    — No —vuelve a hablar TaeHyung—. No digas esas cosas. Lo superarás, no es como si dependieras de... Él.

    Resultaba irónico que él dijera eso.

     — Tú qué sabes, TaeHyung —menciona Jimin—. Siempre estás bien, a pesar de todo.

     El castaño se hinca con la intención de hacerlo sentir mejor. Jimin lo sigue con los ojos, mirando hiperactivo hacia todos lados, hacia la calle y a los ojos temerosos de TaeHyung.

    — Escucha, siempre hay alguien a quien en realidad perteneces. Tal vez JungKook no era esa persona... Y... Vamos, estarás bien.

    Le estaba hablando a ese chico como si no supiera todo lo que, alguna vez, sucedió. TaeHyung no tenía idea de la razón por la que él había terminado a Jimin. Probablemente, una de sus mismas excusas de siempre.

Settia | kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora